Las especulaciones en torno al nivel de autonomía que tendrá Peralta en su gobierno tienen fundamento en que allí está la clave que garantizará no solo el éxito de su gestión sino, y sobre todo, la paz social ausente durante el año que está finalizando por: Héctor Barabino.
Es que aún no fragua en el ánimo de los santacruceños el pésimo recuerdo que dejó el síndrome Acevedo y sus consecuencias institucionales, y la sociedad ya advirtió sobre los riesgos de un gobierno a distancia y sobre la poca voluntad que tienen los Kirchner para dejar que los santacruceños decidan por sí solos sobre su pasar y su futuro.
La imputaciones cruzadas entre intendentes salientes y sucesores que se ventilan por estas horas son la consecuencia natural de lo que dejó el modelo Kirchnerista imperante por mas de 12 años y que acaba de colapsar junto con su consecuente Kirchnerismo sin Kirchner.
Los municipios del interior están estallando como lamparitas ahora que ya no funciona el esquema de los aportes para déficit –estructurales y provocados- que regía en los tiempos de Kirchner para disciplinamiento de los jefes municipales y de sus comunidades.
En parte porque cambiaron los modales del ejecutivo, y otro tanto porque también cambiaron los intendentes quienes saben que el disciplinamiento partidario ciego a instancias de la susbsistencia de sus administraciones es una agonía a cuatro años.
De allí la virulencia de los ataques que los nuevos intendentes le prodigan a sus antecesores acusándolos de todos los males habidos y por haber.
En ese trámite no reparan siquiera en investiduras. Legisladores nacionales y provinciales, y flamantes funcionarios son tildados de corruptos y puestos bajo la sospecha pública ante una sociedad que a esta altura se debe estar preguntando a quien votó en la última elección.
Por eso es vital una nueva ley de coparticipación que rediseñe la distribución centralista y distorsiva de los fondos federales, y es lo que parece haber interpretado Daniel Peralta.
Son los cambios que se están dando en una sociedad que no puede ser la misma después de los momentos dramáticos que vivió en los últimos meses, y que en un sentido se adecuan al cambio del que presume el actual gobierno.
¿No dicen los Kirchner y Peralta que ellos son el cambio? ¿Qué les hace pensar entonces que ellos cambiaron pero la sociedad sigue siendo la misma?
La presentación del gabinete que acompañará al gobernador Peralta da una muestra de la relación de fuerzas entre Kirchner y el actual mandatario provincial.
El ex presidente sigue manteniendo su poder de fiscalización sobre la economía provincial, con Juan Campillo en Hacienda, Marcelo Cufré en el Instituto de la Vivienda, y sus hombres de confianza en Vialidad provincial y nacional.
Esto es, Kirchner preserva para sí el manejo de la obra pública provincial o con financiamiento nacional.
Por lo demás Peralta cuenta entre sus colaboradores de confianza a Jorge Mascheroni en Sociales; Gustavo Neyro en Gobierno; y un hombre de carrera en Educación como Roberto Borselli,
En la Secretaría general, Gustavo Martínez, pertenece a la línea FORJAR agrupación de jóvenes que se imagina en el poder durante los próximos 20 años siempre y cuando continúen ocupando cargos y disponiendo de la chequera oficial.
Para colmo ahora incentivados por el delirio hereditario -lamentablemente practicable- de Máximo, el hijo presidencial que quiere ser Intendente de la Capital provincial.
Así encara el nuevo gobierno sus cuatro años de gestión, con un contexto nacional favorable y una gran cuota de respaldo popular.
No obstante lo de fondo son las acciones y no el protocolo ni los sellos.
Desdoblar ministerios; elevar el rango de algunas secretarías; crear la figura administrativa de un ministro coordinador; inventar un ente que centralice el manejo de medios públicos; no sirven de mucho si no se tiene un proyecto de gobierno, y no se hecha mano a las cuestiones de fondo que verdaderamente van a direccional el rumbo de una provincia que vive en la permanente expectativa de los enunciados.
Además de la convocatoria a Paritarias aún en ciernes, y de la ya anunciada voluntad de rediseñar la coparticipación a los municipios; el gobernador Daniel Peralta tiene en su agenda mínima temas que son cruciales para los santacruceños:
la revisión del acuerdo con la PAE que él mismo firmó, y la decisión de someter al debate social la inminente recompra de acciones de YPF, entre los mas sensibles.
