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“Peti” y “Turrón”, los ídolos de “El Polaquito”, el chico de 12 años que confiesa robos y crímenes

"Peti" y "Turrón", los ídolos de "El Polaquito", el chico de 12 años que confiesa robos y crímenes
17/07 – 11:30 – Uno fue asesinado cuando tenía 17 y ya era acusado de varios asesinatos. El otro está preso, está a punto de cumplir 18 y sus padres acaban de ser condenados.

Con la naturalidad que un chico de 12 años podría contar una anécdota de vacaciones junto a su mejor amigo, “El Polaquito” detalló la historia violenta que tuvo con otro ladrón mayor que él, con el que habían robado una camioneta. Recordó que le “tenían que dar su parte” cuando él mismo llevó el vehículo al barrio de Villa Soldati, a entregarlo.

“Una vez me cagaron. Yo le di un tiro en el cuello. Me quiso cagar mi plata”, recordó. Y siguió: “Vendimos la camioneta a 50 mil pesos, 25 para cada uno. Cuando íbamos bajando la escalera me agarró y entonces le disparé con una BersaThunder con regulación automática”.

“El Polaquito” no sorprendió pero sí conmocionó con su relato, obtenido para un informe de Periodismo Para Todos (PPT) de Jorge Lanata, que emite El Trece, sobre el acusado del robo del jardín de infantes N°14 Villa Caraza. Y lamentablemente no sorprendió porque no es la primera (tampoco será última) historia de un menor relacionada al delito.

Este chico tiene 12 años y en su ideal de futuro no hay mucho por fuera de la delincuencia. El mismo se encargó de dejarlo claro. “Yo soy el nuevo ‘Peti'”, dijo durante la entrevista. Peti ya murió, tenía 17 años cuando alcanzado por tres balazos en mayo del año pasado. Para “El Polaquito” es un referente, así como también ese menor que lo “quiso cagar”.

En esa anécdota se refiere a Maxi “Turrón”, que en septiembre cumplirá 18 años y ya es señalado por la Justicia como el autor material del crimen de un policía. Por ese hecho fueron condenados sus padres, acusados de “incentivar a su hijo a robar” y ser parte de una banda de enorme prontuario.

El veredicto fue leído el viernes pasado por el Tribunal Oral N° 3 de Lomas de Zamora. Jésica “La Rubia” González (33), mamá de “Turrón”, fue sentenciada a siete años de cárcel. Podrá cumplir la pena en su casa, ya que está embarazada y tiene otros cinco hijos.

A su ex marido, César Gustavo “Papilo” Aguilera (35), lo condenaron a nueve años de prisión y se retiró esposado de los tribunales. No será su primera experiencia tras las rejas: cuando su hijo mató a Alifraco, él estaba detenido en Olmos por una causa de piratería del asfalto.

El trágico final de “Peti”, el chico que no podía parar de matar

“Peti” había tenido que desaparecer de su territorio, donde se manejaba como pez en el agua. Había asesinado a un joven y estaban buscando venganza. Entonces se guareció en lo de su novia, en la manzana 12 de la Villa 15, en Ciudad Oculta, barrio porteño de Villa Lugano. Fue allí donde cuatro encapuchados se lo cruzaron. No le dieron ninguna oportunidad. Lo acribillaron de tres balazos con armas calibre 9 milímetros.

Eran las dos de la madrugada cuando Leandro entró en estado desesperante al Hospital Santojanni. Lo operaron, pero no pudieron hacer nada por salvar su vida. Según una investigación preliminar de la División Homicidios de la Policía Federal, lo asesinaron en el marco de un compleja trama de venganza.

Unos días antes de su muerte (el 26 de abril de 2016), un chico del barrio había sido agredido de varios disparos. Todos señalaron a “Peti” como el tirador y no se lo perdonaron. “Fueron a buscarlo directo para matarlo. El andaba con una bandita, pero solía robarle a ‘transas’ y consumidores. El problema es que robaba adentro de la misma villa y ahí no se aceptan ‘turrones’: en cuanto uno se hace el loco o el ‘malandra’ lo bajan enseguida”, contó a Clarín una fuente del caso.

