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Cómo se vive el conflicto en los pueblitos rurales donde el kirchnerismo arrasó en las urnas

Tractorazo en la rutas
19/05 – 10:00 – Es el costo político de la crisis del campo. Vecinos desencantados en zonas donde el voto k sumó entre 60 y 80% . Radiografía de una Argentina profunda que no tiene prensa.

Andrés Fidanza, enviado a Santa Fe

Se llaman silos bolsa y, vistos de costado, desde la ruta, parecen gusanos blancos, bien grandes. “Orugas” les dicen por acá, donde cada vez hay más, en Armstrong, en Cañada de Gómez, en Las Parejas y en todos los pueblos del sur de Santa Fe; zona de chacareros chicos y medianos donde la tierra es, admiten sin humildades, “de la mejorcita del país”. Las “orugas” son bolsas de plástico acostadas, de unos veinte metros de largo, que almacenan los granos que, por el paro, acá nadie quiere vender.

“Muchos votamos a Cristina por acá, pero esto no lo podemos creer. El 11-M se nos heló la sangre”, dice Gerardo Colotti, que hace fumigaciones aéreas y tiene 120 hectáreas de soja y trigo en Cañada de Gómez. “11-M” etiquetaron los productores para señalar el día (11 de marzo) en que se anunciaron las retenciones móviles y “graficar el drama de la situación”.

“Once eme” repite Colotti, sentado en el despacho de la intendencia de Armstrong. “Por suerte, acá, los intendentes siempre nos acompañaron en los reclamos”, dice y señala a Fernando Fischer, el intendente del pueblo, que recibió a Crítica de la Argentina (ver recuadro) con Colotti sentado en su oficina. La señal buscada es que el intendente y este pueblo de 15 mil habitantes son una misma cosa.

“Ahora, los intendentes están volcándose a favor del pueblo; que es lo que debemos a hacer. Igual, más que por convicción, muchos se han volcado por las presiones de las bases. Saben que les va a ir mucho peor si le dan la espalda al pueblo. Tienen más para perder”, explica Fischer.

Le suena el celular: un concejal de Arroyo Seco. “Venite al corte. No lo dudes. Mirá que se está con o en contra del pueblo. Acordate de lo que le pasó a (el diputado nacional kirchnerista) Agustín Rossi, que la gente lo fue a buscar a la casa. Acordate de lo que decía el General: `Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes´”, advierte Fischer, y el concejal irá al corte, nomás.

VILLA. A Vicente Koller “nunca en la vida” se le cruzó por la cabeza meterse en política. Vicente vive en un viejísmo campo de 60 hectáreas, a 12 kilómetros del pequeño centro de Villa Eloísa. Lo heredó de su abuelo y mantiene, intacto, el casco histórico.

“Villa”, abrevian todos, es una localidad de 3.500 habitantes, casi todos productores agrarios. De 37 mil hectáreas, en 32 mil se cultiva soja; todavía se ven algunas vacas y cerdos. “Pero cada vez menos. La gran mayoría hace soja. Nos hicimos sojadependientes”, admite Koller.

El circuito económico restante, talleres metalúrgicos muy chicos, servicios para los productores, algunos comercios, todo gira alrededor del campo.

Así, Villa, sin el perfil más profesional de Armstrong, donde hay 70 industrias que venden máquinas y accesorios para el campo, se vuelve el colmo de todo lo que destila la palabra pueblo, con el peso de sus hábitos y de sus ritmos: a la mañana, a trabajar en el campo; al mediodía, a almorzar en el bar que está frente a la plaza; de ahí, al boliche a jugar al truco, y vuelta al campo hasta la noche.

A Vicente le gusta esa vida. Siempre le gustó: “Yo vivía en el campo; iba dos veces por semana a hacer las compras al pueblo y punto. Una vez, porque me habían matado unas vacas y unas gallinas y la policía no se movió, armé una cooperadora para ver qué pasaba. Hasta entonces, casi no tenía relación institucional con el pueblo. Se ve que me hice medio conocido, y un grupo de gente vino a pedirme que me presentara como candidato a presidente comunal”. Y se presentó: ganó por ocho votos en 1995, y a los dos años ya arrasó con el 70% del, digamos, padrón. Como Villa tiene menos de 10 mil habitantes, las elecciones, cada dos años, son para presidente comunal y no para intendente. Desde entonces, a Koller lo reeligen sin falta por el 73, el 69 o el 66 por ciento. En las últimas dos elecciones, Koller se presentó por el Frente para la Victoria pero, en la próxima, “si me presento”, amaga él, irá con otra boleta.

