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Maldito aguante

Cristina Kirchner en uno de sus discursos
15/05 – 18:30 – “Tengo aguante, pero no de ahora, desde hace mucho tiempo.”La frase no le pertenece al Cholo Simeone ni a Ramón Díaz.

Por: Reynaldo Sietecase

No fue dicha al finalizar un partido de fútbol. La imagen tribunera fue utilizada por la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, durante un acto en Jujuy la semana pasada. Quería ratificar su convicción y su coraje a la hora de enfrentar la pulseada con el campo. El aguante es el concepto que manejan los hinchas para justificar cualquier cosa por el amor a la camiseta. De esta manera, los fanáticos terminan aceptando desde el mal juego del equipo, la administración ineficaz o fraudulenta del club, hasta la violencia. Todo en nombre del aguante.

Aguantar, es el verbo de moda en el país que avanza tambaleante hacia el bicentenario de su nacimiento. Según el Diccionario de la Real Academia significa la capacidad para “soportar el sufrimiento” pero también remite a “tolerancia y paciencia”. Vaya paradoja, el uso coloquial del término aguante es contradictorio con las ideas de tolerancia y paciencia que indica el diccionario.

Alfredo De Angeli le respondió a Cristina con su propia versión del aguante: “La lucha es larga, señora Presidenta, a duro, duro y medio”. El dirigente de la Federación Agraria Argentina de Entre Ríos pasó del legítimo protagonismo en las protestas a una suerte de adicción mediática, que él mismo reconoció. Sus declaraciones sobre la existencia de armas entre los productores, sus advertencias, complican más de lo que ayudan a la hora de entablar una negociación.

El exagerado protagonismo de De Angeli obligó a Eduardo Buzzi, el titular de la Federación Agraria, a redoblar su aguante. El entusiasmo lo llevó a sostener que más que las retenciones móviles lo que se discute es “el modelo de país”.

Algo incomprensible, en boca de un dirigente que sabe perfectamente que en un estado de derecho los proyectos políticos se confrontan en elecciones. El gobierno nacional ya había incurrido en una falacia similar cuando alertó sobre un intento de golpe de Estado ante las primeras protestas del campo.

“Vamos a ir a las rutas para denunciar a los grupos dominantes que quieren volver a los 90.” Luis D’Elía ya había mostrado que tiene aguante, cuando concurrió a la Plaza de Mayo para “romper” una movilización de caceroleros anti- K. Incluso no dudó en pegar una que otra trompada “en defensa de la democracia”.

Un grupo de productores entrerrianos sitió la intendencia de Crespo, con una consigna: “Si el intendente no nos atiende lo vamos a echar”. Una imagen del más puro aguante. Finalmente el encuentro se realizó y nadie se hizo cargo de la amenaza.

El domingo pasado un grupo de productores vinculado a la Sociedad Rural le hizo un escrache al presidente del bloque del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados, Agustín Rossi. El legislador santafesino estaba en su casa con sus dos hijos pequeños. La Sociedad Rural es una de las entidades que estuvo más cerca de la última dictadura. Sin embargo, no se privó de utilizar un método de denuncia popularizado por la agrupación HIJOS para señalar a represores. Escrachar a un diputado oficialista, eso es tener aguante.

Al intendente de Pergamino, Héctor Gutiérrez, un radical K, los chacareros le regalaron un par de rodilleras para que use en su próxima visita a la Casa Rosada. Ofendido por la sucesión de estos hechos, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, denunció a los productores por apretar a intendentes y gobernadores. Minutos después, se dedicó a llamar a gobernadores e intendentes para que no recibieran a productores. El Gobierno no puede aceptar que le discutan el monopolio del “apriete político”.

¡Aguantaremos! Dicen en ambos lados de la trinchera, alimentando de manera irresponsable una espiral que puede terminar en graves hechos de violencia que después todos saldrán a rechazar. Pero será tarde.

En la Argentina, donde la vida y la política se han futbolizado, el aguante es un desafío tan vano como innecesario. El aguante no alcanza para ganar un partido de fútbol y, mucho menos, para resolver una crisis política. En la cancha, para ganar hay que jugar bien, con talento e inteligencia. Ni gritar hasta la afonía, ni vivir colgado del alambrado, ni andar a las piñas con todo aquel que defiende los colores del adversario pueden modificar un resultado. (Diario Crítica)

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8 COMENTARIOS

  1. Estimada Claudia no aceptamos operaciones en contra de nuestra página ni de las personas que trabajan aquí ni relacionadas con nuestro portal. Por lo tanto si querés expresar comparaciones y pasar mensajes encubiertos a los lectores, podés hacerlo con otros portales, no con el nuestro. Son muchos los que tratan de bajarnos las defensas (obviamente a través de la cosa anónima y artera) pero solo nos fortalecen y hacen que redoblemos la apuesta. Además muchos van a tener una sorpresa cuando se enteren que Internet no es tan anónimo como piensan. Ese día, estimada Claudia en este mismo sitio podrás leer los nombres y apellidos de todos aquellos que nos tratan de amedrentar desde la sombras Te agradecemos tus buenas intenciones, pero somos un medio con cuatro años de mucho trabajo e investigación seria y jamás dependimos de nadie para llevar adelante nuestra actividad y además DAMOS LA CARA, cuestión que muchos no pueden hacer.
    Saludos.

  2. es re anonimo navegar en internet si se quiere! por eso yo tengo aguante porq se q usar para ser anonimo, pero bueh, es otro tema! el aguante k es impresionante, son unos tipos de madera

  3. el pueblo también tiene bastante aguante con todo lo que esta pasando y lo que hacen los kirchner que incentivan la violencia por medio de delia y piqueteros .no queremos violencia .es muy feo todo lo que esta pasando.

  4. Recojo como lo más atinado de Sietecase, que en la Argentina se ha futbolizado la vida y la política. Para mí es lamentable, porque creo que el fútbol tiene más de malo que de bueno.Ejemplos: barras bravas, violencia, intolerancia, sólo tiene valor el ganador, a partir del segundo nadie existe, mercantilismo orientado sólo para la ganancia de unos pocos, a costa de la sangría de la “gilada”. Y como bueno, nada más que el solaz y esparcimiento, hoy en día reducido a su mínima expresión. El grito desaforado “¡AGUANTE!”, no es otra cosa que un exceso verbal amparado en el anonimato. Confesar que uno tiene aguante, no es otra cosa que un acto de soberbia, amparado en la seguridad que da el poder

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