La clarificación y debida información pública sobre la desproporcionada relación costo beneficio de la obra Dique los Monos; la eliminación de la ley de lemas; el manejo transparente y justificado de lo que queda de los fondos depositados en el exterior, completan la ardua tarea pendiente.
Y dos cuestiones que van de la mano con la matriz Kirchner y que lo van a distinguir realmente de su mentor político si es que tiene intenciones de hacerlo: terminar con el manejo discrecional y corrupto de la pauta oficial, y con la obra pública cartelizada y cara, atendida por amigos.
La salud y la educación debieran ser políticas de estado que increíblemente después de cuatro períodos de Gobierno del Frente para la Victoria todavía no tienen un diseño de gestión. Consecuencia natural de haber promocionado como políticas en educación y salud, los metros cuadrados de mampostería en escuelas y hospitales.
Hasta el momento el gobernador dio muestras de amplitud en la relación con la sociedad y sus emergentes, como la oposición y los medios de comunicación.
Tuvo reflejos para volver atrás con algunas medidas antipáticas como el subsidio para la construcción de una cancha de golf; y los despidos en Servicios Püblicos.
En otras lo hizo a medias, como el esquema tercerizado de reconocimientos médicos docentes que prometió emprolijar una vez que venza el irregular convenio vigente con Lavoro.
Y en algún caso mostró las cicatrices de la relación con Kirchner, como con el decreto que dispone que todos los santacruceños subsidien parte del sueldo que pagan las constructoras que se sabe están vinculadas al poder político, y no necesitan de los 500 pesos mensuales por trabajador que dispendiosamente les otorgó recientemente el gobierno.
Su relación con la intendencia de Río Gallegos no escapa al análisis político provincial toda vez que forma parte del protocolo de exigencias que el Frente para la Victoria suele imponerle a quienes actúan en su nombre.
A Peralta se lo vió civilizadamente junto al Intendente Roquel durante los actos oficiales por el aniversario de la Ciudad.
Sabido es que la capital le es esquiva a los kirchner tras el paso de Aburto por la gestión municipal, y por el descontento social de los ríogalleguenses que no tratan a los Kirchner desde hace 8 meses.
Las publicaciones nacionales que dan cuenta de las intenciones de “recuperar la municipalidad” mencionan a Máximo Kirchner como el aspirante a desplazar a Héctor Roquel.
Es en este contexto febril que durante una reunión partidaria una voz de mando amenazó: “a Pirincho hay que matarlo en los primeros seis meses”, y los artilleros serían los concejales Gómez Bull y Pablo Grasso dispuestos a llevar hasta sus últimas consecuencias los deseos de su amigo Maxi 2011.
Según esta misma visión Raúl Cantín es el responsable de que Roquel haya sido reelecto porque fue muy blando con el intendente radical mientras ocupó la presidencia del Concejo.
El ninguneo al que está sometido Cantín pareciera corroborarlo.
El candidato del Frente para la Victoria que sacó mas de ocho mil votos hace 40 días, ni siquiera integra la lista de buena fe de los probables colaboradores de la gestión provincial.
Para colmo, Adriana Reyes su reemplazante y quien además llegó al cargo a instancias de Cantín, no respetó herencias y dejó afuera de sus cargos a muchos de sus ex colaboradores.
La nueva presidente del Concejo debutó con impronta de “dama de hierro” obediente solo a los postulados de su líder Néstor Kirchner “quien no le preguntaba a nadie si quería quedarse en el cargo”, según refirió en una de sus primeras y temibles declaraciones públicas.
El año que se iniciará en unos días tendrá éstos y otros condimentos que nutrirán la política provincial y por ende marcarán el rumbo de lo que pase con la sociedad de Santa Cruz que vivió un año inimaginable para una sociedad pacífica con aparentes rasgos de conformismo, y que seguramente nadie quiere volver a reeditar.
“De las crisis no se sale ni mejor ni peor, se sale distinto. Solo el paso del tiempo y la reflexión individual sobre la experiencia vivida dirá si nos dejó mejores o peores”
Por lo pronto, felices de dejar atrás el 2007. (Héctor Barabino/Agencia OPI Santa Cruz)