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Las víctimas de las casas que Boudou no construyó

Boudou detuvo "verbalmente" la modernización de Casa de la Moneda que había sido impulsada por Kirchner
19/08 – 09:50 – Como secretario de Hacienda en el Municipio de la Costa, en 2005 avaló la obra de 484 viviendas; se pagaron y no se hicieron.

Por Santiago Dapelo
Érika Ramos sostiene la carátula de la carpeta que la Municipalidad del Partido de la Costa le entregó hace casi ocho años en la puerta de su humilde hogar. Ahí, en uno de los vértices de la hoja, amarillenta por el paso del tiempo, se destacan dos fotos de la casa prometida, esa que pese a los repetidos compromisos que le hicieron en todas las campañas nunca llegó. Donde debía haber una pared de material pintada se ve una mezcla de madera y pocos ladrillos huecos. El techo, en lugar de tejas, es de chapa, y en el interior no hay ninguna comodidad de las que le prometieron. El contraste hace más evidente el abandono.

“Nosotros lo tuvimos acá, en la costa. Sabemos perfectamente quién es Boudou. Es un chanta, siempre lo fue”, dice a LA NACION Érika, que junto con su esposo, Oscar, y sus tres hijos vive en una casa a 15 cuadras del mar. La de Érika es una de las 484 familias que confiaron en el intendente Juan De Jesús y en su entonces ministro de Hacienda, Amado Boudou. Mientras estaba a cargo de las finanzas locales, en 2005, el vicepresidente avaló con su firma un Plan Federal de Viviendas que lanzó con el ministro de Planificación, Julio De Vido.

De las 484 casas y dos escuelas que debían ser construidas por la empresa Cantera FC -las obras debían finalizar en 2006- en Lucila del Mar, Mar de Ajó y San Bernardo, no terminaron ninguna. Incluso, Boudou y De Jesús adelantaron a Cantera FC unos 24 millones de pesos de los 46 millones acordados. Dos días después la empresa entró en convocatoria de acreedores.

Por eso, el vicepresidente acumuló una nueva causa. Fue denunciado por el concejal del Partido de la Costa Marcos Alfredo García. El caso quedó a cargo del juez Ariel Lijo, que ya lo procesó por el caso Ciccone, y del fiscal Gerardo Pollicita. García, patrocinado por el abogado Ricardo Monner Sans, pidió que se investigue por administración fraudulenta, cohecho y malversación de dinero público a De Vido, De Jesús y a su hijo, Juan Pablo, actual intendente y amigo de Boudou.

“Acá nunca vino Boudou. ¿Quién puede creer que éste sea el vicepresidente?”, dice a LA NACION Silvia Salvatierra, de 52 años. Vive en un pequeña casa en la calle Moreno, junto con sus dos hijos adoptados.

La promesa del compañero de fórmula de la Presidenta y De Jesús era concluir 176 casas en las siete manzanas que ocupa el barrio. “No terminaron ninguna. Todo lo que se hizo fue con el esfuerzo de los vecinos”, cuenta Alcira Rosales, que vive aquí desde hace 16 años. A su lado, su nieto Dylan, de 3, mira curioso.

Las casillas de maderas se ubican una al lado de la otra. Lo que dejó el municipio fue el piso y apenas unos centímetros de pared; después no aportaron más. “Me prometieron que iban a venir a tirar abajo lo que hicimos y que nos iban a construir una casa nueva, pero no pasó nada”, agrega Ramos. El plan que el municipio les ofreció a los vecinos consistía en un préstamo de unos 55.000 pesos a 25 años; la cuota era de 183 pesos por mes.

Las historias se repiten. Vecinos engañados reclaman soluciones urgentes y cargan sus broncas contra los políticos. Entre ellos, Amado Boudou tiene un lugar destacado.

“La plata de las viviendas se la comieron ellos [por Boudou y el ex intendente De Jesús]”, lanza Bety. A unos kilómetros, en Mar de Ajó, el panorama es más desolador.

En el barrio Villa Clelia, donde la promesa era construir 40 casas, sólo hay ruinas. Sobre los escombros sólo una familia se animó a edificar un hogar. Carina Caballero Coronel estaba en la calle con cuatro hijos y construyó en uno de los espacios destinados a las viviendas. En un ambiente de seis metros cuadrados se aprietan dos cuchetas, una vieja heladera y una mesa en el centro de la casa. Una raída sábana hace las veces de puerta. “Dormimos como podemos”, relata.

Son las historias invisibles de la corrupción. “Nuestras promesas tienen el valor de la palabra empeñada”, decía la carátula de la carpeta que el municipio en tiempos de Boudou entregó a los beneficiarios a los que nunca benefició. (La Nación)

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