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El paro se sintió con fuerza y amenazó el sindicalismo opositor con más protestas

El paro se sintió con fuerza y amenazó el sindicalismo opositor con más protestas - Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
10/06 – 09:20 – Con duros mensajes al Gobierno que se despide y advertencias solapadas al que vendrá a partir de diciembre, el sindicalismo opositor convirtió ayer un paro sectorial y aislado de los gremios del transporte en una contundente huelga general, la quinta que enfrentó Cristina Kirchner desde que llegó al poder.

Por: Nicolás Balinotti
A diferencia del paro nacional del 31 de marzo pasado, esta vez el eje central de la protesta fue el pedido de paritarias libres ante la intromisión del Gobierno en las negociaciones salariales entre empresarios y sindicalistas para establecer un techo de 27 por ciento a los aumentos. Se mantuvieron, además, la exigencia de modificar o eliminar el impuesto a las ganancias y el reclamo de un incremento del monto de las jubilaciones y el salario mínimo.

Desde la madrugada de ayer y durante casi todo el día, las calles de las principales ciudades del país estuvieron despobladas como si fuera un feriado y hubo altos índices de ausentismo en fábricas, comercios, empresas y escuelas debido a la adhesión de los sindicatos del transporte público de pasajeros, quienes fueron, en definitiva, el músculo más vigoroso para garantizar el alto acatamiento de la medida de fuerza.

Con los canales de diálogo minados, los impulsores de la huelga dudan de que surja una respuesta oficial a sus reclamos. Por eso, advirtieron casi a coro sobre la necesidad de reciclar su plan de lucha, que contemplaría, para después de las elecciones primarias del 9 de agosto, una nueva protesta, que podría ser de 36 horas e incluir una movilización a la Plaza de Mayo. Debaten esta idea Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, los referentes de las tres centrales obreras opositoras. La alianza de 22 gremios del transporte, por separado, prevé renovar sus reclamos con medidas sectoriales y escalonadas.

Con la Presidenta de gira por Italia durante la jornada de huelga, diferentes voceros del Gobierno calificaron la medida de “política y electoral”. El diputado Edgardo Depetri, que había acusado a los huelguistas de querer “instalar un caso similar al de Mariano Ferreyra” (asesinado en 2010 durante una protesta sindical) y provocar “hechos de violencia”, dijo que el paro “fue extorsivo”. Omitió, pese a su oscuro presagio, decir que no hubo un solo incidente.

A diferencia de la lectura oficial, Moyano dijo que la huelga “fue muy importante” y volvió a la carga contra el tope salarial que impuso el Gobierno en las paritarias. “Cuando le pongan techo a la inflación, les vamos a poner techo a las paritarias”, desafió el líder de la CGT con base en Azopardo (ver página 7).

A pesar del pedido del sindicalismo peronista, el Frente de Izquierda de los Trabajadores desplegó ayer su habitual esquema de piquetes en los accesos a los grandes centros urbanos de todo el país. Los cortes tuvieron un efecto disuasivo que ayudó a la postal de parálisis (ver aparte).

Con el calendario electoral en curso, y con algunas paritarias cerradas, el sindicalismo oficialista esta vez se mantuvo al margen de la huelga. Fue así, al menos, de manera pública y directa. Hubo una excepción: sólo anunció su adhesión la Federación de Petroleros y Gas, cuyo referente, Alberto Roberti, es, además, diputado nacional del Frente Renovador de Sergio Massa.

La postura pública de los gremios oficialistas no había sido similar en el paro del 31 de marzo pasado, cuando Antonio Caló, jefe de la CGT alineada con la Casa Rosada, respaldó los argumentos de la protesta y liberó a sus afiliados de la Unión Obrera Metalúrgica para adherir a la medida.

Sin embargo, se sumaron ayer solapadamente diferentes gremios industriales y un puñado de seccionales del Sindicato de Empleados de Comercio, cuyo líder, Armando Cavalieri, retrocedió en la firma de un aumento salarial de 30% por presiones del Gobierno.

Por primera vez en la serie de cinco paros, el gremio mercantil rompió con su pasividad. El giro se comprobó en la calle, con los negocios con persianas bajas, pero también en las cifras que divulgó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa. El organismo informó que el comercio perdió 1680 millones de venta, con una caída del 60% frente a un día con actividad normal.

Tanto Moyano y Barrionuevo como el triunvirato que está al frente de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) trabajan para posicionarse cuando el kirchnerismo ya no esté. Su desafío es condicionar al futuro gobierno con sus reiteradas muestras de poder. En la intimidad, aseguran que el sucesor de Cristina Kirchner no podrá hacer planes sin ellos y mucho menos prescindir de ellos, tal como lo hizo la Presidenta, quien eligió como sus exclusivos interlocutores sindicales a las dos centrales oficialistas, la de Caló y la CTA de Hugo Yasky.

Difícilmente el kirchnerismo vaya a dar marcha atrás en su política ante el sindicalismo opositor. Negoció el tope en las paritarias con Caló y Yasky, y junto a ellos definirá, entre agosto y septiembre, el porcentaje de la nueva suba del salario mínimo, que actualmente es de $ 4716. (La Nación)

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