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La cúpula de la CGT no definió el paro y la marcha se cerró con incidentes

La cúpula de la CGT no definió el paro y la marcha se cerró con incidentes
08/03 – 10:00 – La central lideró una masiva movilización, pero padeció una lluvia de insultos de manifestantes que exigían una huelga general; el acto exhibió fuertes diferencias internas; mientras tanto, siguen abiertas las negociaciones con el Gobierno

Por: Nicolás Balinotti
Héctor Daer improvisó sobre el cierre un discurso que nunca pudo terminar. A Juan Carlos Schmid se le entrecortó la voz ante la enésima interrupción. Y a Carlos Acuña, que fue el primero de los tres jefes en enfrentar el micrófono, casi ni se lo escuchó. Los silbidos y los abucheos silenciaron el mensaje de la cúpula de la CGT .

Sin acuerdo interno para romper el vínculo con el Gobierno, la CGT postergó ayer otra vez la definición de la fecha de un paro nacional para mantener abierta bajo presión una negociación con la Casa Rosada. La dilación, que ya lleva cinco semanas, fue lo que encendió el fastidio de la multitud que se arrinconó en Julio Roca y Chacabuco para rechazar la política económica del oficialismo.

Fue la segunda movilización en contra de la gestión de Mauricio Macri en 48 horas. El lunes se habían manifestado miles de docentes para exigir la reinstauración de la paritaria nacional, un pedido que volvió ayer a tener eco.

“Le decimos al Gobierno basta de este manoseo. Con el diálogo no hacemos nada. Fuimos prudentes hasta…”, intentó Acuña terminar la frase. Lo tapó una silbatina. El grito de la multitud se unificó con “paro general”, pero estalló con “pongan la fecha, la puta que los parió”.

Schmid parecía ser el mejor intérprete del malestar que se expresaba. “No estamos aquí para dilatar la protesta. Habrá medidas de fuerza a fin de mes”, dijo, y se ganó unos aplausos. Y agregó: “El Gobierno ve un retrato social y económico que la mayoría de nosotros no ve. Hay suspensiones, despidos y pérdida de salario”. Los silbidos lo empujaron a apurar un cierre. Acusó al Gobierno de resolver “con velocidad los problemas de los grandes grupos económicos”, pero no los de los “más débiles”. E ironizó: “De los brotes verdes no se ven ni ramas, la política de inversión y desarrollo es ir de compras a Chile”.

Ni Acuña ni Schmid precisaron la fecha del eventual paro. Todo indicaba que sería Daer, el último orador, quien iba a anunciar la medida. Sin embargo, el referente de Sanidad arrancó con un furcio: “Vamos a hacer un paro de 24 horas antes de fin de año… De fin de mes”. La gente se impacientó y volvió a estallar en un grito: “Paro general, paro general”. Y Daer respondió: “Si el Gobierno no rectifica el rumbo, vamos a hacer un paro con movilización”.

Los tres jefes de la CGT se miraban asombrados. Habían adelantado una hora el inicio del acto porque ya estaban al tanto del clima intolerante. Huyeron del escenario custodiados por patovicas y barrabravas porque un grupo de militantes identificados con el kirchnerismo de Berazategui y sectores de la izquierda los agravió con cánticos.

A pesar de la tensión, el canal de diálogo entre el Gobierno y los gremios continúa habilitado. Antes de la marcha, la cúpula de la CGT mantuvo una negociación a tres bandas, según precisaron a LA NACION fuentes del Ministerio de Trabajo.

Se avanzó en una eventual respuesta para los sectores industriales en problemas, como el textil o el metalúrgico. Se incrementarían los Repro, un subsidio estatal para actividades en crisis.

El otro punto fue que el Gobierno se comprometió a endurecer su postura ante los empresarios que incumplan el pacto antidespidos sellado en la mesa tripartita. El último ítem del borrador que podría servir de tregua son las paritarias. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, está dispuesto a incluir cláusulas gatillo en todas las negociaciones, para evitar que el salario real sea superado por la inflación.

En paralelo, otros dirigentes de la CGT mantienen negociaciones subterráneas con el Gobierno. Gerardo Martínez (Uocra) avanza en un plan de obras públicas y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) busca que se agilice la entrega de fondos para las obras sociales sindicales. Pero la negociación que podría sentenciar el eventual paro es la que llevan adelante los gremios del transporte por los subsidios. Roberto Fernández, jefe de la UTA, y Omar Maturano, líder de los maquinistas de tren, se abrieron ayer a último momento de la organización del acto.

Los ejes del reclamo fueron mucho más allá de denunciar el incumplimiento empresario del pacto antidespidos y de exigir un giro en la política oficial en lo relativo a las importaciones. La movilización también fue en rechazo al techo salarial de 18% que el Gobierno pretende fijar y en solidaridad con la medida de fuerza que llevan adelante los docentes. Entre el abanico de consignas hubo una que evidencia la escalada de la tensión: “Por la defensa de nuestros derechos”. En el sindicalismo se instaló la idea de que algunas conquistas, como la paritaria, corren riesgo.

Tras los discursos, con una lluvia de papelitos celestes y blancos, y la melodía de la marcha peronista, se buscó escenificar cierta armonía. Abajo del escenario, a la cúpula de la CGT le esperaba un clima hostil. (La Nación)

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