“Hay una pérdida total de credibilidad de los Kirchner. En su momento, acá la gente votó a Cristina, mucho más que en los centros urbanos; apoyó el crecimiento y el desarrollo que se venía dando. Si hoy hubiera elecciones, no la votarían ni por las tapas. Más allá del mal humor actual, algo cambió. La gente de campo es muy sensible y le da importancia al tema de sentirse agredida. Admito que esto empezó por las retenciones, pero ahora va más allá de lo netamente económico. Los chacareros de mi pueblo, que son todos chicos y que no pueden creer cómo les suben los costos, sienten que, además, les tocaron la dignidad. No creo que esto pase así nomás. Nunca, en más de 20 años, vi una unión entre productores como la que hay ahora. El hombre de campo es más bien retraído, aislado, vive en su chacra y ahí se queda. Además, siempre hay recelos entre los chacareros por ver quién tiene un poco más o un poco menos. Ahora se produjo algo que unió a todos. Es un compromiso que, creo, excede la coyuntura”, dice Koller.

José Antinori, productor de “Villa”, dueño de 600 hectáreas donde casi todo es soja, “trigo de segunda”, ya compró dos silos bolsa con capacidad para unas doscientas toneladas de granos. “La gente está indignada; no queremos vender. Nos ponen un techo a la ganancia, pero los costos suben: una sembradora cuesta 500 mil pesos. A los productores chicos y medianos nos están sacando todo”, dice Antinori, que votó a Cristina Fernández y ahora está “indignado”.

Koller, pipa en mano, pinta de chacarero, recorre en camioneta las calles de asfalto y tierra del pueblo, y saluda al que se cruce con bocina corta o con mano levantada: “Ése era mi hijo”, aclara. Uno de los cuatro posibles, en realidad.

Después del “once eme”, cuatro chacareros integrantes de la Federación Agraria, entidad de mayor predicamento en la zona, fueron a la intendencia a plantearle el problema. “No lo dudé, fui al acto y ya estaba Fischer”, el intendente de Armstrong.

Koller está mal con el Gobierno. Siente que en la Casa Rosada no escuchan a los intendentes, “que son los que están pegados a la gente todos los días”. Koller dice que si él promete algo, está obligado a cumplirlo porque, si no, la gente le cae en la intendencia y en la casa.

Coinciden Antinori y todos los chacareros –Carlos Bosio, de Villa, Carlos Strólogo, de Armstrong, Marcelo Chinchurreta, de Cañada de Gómez– que hacen guardia en el piquete de la ruta 9, cerca de Armstrong. Argumentan que si ellos vieran que el gobierno central invierte en rutas, hace escuelas u hospitales en la zona, “mucha menos sería la bronca por las retenciones”. Juran que es así, que no es “cháchara”, pero que, simplemente, no lo ven.

Piensan un ejemplo: la ruta nacional 178, que cruza la 9, donde está el corte con panfleteada, y que une Villa Eloísa con Las Parejas. Este diario va para ahí, entonces. Pasan camiones y otros bichos de metal, todos enormes, verdes o naranjas reluciendo al sol: son sembradoras, cosechadoras, fierros de 300 mil pesos para empezar a hablar. La ruta es mala: tiene baches y no está iluminada. “Cada dos por tres hay accidentes, incluso muertos”, dicen.

El camino municipal que la corta y lleva a Villa, en cambio, es un lujo: buen asfalto, reflectores y arbolitos. Koller asegura que aun llegó a pedir que le permitieran al municipio hacer la inversión, pero no, le corresponde a Vialidad Nacional. “Hace seis años que está igual. Pedí en Vialidad, nada; en el Occovi, nada. Mandé cartas documento y nada. Hace diez años que incluyen la repavimentación en el presupuesto nacional y, por una cosa o por la otra, no lo hacen. Al mismo tiempo, desde Villa, sólo en soja aportamos 50 millones de pesos al año en retenciones. Es un desastre. Tuve que enfocar los reflectores de la municipalidad hacia el cruce para evitar más accidentes. Acá se necesitan buenas rutas para sacar la producción. Por estas cosas, la gente ya no cree.”

A la noche, hay asamblea en el piquete. Unas dos mil personas: chacareros, dueños y empleados de fábricas agroindustriales. En Las Parejas hay 110 empresas con dos mil trabajadores que ya empezaron a perder las horas extras, por lo que el sueldo de tres mil pesos pasó a 1.700. Hace frío y queman gomas; llevaron una vieja sembradora para incendiarla pero existía el riesgo de que el viento prendiera el pasto. Se abortó la operación.