Leandro llevaba pocos meses escondido en Villa Lugano. Los investigadores tenían lista una orden de allanamiento y sabían que sobre él pesaba un pedido de captura de la Justicia de Lomas de Zamora. ¿El motivo? El 2 de enero pasado había baleado a dos jóvenes para robarles, en Carlos Pellegrini y Warnes, Villa Jardín. Uno se salvó. Pero el otro, Jhonatan Palacios (16), murió.

Además del crimen de Palacios, “Peti” también estaba acusado de matar a Julio Acosta (20), un amigo suyo. Ese hecho sucedió el 6 de julio de 2014. Leandro tenía entonces solo 15 años. Acosta fue baleado en su propia casa, también en Villa Jardín.

En Villa Jardín, a “Peti” le tenían terror. Los vecinos preferían no cruzárselo, evitaban cualquier discusión, sabían que era pistolero, lo tildaban de “rastrero”. Y él era desconfiado, retraído, pero actuaba sin culpas ni remordimiento.

A mediados de 2014 (y solo en ese año) ya acumulaba más de 14 causas judiciales por tenencia y abuso de armas, lesiones graves, robos y, la más compleja, homicidio. Apenas días antes de matar a Acosta, había estado preso dos veces y se había escapado en forma consecutiva de tres institutos de menores. Siempre volvía al barrio.

“Turrón”, otro chico peligroso

Maxi “Turrón” (17) está detenido, acusado de matar a un policía e investigado por otros 14 delitos –entre los que hay seis homicidios más, robos, abuso de armas y asociación ilícita–.

La causa judicial que se inició en 2015 sobre este criminal precoz e indomable –a partir del asesinato del agente de la Federal Ezequiel Alifraco (33), en Villa Diamante (Lanús), durante un asalto– dejó ver el árbol genealógico delictual que, en algún punto, explica su prontuario.

Tras decenas de escuchas, la Justicia detuvo a la madre del chico y le agregó una acusación más al expediente del padre (que ya cumple condena por robo con armas en un penal bonaerense) por “instigar y determinar” a su hijo a cometer delitos.

Una de las tantas veces que “Turrón” cayó, su madre dijo que lo había entregado a la Policía. Pero su mentira se descubrió pronto. El 3 de septiembre de 2015, el chico cayó preso. También están detenidos sus dos temibles laderos: “Bebu” y “Musambe ” Gumucio.

El adolescente, que en el momento del crimen tenía 15 años, mantenía conversaciones cotidianas con su papá mientras estaba prófugo. En las charlas telefónicas, “Papilo” le daba consejos sobre cómo planificar un robo y hasta se encargaba de conseguirle “mano de obra” para sus golpes.

“Esperá que están por salir un par de pibes y algo va a pintar, Maxi. Y tampoco te vas a ir a regalar con guachos que después te mandan en cana”, le advertía a su hijo en uno de los diálogos. (Clarín)

