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A la Argentina, cualquiera se le anima


17/10 – 10:30 – La revelación del ex presidente uruguayo Tabaré Vazquez, sobre la idea de plantearle un conflicto armado a nuestro país, tiene – además de una dosis de locura política – raíz en la pérdida de respeto continental, medido en fuerza militar, que ha ganado la Argentina, dado que todos los gobiernos democráticos y el kirchnerismo no fue la excepción, han trabajado para el desmantelamiento de su capacidad operativa y por ende su poder de disuasión.

El sueño desquiciado de Tabaré Vázquez de plantear un conflicto bélico por las pasteras, es tan ridículo como entendible. Sucede que para un país pequeño los problemas suelen ser grandes, por más chico que nos parezcan a nosotros que presumimos de grandeza y por otro lado, más aún cuando se tiene un vecino como Argentina, país debilitado militarmente, cuyas autoridades nunca cuidaron el río y se escandalizan porque en realidad Bosnia se instaló en la otra margen, más que por el alto nivel de contaminantes que echará a un cauce cuyo nivel de contaminación está por encima de los valores razonables.

En ese contexto y como debe hacer un país, aún cuando el problema parezca menor para el vecino, evaluó todas las hipótesis y entre ella, no es descolgado pensar en la respuesta militar. Obvio que Tabaré lo dice hoy que está afuera y seguramente buscó saltar a las primeras páginas de los diarios, que por cinco minutos hablaron de él, mientras el sexagenario matrimonio que ostenta la presidencia uruguaya califica de “absurda” una decisión “tan loca” como la de instalar la idea de una guerra entre dos países vecinos, de fuerte raigambre cultural y cuyas historias rioplanteses se tejen en un mismo bastidor y con el mismo hilo de un pasado en común.

Sin embargo, desechando la fugaz fiebre tabareriana, digamos que no es loco pensar que a la Argentina hoy “cualquiera se le anime”; de hecho las relaciones con Chile son muy buenas y la democracia chilena, a pesar de ser marcadamente nacionalista y conservadora, guarda cierto respeto por Argentina, un país inmensamente inferior en capacidad defensiva e incapaz de proteger sus más de 5.500 kms de frontera territorial y sus 4.000 de costa atlántica. El ejemplo más claro está con la facilidad que el narcotráfico desde hace 20 años (y más acelerado en los últimos 10) perforó los límites nacionales y acrentó su presencia devastadora en el país.

Es que desde el gobierno de Raúl Alfonsín para acá, hubo una sistemática destrucción del aparato de defensa, una demoledora entrega de la capacidad industrial bélica, que ayudó a dinamitar Carlos Menem, mientras desarrollaban jugosos negocios con el tráfico de armas, continuando con la inoperancia de otro Radical que profundizó un mayor desastre dentro del Ministerio de Defensa, cartera que manejaba a su antojo el corrupto Nosiglia y un séquito de civiles inútiles que apostaron a la precarización de los medios de defensa, en función de vaya a saber qué intereses personales y partidarios.

Luego de la transición tambaleante de Duhalde, vino Néstor Kirchner que buscando una revancha inventada para parecer cool ante una sociedad que lo desconocía, usó las herramientas más brutales logrando meter en la misma bolsa a todos los que usaran uniforme y cargar contra ellos y sus instituciones, amparado en la premisa de que “matar socialmente a un milico” era ganar una batalla más por los Derechos Humanos, los mismos que estando él en Santa Cruz como Gobernador, desconoció hasta que se hizo cargo de la presidencia en el 2003.

La bajada del cuadro por parte del Jefe del Ejército de aquel entonces, no fue un acto simbólico, fue toda una composición esquizofrénica de la guerra que comenzaba a librar hacia adentro de las Fuerzas, donde, si bien es cierto que convivían resabios de la dictadura, también es cierto que miles de oficiales y suboficiales, no tenían nada que ver con aquel pasado; pero en la construcción mental del ex presidente, nada que tuviera uniforme era bueno y como tal había que atacarlo destruyendo, primeramente su presupuesto y su dignidad, como la que entregó por obsecuencia y falta de hombría el General Roberto Bendini, cuando se subió al banquito porque le quedaba muy alto el cuadro, de quien había sido su jefe directo. Es que Kirchner le estaba pasando factura también a él, a su Jefe militar, haciéndolo escarmentar en público, por llevar un uniforme que el santacruceño siempre había despreciado, excepto, claro, cuando visitaba al General Guerrero en Río Gallegos durante el gobierno de facto.