Habla un hombre de Las Rosas, a más de 30 kilómetros. Está Colotti, Antinori y todos los otros. El orador agradece la solidaridad de los intendentes. Aplausos. El intendente de Las Parejas, Heraldo “Bocha” Mansilla, no pudo ir porque viajó a Rosario, pero ese mismo día recibió a Colotti y a otros chacareros y brindó el apoyo. Aplausos. “Eh, por fin. Acá está, nomás”, grita uno. Habla de Stella Maris Clérici, intendenta de Cañada de Gómez, la ciudad más grande, más ciudad de la región, con 38 mil habitantes. Clérici es la intendenta que más “paciencia” le tuvo al Gobierno para que llegara a una solución. Es, además, la única que aclara: “Yo soy del Frente para la Victoria”. “Esperé a ver si en estos 30 días había una solución. No la hubo, entonces, nuestro apoyo fue mucho más intenso”, explica Clérici y se acomoda el poncho, un poncho moderno, con onda. La intendenta, reelecta el año pasado con el 70% de los votos, es la única que admite que habló con “gente de Presidencia”. ¿Recibió algún apriete? Silencio de circunstancia. Clérici cree, como todos al sur de Santa Fe, que en Buenos Aires se entiende mal el conflicto. Y lo creen con rabia.

El intendente sacó “los pies del plato”

El intendente de Armstrong –pueblo agroindustrial, el mayor fabricante de sembradoras directas del país– cita y cita “al General”. “Fernando Fischer, peronista de Perón”, se presenta, por si hiciera falta, por si alguien no viera en su despacho los cuadros enormes de Juan Domingo y de una Eva de rodete. La cita que define su ubicación política actual es, sin embargo, una anticita de Perón: “No hay que sacar los pies del plato, decía el General. Pero bueno, yo los saqué, me alejo de los Kirchner, a los que nunca les confié, porque acá hay que estar con el pueblo”. Así, Fischer manifiesta, casi escenifica, su “apoyo total” a los productores agropecuarios de este pueblo al sur de Santa Fe.

Fischer es intendente desde hace 19 años y es hijo de Fischer padre, quien tuvo sus propios 16 años de gobierno en el pueblo. Es el líder de los intendentes de la zona en su apoyo a los productores agrarios y, también, el más duro contra el gobierno central, a pesar de haber sido electo por el Frente para la Victoria: “Los Kirchner están tirando por la borda toda la producción y el desarrollo, que tantos años de sacrificio nos costaron. Todo el esfuerzo de nuestros industriales, que empezaron con un tallercito en el campo”.

En Armstrong hay un parque industrial de 60 hectáreas, con 70 empresas locales: 25 fabrican máquinas terminadas y el resto son agropartistas.

Para no olvidarse ningún concepto en contra de los Kirchner, Fischer lleva un papelito en el bolsillo con frases anotadas y subrayadas: “No queremos ser mendigos del poder central”, dice una. Otra: “Enamorados del crecimiento como Menem de la convertibilidad”. El intendente, además, les dedica linduras como: “Autoritarios, paranoicos, esquizofrénicos y mitómanos”.

“Acá votaron todos por Cristina”

“Habíamos ganado por goleada los últimos diez partidos y, de golpe, cambiamos al número 10 y al 9. No se entiende. Tenemos que dejarnos de joder, sentarnos en una mesa y dialogar”, propone Heraldo “Bocha” Mansilla, intendente del Frente para la Victoria de Las Parejas. Mansilla agrega: “Acá no tenemos estancias ni pool de siembra como en la provincia de Buenos Aires. Acá todos nos conocemos las caras; sabemos quién ganó más y quién menos, y todo el mundo es accesible”.

Sobre la metodología de los cortes, dice que no está de acuerdo. “Los transportistas de mi ciudad, tampoco. Ahora, cambiaron el método y apoyamos todos. Acá todos los industriales votaron por Cristina (sacó el 47% de los votos) y ahora no saben qué hacer.”

¿Llamados desde el gobierno nacional? “Ninguno, yo juego por convicción. No tengo patrón. Soy peronista y soy crítico, pero también me preocupa mucho lo que pueda venir.”

Mirko D’ Ascanio, presidente del Centro Industrial de Las Parejas que nuclea a las 110 empresas de la zona, contó que los empresarios de la ciudad todavía no tuvieron que cesantear empleados. “Hubo cortes de horas extras. Esperemos que se llegue a una solución porque en el interior hay una cuestión de afecto entre la gente y a nadie le gusta dejar empleados en la calle: nuestros hijos van al colegio con los hijos de ellos; nos juntamos en el boliche y en la cancha de fútbol.” (Crítica de la Argentina)

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