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5 COMENTARIOS

  1. A veces las opiniones parias solo nos ponen en el mismo lugar de los criminales nazis que asesinaron a niños pequeños de esta misma edad, tan solo por ser judios, ozíngaros, o negros, o enfermos.
    Quien opina sin la experiencia de ver como la Vida se va de las manos de un ser humano, o cualquier otro ser vivo, merece reprobación.
    Con aquello de “salvémonos” del anónimo comentario aquí mismo, o de Nelson Castro por TN diciéndole al mundo, a todos lados donde llega la señal y parrafraseando -o no- a algún comentarista ocasional “hay que pegarle un tiro ya está perdido”, solo le hacen el juego a quienes verdaderos delincuentes usan a estos niños para cometer delitos total tienen menos de 18 y son descartables.
    La autopreservación no pasa por “matar un morocho” (realmente asqueroso el comentario) pasa por encontrar la forma de recuperar a esos niños y justamente SALVAR a los niños que son, sin otra variable, el futuro de nuestras sociaedades.
    “Pegarle un tiro” es pegarnos un tiro en la boca cada uno de nosotros, asesinar nuestro futuro pues por incapaces seremos inútiles de prevenir esta situación y lo peor: de curarla.
    Pero no hablo por boca de jarro; he tenido varias experiencias con niños y niñas delincuentes, la primera vez estaba sacando fotografías desde el alto de uno de los puentes de la autovía cuando me abordaron un grupo de 8 niñas menores de edad y a punta de pistola me sacaron el humilde equipo usado que usaba.
    La otra ocasión fue cuando realizaba el relevamiento fotográfico del entonces frigorífico Swift cuando todavía estaba “entero”, a media tarde y estando en el primer piso me abordaron no menos de 30 de una “patota”, la mitad por lo menos niños de ambas edades.
    Era “su” territorio, de grafitis, cervezas, vinpacks y bolsas de pegamento, un lugar abandonado que apenas era recorrido por las autoridades; y como tal me increparon que qué estaba haciendo ahí.
    Les explique y palabras van y vienen al final terminé la tarde completa recorriendo el lugar con ellos, explicándoles cómo funcionaba cada cosa y para que servía cada lugar.
    Estaban las calderas, los motores, incluso la chimenea y las cámaras frigoríficas aún, un pibe tal vez tenía 9 años en un momento me pidió ver la cámara que usaba, después otro y otro, nunca habían visto o tenido en sus manos un equipo de fotos.
    Se me ocurrió algo, los hice sacar fotos a todos con la promesa de publicar un pequeño libro con sus nombres y sus imágenes y me dieron una dirección de una casa precaria para llevarlo cuando esté impreso con el claro aviso de “te vamos a buscar si no lo hacés”.
    Pero lo hice a un mes, envolví los libros en papel de regalo y me fuí al lugar con el paquete; había gente adulta y rápido se pasaron la voz, en media hora estaban todos y repartí los libros.
    Fascinados fue un griterío de gusto, cada libro tenía mi teléfono, simplemente se los dejé y me fuí.
    Con el tiempo me fueron llamando, algunos para darme las gracias, otros para pedirme algún otro libro, y con el tiempo alguno para decirme que estaba estudiando comunicación en la universidad, o que estaba terminando el secundario de noche porque quería estudiar despues fotografía, o para invitarme a una comida que había pagado con su primer sueldo de laburo.
    No todos claro pero sí tal vez la mitad de ellos, niñas y niños, se recuperaron y me gusta pensar que yo ayude a eso.
    El camino facil lo toma cualquiera, cualquiera puede cargar una bala y tirar del gatillo, o como aca y alla otros otros incitan a hacerlo. Estos son habitualmente los que no mueven un dedo cuando le permiten a uno del “palo” evadir 8500 millones y encima le dan obra pública.
    ¿Acaso es justo y honorable matar a un niño de 12 años y dejar que funcionarios, políticos, empresarios, profesionales y familiares sigan viviendo la vida loca y riendose en la cara de todos nosotros?.
    El camino dificil es solo para aquellos que tienen el corazón grande y que han aprendido en la Vida que con ayuda sincera el Alma de un niño puede sacarlo de una vida miserable y dolorosa para todos y cada uno de quienes formamos nuestra sociedad.
    Y por favor, si alguien habla de exaltación del ego, que no entiende lo que digo, o que es un texto delirante, ahórrese los comentarios, digo lo que pienso y ya estoy de vuelta.

      • CAPO….. TENES RAZON ES FACIL OPINAR DE LOS CHORRITOS COMO VICTIMAS O HACER EL PAPEL DE SANTO SALVADOR DE CHORRITOS…. YA ESTAN MAL ESTOS NO TIENEN REMEDIO POR LA FALOPA QUE MAMARON DE UNA MADRE DROGADICTA Y UN PADRE EN LAS MISMAS CONDICIONES NO TIENEN PARAMETROS DE LO BUENO O LO MALO ELLOS MATAN Y LISTO Y SI LOS MATAN NO LES IMPORTA… EN FIN POR LO QUE YO HE VISTO AMI SE ME APARTECE UN TIPO DE ESTOS EN MI CASA LO C…. MATANDO AHI NO MAS ES EL O YO NO HAY MAS…..ASI QUE JAVIER OJALA NUNCA TE PASE NADA CON ESTOS CHORRITOS Y ASI TENGAS QUE CAMBIAR DE OPINION…. SUERTE…

        • Sres. “Capo” y “PATONombre”; respeto todas las opiniones, y las respeto mas cuando no son anónimas.
          Dar la cara y en este caso el nombre es algo que se ha olvidado por conveniencia y cobardía en nuestro país.
          Ambos hablan de la pérdida de una vida y verdaderamente espero nunca les toque ni la propia ni la de otros, y en tal caso si deciden tirar del gatillo espero que tengan el valor de quedarse a afrontar las consecuencias de matar a alguien.
          Es fácil juzgar e ironizar desde la oscuridad, nadie los ve y no arriesgan nada.

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