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Testimonio desde Río Grande: así viví la guerra de Malvinas

El refugio antiaereo en Río Grande - Foto: OPI Santa Cruz
01/04 – 20:30 – “Todos los años hago un repaso de cómo se vivió la guerra de Malvinas en Río Grande y, particularmente, en mi casa. Me hace falta, lo siento necesario. Creo que tengo miedo de ir olvidándome detalles con el correr de los años. Quiero que nadie se olvide”. Así encara un simple y emotivo relato, la periodista y locutora de Río Grande, María Fernanda Rossi, colaboradora de OPI y que en esta oportunidad, dejó la información de lado por la emoción. Un recuerdo que usa la paleta de colores de palabras simples, para describir el temor, la rutina bélica y la desesperanza de aquellos días, ubicada en el corazón del país donde se vivía la incertidumbre de la contienda y se convivía a diario con el heroísmo.

En esta ocasión la vida (y el laburo) me llevaron a trabajar justo encima de donde está el refugio antiaéreo que le tocaba a mi familia. Hoy miré por la ventana y vi la escalera. Ahí estaba, igual que hace 32 años. La puerta del mismo color, cerrada con cadena y candado. Tuve miedo de pedir que abrieran la puerta. Ya no sería lo que recuerdo, sino lo que veo. Ya no es un refugio, ahora es un simple depósito. Abrir esa puerta me significa abrir largas horas de encierro en ese refugio, significa hacerse un bollito abajo del pupitre y correr a casa ante el sonido de la sirena.

Y acá había guerra. Se vivió. Se palpó. Se lloró

Mi papá se paraba en la puerta de su laburo y contaba los aviones que salían de la Base Aeronaval Río Grande… y los contaba a la vuelta. Cuántas veces no coincidió el número. Cuántos quedaron allá.

Nos enteramos en la escuela. Vivíamos en una zona alejada, íbamos a una escuela rural de pocos alumnos. Mi hermana mayor siempre recuerda que nos lo contaron como una buena noticia, con alegría nos dijeron que íbamos a recuperar las islas.

La “felicidad” nos duró hasta entrar a casa y encontrarnos con mi papá con un gesto muy serio, de preocupación, aclarándonos que no había nada para festejar, pues lo que comenzaba era una guerra.

La causa Malvinas es un sentimiento arraigado en mi familia. Recordamos la guerra con mucha tristeza por los hermanos que perdimos, pero con mucho orgullo por los pibes que se enfrentaron a lo más desconocido, a lo inesperado, defendiendo la celeste y blanca, aún sin haberlo elegido.

Malvinas moviliza, es inevitable. Malvinas se vive permanentemente en esta tierra. Acá (Río Grande, Tierra del Fuego), la guerra, se vivió. Cuando digo se vivió me refiero a que cuando llegábamos a la escuela ensayábamos cómo ponernos abajo de los pupitres si sonaba una alarma, nos enseñaban a reconocer las distintas alarmas y saber qué hacer si era amarilla, naranja o roja. Correr hacia donde estuvieran nuestras familias en el caso de que la sirena comenzara a sonar. Las visitas a las casas de nuestros amiguitos estaban prohibidas, las ventanas de las casas estaban tapadas con cartones, debíamos usar la menor luz posible.

Dormíamos vestidos y calzados porque si sonaba la alarma en el medio de la noche no se podía perder tiempo. El barrio se llenó de uniformes, armas, tanques anfibios. La vida había cambiado.

Más allá de las marcas imborrables que te deja un conflicto bélico (es el día de hoy que escuchar un avión en vuelo rasante me paraliza el corazón), la guerra me dejó ver a mis viejos como nunca lo pensé. Mi papa “jefe de cuadra”, personal civil, se encargaba de revisar casa por casa cuando todos corrían al refugio antiaéreo, su responsabilidad es que no quedara nadie, que las llaves de gas estén cerradas y todas las luces apagadas. Mi viejo era el último en entrar al refugio. Te imaginarás que entre las sirenas y el movimiento militar, esos minutos eran interminables. Y me dejó a mi vieja, con apenas treinta y pico, siendo la “madre” de muchos conscriptos que no sabían ni dónde estaban. En mi casa comían, tenían abrigo y contención familiar. Fue muy duro ver a mi mamá “despedir” a los pibes que sabían que se iban embarcados, sin poder adivinar si iban a volver o no.

En Río Grande, en ese entonces, apenas vivían unos miles de personas. Era un pueblo, creciendo de la mano de la 19640 (ley de promoción industrial), pero con un alma pueblerina que aún existe. La solidaridad y el acompañamiento de la comunidad con el Batallón de Infantería de Marina Nº5 (BIM 5) aún se palpa. La relación que tiene nuestra comunidad con el BIM no se vuelve a descubrir, creo yo, en ningún lugar de Argentina.

En Tierra del Fuego los veteranos son héroes, pero lamentablemente no ocurre así en todo el país. Aún hoy hay gente que los señala, los culpa y les recrimina que la guerra fue “culpa de un milico borracho”, como si (sobre todo) los pibes hubieran elegido el conflicto armado. Es triste que no sean considerados en toda la Argentina, como lo que son, héroes nacionales.

