Tres constantes del kirchnerismo: odia al periodismo y a la justicia y fomenta la timba nacional

21/05 – 10:00 – El kirchnerismo tiene rasgos propios que lo diferencian de cualquier otro espacio político que hayamos conocido a nivel nacional. Es similar al menemismo en lo banal y ordinario, pero es una profundización exacerbada de la lógica del caudillo riojano, con una adicción mayor a la mentira obscena, al descaro, la negación y promueve como ninguno, la subestimación lisa y llana de la inteligencia pública. Odia visceralmente al periodismo y a la justicia, dos elementos claves a combatir y sojuzgar para lograr sus propósitos infames y desde antes del 2003, Néstor armó en Santa Cruz, el prólogo de la timba en que, luego, convertiría al país. (Por: Ruben Lasagno)

Ya ni siquiera se trata de ser kirchnerista o antikirchnerista para analizar más o menos objetivamente este fenómeno implantado o trasplantado desde el sur, de la mano del inefable Duhalde y personificado en el patagónico Néstor Kirchner.

No hay dudas, que luego de 11 años de gobierno, este subespacio generado dentro del peronismo, da mucha tela para cortar; permite avistar los horizontes de sus limitaciones y la marginalidad de sus intenciones, a la vez que reconocerle algunos logros importantes, que son absolutamente eclipsados por la enorme corrupción que atraviesa a todas sus gestiones (NK y CFK), mucho mayor aún que la menemista.

El apriete, la provocación, el desborde discursivo, la violencia partidaria, la división social y la mentira constante, son rasgos distintivos de su génesis. En este marco de intolerancia, prepotencia y soberbia, el kirchnerismo/cristinismo, tiene dos enemigos a batir en lo inmediato: el periodismo y la justicia. Y un negocio por expandir en el país: el juego.

Esas premisas la desarrolló muy bien Néstor mientras gobernó Santa Cruz. Controló los medios a través de la pauta oficial y la hipocresía de sus propietarios, enmudeció las críticas extorsionando a diarios y radios con los dineros públicos y si algún periodista osaba en aquellos días esbozar una crítica a su labor política, lo perseguía, lo hacía despedir y seguramente, al menos en Santa Cruz, era difícil que volviera a ejercer su profesión de informar.

A nivel nacional no hizo más que profundizar “el modelo” y actuó en consecuencia. El kirchnerismo odia al periodismo crítico o libre, porque ejerce un contrapoder que no es compatible con sus intereses políticos y económicos. El objeto del deseo K que es el enriquecimiento y la suma del poder absoluto, de lo cual hay sobradas pruebas, con una familia presidencial que entró con 6 millones de pesos de patrimonio y al final de la década ganada ronda los 100 millones o más, es la manifestación más clara de lo que tratamos de decir en estas líneas.

El kirchnerismo desprecia profundamente al periodismo libre, no le otorga validez y si pudiera desterrarlo constitucionalmente y lapidar a quienes lo ejercen, lo haría. Más allá de los errores y cuestionamientos que pueda recibir una investigación periodística que siempre es perfectible, en general, es información veraz que se genera como disparador de acciones mayores, normalmente impulsadas por la justicia que suele tomar esa información para iniciar investigaciones de orden penal, en contra de los poderes involucrados.

El periodismo libre, es la única herramienta que tiene la sociedad para saber qué hace el gobernante; la única arma social para deschavar al poder y como por allí se dijo, “el periodista es un espía de la gente”, alguien que se involucra y compromete para sacar a la luz lo que el poder de turno trata de ocultar por intereses varios. Por eso y no por otra cosa, el kirchnerismo odia a la prensa.

El otro karma del mundo K es la justicia. Acostumbrados a poner y sacar jueces y fiscales en Santa Cruz, si bien la receta se le complicó bastante a nivel nacional, ha logrado desbaratar gran parte del aparato judicial, contaminarlo, reformarlo y destruirlo en los conceptos básicos de independencia y transparencia.

Sin ánimo de ponernos a enumerar cosas archisabidas, la barbaridad del juicio al Fiscal Campagnoli es paradigmático. Hemos asistido a todo tipo de acción bizarra e invasiva por parte del gobierno a la justicia, pero la brutalidad con la cual intentan forzar la salida y destrucción del Fiscal a cargo de la investigación de lavado de dinero, para preservar a Lázaro Báez y con él a la familia presidencial, no se ha visto en ninguna otra parte del mundo, excepto en países que figuran al tope del ranking de corrupción y la más baja calidad institucional. Al punto de esperar la anestesia mundialista para juzgarlo. Una vergüenza.

Otra arista de “el modelo” potenciado luego de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, es el crecimiento y expansión del juego. Sin ninguna duda, Santa Cruz fue el tubo de ensayo para Cristóbal López, a quien se le abrió la puerta provincial, cuando se hizo amigo del entonces gobernador santacruceño. Las principales localidades tuvieron sus salas de juego. Allí donde había plata del petróleo, creció un casino y paralelamente, se destruyó a la población como “un riesgo colateral” de esta política que buscaba el enriquecimiento fácil y rápido, de un negocio sin control, que, hoy se sabe, tiene profundos defectos, ninguno tan inocentes que no permita pensar en la existencia de una premeditada acción para enriquecer monumentalmente a pocos, entre otros, a López.

Hoy se sabe, a través del diario Clarín, que desde la llegada de Kirchner a la presidencia de la nación el juego se incrementó un 64% en el país. Según los datos aportados, desde el 2003 se abrieron 148 salas de las 378 que existen hoy. Mueve anualmente alrededor de 105 mil millones de pesos, está concentrado en 15 grupos financieros y de ellos cinco personajes que acaparan la mayor parte de la torta, entre ellos el chubutense Cristóbal López, el mayor beneficiado.

Siempre de acuerdo a la investigación de Clarín, entre 2005 y 2010, se inauguraron 22 casinos en las provincias y se expandieron significativamente, los tragamonedas.

Entre los que se enriquecieron figuran: el principal conglomerado del sector que maneja López (Casino Club- HAPSA-TecnoAccion), facturó $5.570 millones según datos de 2012. El grupo Codere factura cerca de $1.950 millones, Boldt $1.350 millones, y luego se ubican Argentine Gaming Group (AGG), con una facturación estimada de $750 millones y la Compañía de Entretenimiento y Turismo (CET) con $700 millones anuales.

Estos cinco grupos manejan 27.803 tragamonedas en un total de 35 salas de juego y López solamente manejaba 5.000 tragamonedas en el 2003 y hoy más de 13.000 máquinas. La provincia de Buenos Aires, desde que es gobernada por el kirchnerista Daniel Scioli, se constituyó el territorio con más despliegue del juego en el país.

Después, desde la pantalla de la televisión, debemos asistir a la mentira, corporizada en los mensajes emocionales firmados por “Presidencia de la Nación”, llamando a combatir la ludopatía. Esta dualidad, esta hipocresía y la práctica permanente del doble discurso, hace del kirchnerismo un espacio poco confiable y nada creíble, que ha perdido, por voluntad propia, la credibilidad pública que alguna vez usurpó cuando llegó al máximo poder político del país. (Agencia OPI Santa Cruz)