Treinta años de destrucción masiva de las FFAA redujeron a la Argentina a una ínfima representación de lo que fue continentalmente en décadas anteriores. Con un país vecino altamente tecnificado en defensa como Chile, con un Brasil principal productor de armas de la región, Argentina quedó postergada profesionalmente, relegada técnicamente y afectada operativamente.

Los cuarteles se han utilizado para negocios de todo tipo, ni hablar de los contrabando de armas y los “accidentes” jamás investigados por la justicia y solo el ejemplo de Río Gallegos basta para graficar los manejos oscuros realizados puertas adentro de las unidades militares. Aquí había connivencia con el poder político, como tantas veces lo informáramos en nuestras notas allí por el año 2005, 2006 y 2007, cuando hiciéramos público cómo operaban los “kioscos” en la Unidad Mecanizada de Río Gallegos, por entonces a las órdenes del propio General Bendini que derivaba dinero oficial a una cuenta de su esposa, razón por la cual fue investigado, si es que en la Argentina, la Justicia alguna vez investiga seriamente algo que roce al poder político. En aquellas notas, una de las cuales se basó en declaraciones de un efectivo de la Unidad militar, quedó perfectamente claro a qué redujeron los cuarteles: negocios inmobiliarios con tierras fiscales, venta de insumos y servicios, alquiler de equipos, alquileres de inmuebles, etc.

Por este motivo es que la idea “loca” de Tabaré Vázquez no es tan loca ni utópica. A nuestro país “cualquiera se le puede animar”, porque en la actualidad no hay capacidad de respuesta militar y todo se sustenta en una sanata política que pretende vender al mundo que aun somos un país que puede disuadir a cualquiera de avanzar sobre nuestros derechos. Lamentablemente la paz en el mundo se asegura con la capacidad ofensiva/defensiva de cada Estado; no hay país en el mundo que pueda sostener su soberanía sin un respaldo militar adecuado y una fuerza operativa moderna, entrenada y técnicamente bien dotada.

Que un país como Uruguay haya pensado que podría plantearle un conflicto armado a la Argentina, no es un tema menor, es la síntesis de un diagnóstico que fronteras adentro nadie quiere hacer, o al menos discutir. Por lo tanto, si no se modifican conductas y se plantean políticas a corto y mediano plazo con las FFAA, dejando de lado especulaciones y guerras contra el uniforme, como las de Garré o el propio Puricelli, vamos a lograr solo gritar en los foros internacionales que los derechos del país y la soberanía son avasallados, pero de ninguna manera, vamos a poder evitarlo en la práctica. (R. Lasagno/OPI Santa Cruz)

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2 COMENTARIOS

  1. Los militares se cavaron la fosa solos con la última dictadura, y particularmente con su comportamiento inepto, cobarde y vergonzante en la guerra de Malvinas (con las honrosas excepciones que, obvio, fueron minoritarias).
    Después de haberlos visto en acción en Malvinas, le agradezco doblemente al Cardenal Samoré. Si no fuera por él, hoy en Río Gallegos habría un consulado argentino.
    Si les faltaba cometer alguna tropelía más a nuestros milicos, ya en tiempos de paz se mandaron la Gran Carrasco. Nuestros políticos son corruptos pero no tontos. Saben que destinar presupuesto a los militares sería socialmente resistido. No es que desmantelaron el aparato militar: simplemente miraron para otro lado mientras se caía a pedazos por falta de inversión y mantenimiento.
    Lo de Tabaré Vazquez fue una burrada dicha ante 20 personas. Pero hoy ninguna figura pública está libre de la amplificación mediática de las burradas. El tipo tragó saliva y anunció su retiro de la política. Hemos escuchado declaraciones más burras aún de funcionarios argentinos (a veces, ni siquiera ex funcionarios) que después no sólo no renuncian, sino que ascienden. Si Tabaré fuera argentino, estaría peleando una senaduría como candidato por el frente para la victoria de los kirchner.

  2. La nota no tiene fundamento ni lugar como opinion en la realidad que nos rodea, cuando el pais mejor preparado en defensa del mundo, sufre el atentado mas cruel que se recuerde en los ultimos 100 años, justamente por carecer de buenas politicas de prevencion… la solucion jamas sera armarse mejor que el otro, sino saber eludir los conflictos futuros con la palabra!!!… saludos.

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