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El transporte fue clave para que el paro se sintiera con fuerza en todo el país

El transporte fue clave para que el paro se sintiera con fuerza en todo el país - Foto:  LA NACION  / Aníbal Greco
01/04 – 09:10 – Lo que había nacido como un paro sectorial de los gremios del transporte se convirtió ayer en la más contundente huelga nacional de la serie de cuatro protestas que soportó Cristina Kirchner desde que llegó al poder.

Por: Nicolás Balinotti
Con la exigencia de modificar o eliminar el impuesto a las ganancias como eje central, el sindicalismo opositor, que contó en esta oportunidad con el respaldo de algunos gremios alineados con el Gobierno, paralizó parcialmente la actividad en el país y advirtió sobre un nuevo plan de lucha, que contemplaría en el corto plazo otra huelga (podría ser de 36 horas) y una movilización a la Plaza de Mayo. Impulsan esta medida Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, los referentes de las centrales obreras opositoras.

Desde la madrugada de ayer y durante casi todo el día, las calles de las principales ciudades del país estuvieron despobladas como si fuera un feriado y hubo altos índices de ausentismo en fábricas, empresas y escuelas debido a la adhesión de los sindicatos del transporte público de pasajeros, quienes fueron, en definitiva, el músculo más vigoroso para garantizar el alto acatamiento de la medida de fuerza.

El Gobierno, que había intentado hasta último momento persuadir con subsidios y advertencias de sanciones a los transportistas, minimizó el impacto de la huelga con el argumento de que Ganancias es tributado por el 10,2%de los trabajadores registrados y el 0,7% de los jubilados.

Por cadena nacional, la Presidenta dijo que el impuesto es “un aporte solidario”, y calificó a los gremialistas de “oligarcas” y de olvidarse de “los que menos ganan”. Además, Cristina Kirchner reivindicó sus logros de gestión en materia salarial, al recordar que en 2004 se reactivaron las negociaciones paritarias y el Consejo del Salario (ver página 9).

A diferencia de la lectura oficial, Moyano dijo que la huelga “fue contundente” y les hizo un guiño a los gremios que no comulgan con su liderazgo y que pararon.

Dos sindicatos que hasta hace poco integraron la CGT más afín a la Casa Rosada fueron las locomotoras de la huelga. Se trata de los colectiveros de la UTA y de los maquinistas de tren de La Fraternidad, cuyos referentes, Roberto Fernández y Omar Maturano, no asistieron ayer a la CGT para la evaluación del paro. Ambos mantienen sus diferencias con Barrionuevo y Micheli, y sus presencias no están aún garantizadas en caso de un nuevo paro. Detrás de la eufórica imagen de ayer, con los huelguistas en un mismo escenario, se levanta una nube de internas y pase de facturas que está sin solución. El portuario Juan Carlos Schmid, que quedó al frente de la alianza de transportistas, será clave para conciliar los egos y unificar posturas.

A diferencia de las otras veces, el paro nacional encontró eco también entre los gremios más cercanos al Gobierno. Antonio Caló, jefe de la CGT oficialista y de la Unión Obrera Metalúrgica, dio luz verde para que sus afiliados adhieran a la medida. Además, sin diferenciarse de Moyano y Barrionuevo, criticó los alcances de Ganancias y dijo que el reclamo “es legítimo”.

Hubo dos gremios vinculados a la central de Caló que hicieron pública su participación en la huelga: el de la Alimentación, que encabeza Rodolfo Daer, y la Federación de Petroleros y Gas, cuyo referente, Alberto Roberti, es, además, diputado nacional del Frente Renovador de Sergio Massa.

Otros referentes de la CGT oficialista se quedaron de brazos cruzados y en silencio. Jamás pensaron en movilizar a su tropa de adherentes para minimizar los efectos del paro, como habían urdido en otras oportunidades. Tampoco aceptaron el transporte alternativo y privado para ir a sus lugares de trabajo ni atacaron retóricamente a sus pares de la oposición, al argumentar que la protesta tendría fines políticos y electorales.

Los gremios actuaron así en tándem, dispuestos a exhibir su descontento y a enviar mensajes tanto para el kirchnerismo como para el futuro gobierno. No pretenden sólo una solución a Ganancias, demandan un interlocutor directo, permeable a sus reclamos.

Como sucedió en las otras huelgas, el sindicalismo opositor sumó el respaldo de los bancarios, de la CTA Autónoma, que lidera Micheli, y de sectores vinculados a la izquierda, que aportaron su habitual esquema de cortes y piquetes en los accesos a las grandes ciudades. Micheli se diferenció ayer de sus colegas cegetistas al enumerar un rosario de reclamos extra, más allá de Ganancias. Pidió por una suba del salario mínimo, el trabajo no registrado, un aumento de emergencia a los jubilados y el sinceramiento de los índices reales de inflación y desempleo. (La Nación)

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