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Una tarjeta personal complica a Boudou

Eduardo Romano, ayer al llegar a Tribunales - Foto: @laviericronicas
19/06 – 10:40 – Pertenece a su secretario privado, Eduardo Romano, que declaró ante Lijo y la reconoció como propia; fue hallada en un allanamiento en la imprenta; a mano había escrito “Casa de la Moneda”.

Por Hernán Cappiello
Eduardo “Cachi” Romano, el secretario privado de Amado Boudou, juró ayer ante la Justicia que se debió a su costumbre de repartir tarjetas personales que una de ellas, con su nombre, fuera encontrada durante un allanamiento realizado en la ex imprenta Ciccone Calcográfica. Esa tarjeta además tenía la inscripción manuscrita “Casa de la Moneda” y las palabras “Claudia a directorio”. Romano reconoció que la letra era suya.

El secretario privado de Boudou declaró ayer como testigo durante cuatro horas ante el juez federal Ariel Lijo para responder, además, sobre comunicaciones telefónicas que mantuvo con los personajes de la causa en que su jefe está acusado de apropiarse de la imprenta.

Romano llegó cerca de las 9 a los tribunales, en un auto oficial con custodios y un asesor de prensa del Senado, y permaneció hasta pasado el mediodía en el interior del juzgado. Es que el testigo ofreció aportar su teléfono celular para chequear con su agenda a quiénes pertenecían los teléfonos sobre los que le preguntaban. Y como el aparato estaba en el Senado, los colaboradores de Romano lo tuvieron que ir a buscar.

Lijo prefirió no hacer un cuarto intermedio, por lo que el testigo siguió en el juzgado con los secretarios de Lijo; la secretaria de la fiscalía Juliana Márquez; el abogado de Boudou, Eduardo Durañona, y Deborah Lichtmann, letrada hasta ayer de José María Núñez Carmona, el socio del vice. Estaban Carlos Vela, letrado de Guillermo Reinwick, y Germán Soria, de Alejandro Vandenbroele.

Cuando apareció el celular, Romano explicó las comunicaciones que mantuvo con los protagonistas del caso mientras se sucedía el salvataje de Ciccone, el ingreso de fondos de The Old Fund, el pase de manos de las acciones y los negocios de la nueva Ciccone.

Le preguntaron sobre las llamadas con Núñez Carmona, pero dijo que era frecuente que hablaran, pues eran amigos. A tal punto que junto con Boudou fueron compañeros del colegio secundario. Relató que era frecuente que Núñez Carmona ingresara al Ministerio de Economía, pero dijo que no tenía acceso libre.

También le preguntaron sobre llamadas con Jorge Capirone, vicepresidente de The Old Fund. Dijo que lo conocía de Mar del Plata y que una vez, en el aeropuerto, le preguntó si lo podía conectar con los abogados de Boudou porque la prensa lo mencionaba con relación a la causa. Romano le contestó que no estaba autorizado a darle los números, pero que lo podía consultar.

Lo interrogaron sobre llamadas con Guido Forcieri, jefe de Gabinete de Boudou en el Ministerio de Economía. Dijo que eran parte de la rutina laboral dado su cargo. Forcieri quedó complicado cuando un funcionario de la AFIP dijo que lo instó a facilitar el salvataje de Ciccone porque le interesaba a Economía mantener la empresa y que le presentó a Núñez Carmona como el que se iba a encargar del asunto.

Hubo tres llamadas que eran clave para el juzgado: se realizaron desde el teléfono de Romano a un teléfono fijo ligado con The Old Fund. En rigor, ese número telefónico, que comienza con 4311, estaba escrito en el reverso de un cheque de The Old Fund depositado para inyectar dinero en Ciccone, cuya fotocopia obra en la causa de la quiebra de la imprenta. Ese número pertenece en realidad a un estudio jurídico. “Cachi” Romano dijo que no recordaba haber tenido comunicación con ese estudio ni por qué llamaron de allí.

Ahí el testigo tomó la palabra y reclamó que le mostraran sus llamadas con Alejandro Vandenbroele, sobre las que, dijo, dan cuenta los medios. Pero no había nada de esto. El testigo dijo no conocer a Vandenbroele, aunque Lijo acusa a Boudou y al empresario de ser allegados y de quedarse con Ciccone.

Las otras llamadas, dos de menos de 10 segundos, fueron al número del departamento del edificio River View, de Puerto Madero, donde supuestamente vivió Vandenbroele y que pertenece a Boudou. Sostuvo que probablemente se disparó sola la llamada, dada su brevedad, y que tenía agendado el número como perteneciente a Boudou, antes de que se mudara al departamento del Madero Center, apenas cruzando la calle.

Pero lo más sugestivo fue la tarjeta personal que apareció en un allanamiento en Ciccone. Romano dijo que las repartía a manos llenas -hasta 600 por año- y que podían estar en cualquier parte. No obstante, reconoció su letra en la leyenda que decía: “Casa de la Moneda”. (La Nación)

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