El país pasa por un difícil momento y el gobierno quiere aplicar recetas inconvenientes. Busca dividir un país entre buenos y malos, mientras se rodea de indeseables y arma para mañana un acto pagado, obligado y con militantes arriados a una plaza que simulará ser espontánea pero que ya sabemos es la plaza de la obligación.
Se puede disimular un tiempo pero no se puede disimular todo el tiempo. La presidenta tiene la obligación política de buscarle una salida al conflicto y los productores deben asumir el compromiso social de no perjudicar al país con acciones que luego todos lamentarán pero nadie podrá enmendar.