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Kicillof y Fábrega, en el baile del dólar y la tasa

Juan Carlos Fábrega Presidente del BCRA - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
22/05 – 09:40 – Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega le están agregando intensidad y vigor al tradicional baile de dólar y tasa de interés, que se reavivó esta semana.

Por: Daniel Fernández Canedo
La suba del dólar, llevándolo por encima de los $ 12 y ampliando a 49% la brecha con el oficial, suena a música conocida para los tres protagonistas principales de la velada, la Presidenta, el ministro de Economía y el presidente del Banco Central.

Anoche, por medio de un comunicado, el Banco Central señaló que la relación con el equipo de Economía es buena y que todas las disposiciones que se toman se “vienen ejecutando con naturalidad ”.

En realidad, el esfuerzo oficial por demostrar que Kicillof y Fábrega piensan y deciden actuar de la misma forma se diluye sobre el final del comunicado, al señalar que todas las decisiones políticas y económicas las toma la Presidenta.

Es a partir de esa definición (¿quién no sabe que en el Gobierno manda Cristina Kirchner?) que la danza del dólar y las tasas cobra relevancia.

La Presidenta dio sobradas muestras en enero, cuando el Banco Central perdía US$ 2.800 millones de las reservas, y se mostró dispuesta a devaluar y a subir las tasas de interés, creando las condiciones para la caída en el consumo y la actividad económica.

En ese momento, la prioridad fue darles a los exportadores del campo un tipo de cambio atractivo para que liquidasen dólares y para que, de ese modo, el Banco Central pudiese pensar en recuperar reservas.

Pero el miedo pasó y, como ya lo demostró en varias oportunidades, la Presidenta reacciona ante las señales de caída de la actividad que puedan poner en peligro el empleo y hacer aumentar la tasa de desempleo.

Fue en ese momento –ya entrado abril y cuando los dólares de la soja comenzaron a llenar las arcas del Banco Central– que Kicillof empezó a contar demasiadas luces amarillas, tirando a rojas, en el tablero de control de la actividad económica.

Y en el ideario oficialista la suba de las tasas de interés de comienzos de año, que las catapultó a alrededor del 30% anual, pasó a ser la responsable de la caída de la actividad económica.

Tomar a las tasas como las malas de la película tiene la ventaja de permitirle a los funcionario esquivar el difícil tema de la caída del salario real que desató la devaluación del peso aplicada en la segunda parte de 2013 y el salto cambiario de enero.

El salario real arranca el año con una caída del orden de los 6 o 7 puntos e impacta de lleno en las posibilidades de expandir el consumo que, a su vez, representa más del 70% del PBI.

En otras palabras, la suba de las tasas corta el crédito pero resulta insuficiente para explicar por sí misma la caída de la actividad en 2014.

Además, la realidad le fue marcando a Fábrega que la decisión simultánea de descongelar el dólar oficial de los $ 8 y bajar las tasas de interés movió la aguja de la inquietud en un momento de tranquilidad cambiaria y financiera.

Tal es sí que ayer, economistas que conocen de cerca la visión de los funcionarios de Economía decían que Fábrega había ganado una batalla y que el proceso de baja de la tasa de interés había llegado a su fin.

Lo graficaban diciendo “inquietud financiera mata baja de la tasa de interés” y, por lo tanto, Kicillof debería esperar otra oportunidad para insistir en bajar las tasas (hoy están en 25% anual para plazos fijos y las letras del Central pagan 26,6%).

Así y aunque insistan en que trabajan juntos a las mil maravillas, el ministro y el jefe del Central mantienen un cruce evidente.

Uno culpa por la recesión a las tasas altas y sostiene que emitir pesos generosamente y aumentar el gasto público no genera inflación.

El otro considera que la causa de la caída de la actividad se debe a que Kicillof devaluó y a que no hace nada para bajar el rojo fiscal. Y entiende que esto actúa alimentando una inflación que, si bien da síntomas de aflojar cuando se congela al dólar, es elevadísima.

El punto donde tienen coincidencia plena se resume en la necesidad de conseguir dólares para poder demorar una suba del billete.

Propios y ajenos están convencidos de que la Presidenta no quiere devaluar ni regalarle un tipo de cambio alto al que venga y, por lo tanto, la apuesta es a que intentará mantener retrasado el dólar oficial todo lo que pueda.

En el Gobierno dicen que en el término de diez días tendrán encaminado un acuerdo con el Club de París que contemplaría el pago de unos US$ 1.500 millones para salir del atolladero que implica estar en default por unos US$ 10.000 millones con ese club de países poderosos.

Además, esperan a ver cómo le va a Daniel Scioli cuando la Provincia de Buenos Aires salga a buscar próximamente US$ 500 millones en el mercado internacional.

Aseguran que deberá pagar la friolera de 11,5% anual por una colocación a tres años, una tasa alta pero que está prácticamente a la par de lo que debería pagar la Nación.

En un mundo desarrollado con cero de tasas de interés, la Argentina paga hoy, según el rendimiento de sus bonos, un 11% mientras que Grecia saliendo del default paga 6,1% y Brasil, 4,2%.

El Gobierno, aunque con idas y vueltas, buscará el camino del crédito, en el intento de que el financiamiento le permita tener un tránsito tranquilo hasta la entrada de la soja 2015 cuando el escenario de la política electoral, se presume, dominará el panorama económico.

Mientras tanto, Kicillof y Fábrega avanzarán juntos en la búsqueda de financiamiento. De ese modo, buscarían dejar de lado una pelea típica de los momentos en que la plata escasea y uno quiere ahorrar algo mientras el otro propone invertir lo que hay en el casino con la idea de que dios proveerá. (Clarín)

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