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Moyano, Caló y Barrionuevo, otra vez juntos en una foto de unidad

Moyano, Caló y Barrionuevo, otra vez juntos en una foto de unidad
07/03 – 09:30 – Los líderes de las tres CGT volverán a reunirse mañana; surgen las primeras diferencias.

Por: Lucrecia Bullrich
No sólo en el Congreso jugará sus fichas el movimiento obrero. Mientras esperan que allí avance una reforma radical del impuesto a las ganancias (ver aparte), sus líderes siguen dando pasos lentos hacia la unificación. Los jefes de las tres CGT, Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló volverán a mostrarse juntos mañana para debatir la reunificación, después de casi cuatro años de ruptura y atomización.

Será la segunda “foto de familia”, una nueva puesta en escena del camino hacia la unidad, en menos de dos semanas. Además de Moyano, Barrionuevo y Caló estarán, en la sede de un gremio a definir, los referentes de las distintas facciones que conviven en la CGT Balcarce.

La lista incluye a Armando Cavalieri (Comercio), Carlos West Ocampo y Rodolfo Daer (Sanidad), en representación de “los Gordos”, y a Gerardo Martínez (Uocra), Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) por los “independientes”, entre otros. También se espera a los gremios del transporte, que la semana pasada, tal como anticipó LA NACION, definieron su reunificación en la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) para mayo, a Ricardo Pignanelli (mecánicos) y a gremialistas identificados con Moyano y Barrionuevo, desde ya. No estará Omar Viviani, que apoya la reunificación, pero cuestiona el apuro de sus pares.

A la reunión se llega con pocas certezas: la unidad no se dará antes de octubre, cuando vence el mandato de Caló al frente de la CGT que hasta diciembre fue oficialista. El respeto por su mandato tiene más que ver con la conveniencia que con la intención. Avanzar con cambios antes podría afectar la legitimidad de la nueva CGT.

De hecho el ánimo hacia Caló es, cuando menos, tenso. Sobre todo entre los integrantes de su CGT, que le endilgan haberse “borrado” en los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri (devaluación, escalada de la inflación, tarifazo y despidos) y haberse “colgado” del tren de la unidad recién ahora. “Nosotros hablamos de unidad hace un año. Caló se negó sistemáticamente y ahora, de la noche a la mañana, quiere aparecer como el héroe de la unidad”, se despachó uno de ellos ante LA NACION. El diagnóstico se repite entre la mayoría de los hombres de la CGT Balcarce.

Más allá del aislamiento de Caló, hay diferencias respecto de cómo debería ser la conducción de la nueva CGT. Moyano, Barrionuevo y Caló imaginan un triunvirato con un representante por CGT. Los tres se autoexcluyen de la carrera. En el moyanismo postulan a Juan Carlos Schmid (jefe de Dragado y Balizamiento y de la CATT), y cerca del gastronómico, a Luis Acuña (estaciones de servicio). En el caso de la CGT Azopardo, el candidato debería surgir de un acuerdo entre “los Gordos” y los “independientes”, razonan los que defienden la conducción tripartita.

Pero ese esquema tiene detractores. Son los que recuerdan como una pésima experiencia el triunvirato que Moyano y Lingeri compartieron con Susana Rueda (Sanidad) en 2004, cuya ruptura derivó en el unicato del camionero hasta el siguiente cisma en 2012.

Hay quienes creen que la nueva CGT debería tener un único líder y quienes, en el otro extremo, imaginan una conducción colegiada de más de tres. “Sería la única manera de contener a todos”, razonó un jefe gremial.

El debate sobre la reunificación encierra una paradoja. Por un lado, la coyuntura económica empuja a la unión. Por el otro, entraña riesgos. “Si se acentúan los despidos y no frenan los precios, la temperatura sube sola”, analizó ante LA NACION un sindicalista del transporte. La convivencia con un gobierno no peronista y las medidas tomadas hasta ahora aparecen como la amalgama perfecta para volver a convivir bajo el mismo techo.

Sin embargo, la mayoría cree que acelerar los tiempos y endurecer el discurso sería un error, que a Macri “hay que darle tiempo” y que tensar la cuerda a esta altura podría volvérseles en contra. Pesa el fantasma del “golpismo” que tantas veces sacudió el kirchnerismo. Allí hay otro motivo para no hacer grandes movimientos hasta después de octubre, pese a que las elecciones para definir la nueva conducción deberían convocarse en agosto.

Para eso falta medio año, en el que el gremialismo espera buenas noticias del Congreso y señales de Macri, que hasta ahora sólo cumplió a medias con lo que les había prometido. (La Nación)

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