Cada 2 de abril algo se activa en mí y en muchos de los que vivimos en la Capital Nacional de la Vigilia por Malvinas, un título que (a pesar de ser a causa de un proyecto de un senador) se lo ha ganado el calor del pueblo que año a año la alimenta. Cuando hablo de las Islas no hablo de una guerra, defiendo una causa. Cantar el Himno Nacional, entonar la marcha de las Malvinas al lado del mar, con ese frío que te corta la cara, con el viento que te empuja, con el alma desnuda. Ver a los veteranos y pensarlos adolescentes, solos, desabastecidos, pero llenos de coraje y fe.

Hoy miro la guerra a la distancia y solo puedo pensar en el dolor, el vacío y la tristeza que nos dejó. En cómo vivíamos en guerra al sur, pero que en el resto del país la vida seguía con normalidad. Cuando terminó la guerra nos fuimos unos días a BsAs, cuando llegamos tomamos un taxi, el conductor preguntó de dónde éramos y mi papá le dijo que veníamos de TDF. Nunca me voy a olvidar… el taxista se dio vuelta y con asombro dijo “¡Ah, Tierra del Fuego, ustedes estaban en guerra allá, ¿no?!”, como si viniéramos de otro país…

Cuando decimos que Malvinas es parte de nuestra provincia, no lo decimos solo en el sentido geográfico. Definitivamente no. Malvinas es parte de mí; de la historia de mi tierra, de mi pueblo, de mi familia. Es difícil de explicar, es algo visceral

Pasaron más de treinta años, me pasó una vida, dos hermanas, dos hijos, muchos sobrinos. Pero nada me saca de Malvinas. (Agencia OPI Santa Cruz)

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12 COMENTARIOS

  1. La “celeste y blanca” se la defendía combatiendo a la dictadura que arrasó con el país y con miles de vidas, no poniéndose a las órdenes de los militares para que se intentaran perpetuarse. Y que, si lo lograban, las Malvinas iban a la misma bolsa de entrega, como el resto del país.

  2. SE DICE Q PERALTA DANI “EL BORRACHO” VA POR LA REEEEEE ELECCIÓN Y SU MUJER(AMANTE) LA GABY PERALTA COMO INTENDENTE, ESTOS FALOPINES, ESTAMOS EN EL HORNOOOOOOOOOOOOOOO

  3. No tan solo TDF, vivió la guerra de cerca, ese es un discurso facilista, aquí en RG también se contaban los aviones y las gorras de los pilotos que quedaban colgadas, muchos de los que hoy se rajan las vestiduras hablando en contra de la guerra, son los mismos que fueron a las plazas, especialmente a la de Mayo, a victorearlo a Galtieri y “el que no salta es un inglés”,no jodamos, ahora resulta que si sumamos la cantidad de veteranos de guerra y los ponemos en las islas, se hunden…y de esto,¿a quién vamos a culpar? Los verdaderos veteranos, a los que hay que distinguir, esos son NUESTROS VERDADEROS HEROES,no a los que engordaban detrás de un escritorio, robándose lo que nuestras madres, esposas, hijas y hermanas tejían, cosían y ponían en encomiendas para los soldados QUE ESTABAN EN LAS ISLAS….También deberíamos hablar de la plata que se donó, yo todavía tengo el recibo del banco,del oro (especialmente del collar que luego apareció en el cuello de la señora de un general, como la capa de la reina), tantas cosas que hay para contar, pero que sean verdades y verdaderas….

  4. Me gusto mucho lo que cuenta que muchos de nosotros no lo sabemos,en el sur la población vivía la guerra y no como en bs as,que estaban pendiente del mundial,gloria a todos los que quedaron en la guardia mas largo y espero con todo mi corazón algún día poder decirle frente a sus tumbas que no fue en vano, dios los tenga en la gloria y a sus familiares decirles que quedamos argentinos que si reconocemos a los héroes que es lo que son.

  5. ESTA TODO BIEN PERO LA GENMTE ADMINISTRATIVA DEL CONSEJO PROVINCIAL DE EDUCACION ESTA SIENDO PERSEGUIDA POR LOS SECUACES DE SILVIA SANCHES BIPOLAR Y SEVEROS TRSTOENOS DE PERSONALIDAD EN DEFINITIVA UNA LOC A POR FAVOR HAGAN ALGO LOS ESTAN MATANDO A LOS EX591, Y NADIE HACE NADA DONDE ESTA EL COMPAÑERO GOBERNADOR Y LOS GREMIOS SON TODOS UNA BOSTA

  6. PASAN COSAS MAS IMPORTANTES Y JODIDAS EN ESTA PROVINCIA, A QUIEN LE INTERESA LA GESTA DE MALVINAS SE PERDIO LA GUERRA A LLORAR A LOS BELORIOS, ESTAMOS ENTRE FALOPEROS Y BORRACHOS DEJEMOS DE JODER Y DENUNCIEMOS HECHOS GRAVES MUY GRAVES

  7. Es muy emocionante la nota, expresa claramente como vivieron y sufrieron la guerra. Lo que me gustaria aclarar es que, como siempre se generaliza, NO es verdad que en Bs As y el resto del pais lo vivieramos como un acontecimiento ajeno. Yo tambien se lo que es que en la escuela nos enseñen a ponernos debajo de los pupitres, y aprender a identificar las sirenas. Todo el pais lo sufrio, LAMENTABLEMENTE. Tambien tejimos bufandas, escribiamos cartas, mandamos chocolates para nuestros HEROES, los soldados tan jovenes de TODO el pais.

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