17/07 – 10:15 – La presidenta Cristina Kirchner aprovechó ayer su intervención en la cumbre conjunta del grupo Brics y la Unasur para advertir que, si bien no dejará de pagar sus deudas, la Argentina podría entrar en un default no deseado por culpa de los fondos buitre y de la justicia de Estados Unidos.
Por Mariano Obarrio
Además, endureció su posición en la negociación con los holdouts al insistir en “invitarlos a que entren al canje”, con una quita de 65% de la deuda, con lo cual, según dijo, “ganarían el 300% desde 2008”.
En esta ciudad, la Presidenta blandió la idea (que circula dentro del Gobierno) de que el 30 de julio podría haber un default técnico, cuando venza el plazo de gracia para pagarles a los bonistas que entraron en los canjes de 2005 y 2010. Pero aclaró que no se llegará a esta situación porque su gobierno les haya dejado de pagar, algo que hizo en el primer vencimiento el 30 de junio pasado, sino por culpa de los holdouts.
“Se deberán hacer responsables los que no les dejan percibir su dinero a los legítimos tenedores”, advirtió la Presidenta ante 15 mandatarios de la Unasur y del grupo Brics (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica). Se refería a los fondos NML Capital y Aurelius, y al juez federal de Nueva York Thomas Griesa, que dispuso pagarles a los fondos buitre los 1330 millones de dólares que reclamaban, es decir, el 100% de su valor nominal, sin quita alguna.
Esta advertencia provocó ayer incertidumbre en los mercados, lo que derivó en una baja de los títulos y bonos argentinos.
“Es importante también aclarar que la Argentina, pese a las amenazas, pese a lo que hoy se considera prácticamente un chantaje por parte de estos sectores, ha pagado su deuda”, afirmo Cristina Kirchner.
La Presidenta estuvo acompañada por sus ministros de Economía, Axel Kicillof, y de Industria, Débora Giorgi; el canciller, Héctor Timerman; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; su vocero Alfredo Scoccimarro; el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, y el embajador argentino en Brasil, Luis Kreckler, además de legisladores, entre los cuales estaba el macrista Diego Santilli.
En una nueva vuelta de tuerca a la negociación con los holdouts que se lleva adelante en Nueva York -y que se reanudará el martes próximo-, Cristina Kirchner insistió en “invitarlos a que entren al canje”, pero advirtió que ello implicaría una quita del 65% de la deuda. “Ganarían el 300% desde 2008”, señaló. Ese fue el año en que compraron sus bonos en default y a bajo valor.
“La Argentina no va a entrar en default porque va a pagar su deuda. Les ofrecemos a los fondos buitre entrar al canje, porque el canje está abierto. Es pagarle en las condiciones justas, equitativas y legales”, manifestó la jefa del Estado.
Esa oferta es inaceptable para quienes tienen un fallo por el 100% del valor de los bonos. Se especula en medios oficiales que esto puede ser un principio de negociación. Si ofrece más dinero, el resto de los bonistas podría reclamar igual oferta en virtud de la cláusula RUFO, que vencerá en diciembre próximo. Desde enero de 2015, la Argentina podría quedar liberada y pagar el resto del valor en bonos, a largo plazo y en varios pagos.
Cristina advirtió que si los holdouts no aceptan ingresar en el canje es porque “quieren tirar abajo la reestructuración”, no ya con un fin jurídico, económico o financiero, denunció, sino que “vienen por eso, por un interés geopolítico” sobre “nuestras riquezas” en petróleo, gas y alimentos. “Vienen nuevamente para querer imponer un sobreendeudamiento en una Argentina muy rica, octavo país en territorio, tiene apenas 40 millones de habitantes, segunda reserva de gas y cuarta de petróleo”, dijo.
Al salir del recinto, ante los periodistas, la Presidenta, de buen humor, pero reticente a contestar preguntas -temía que le preguntaran por el reemplazo de Amado Boudou, ayer a cargo del Poder Ejecutivo (ver aparte)- también aseguró que la Argentina recibió el apoyo de los países del Brics y la Unasur por el conflicto con los fondos buitre.
Sin embargo, contra lo que esperaba el Gobierno, la cumbre de los Brics no firmó ningún documento oficial que dejara sentado ese respaldo como un pronunciamiento formal. Sólo hubo menciones en los discursos.
“La Argentina se vio gratificada con un amplio apoyo de los países del Brics respecto de la situación de los fondos buitre y su intento de tirar abajo la reestructuracion de la deuda que trabajosamente hizo la Argentina de 2005 a 2010”, dijo. Y reiteró allí la nueva propuesta de que ingresen en el canje.
Y reclamó: “Convocamos a todos los países a generar bienestar, a aunar esfuerzos en esta verdadera cruzada para una nueva organización global en materia política, económica y financiera”.
Cuando se retiraba, Cristina se acercó nuevamente a los periodistas y dijo: “Me olvidé de decir algo importante. La presidenta Dilma Rousseff hizo al final una propuesta que llevará al G-20 el tema de la reestructuración de la deuda soberana, porque no es un tema de la Argentina sino puede afectar a todos los países. De hecho afectó a Brasil durante 20 años, así que la propuso como tema a discutir en el próximo G-20 en Australia”.
Un funcionario argentino aseguró a LA NACION que “Dilma salió con los botines de punta y dijo que los Brics respaldarán su propuesta en el G-20”.
En otro sector, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dijo a los periodistas que “el caso de Argentina es irracional e insólito. Todos los países manifestaron su apoyo a la Argentina y la necesidad de una solución práctica”.
Tampoco el tema fue tocado en el documento emitido anteayer por los Brics en su cumbre de Fortaleza, tal como había especulado el gobierno argentino.
“No estamos confundidos en absoluto, hicimos, precisamente, lo que teníamos que hacer: el 30 de junio, pagamos, porque tal vez, lo que pretendían era que no pagáramos y entonces sí, constituirnos en mora”, dijo Cristina en su discurso de 26 minutos.
Durante la reunión de ayer en Itamaraty con los mandatarios de la región, China, Rusia, India y Sudáfrica, no se abordó la posibilidad de permitir el acceso a los Brics a nuevos países, una aspiración que tiene la Argentina en el largo plazo. (La Nación)