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Cómo se calcula la pobreza en Europa y en América Latina

Sin dar explicaciones, el Indec ocultó ayer los datos de pobreza e indigencia de 2013bre
15/06 – 09:45 – Algunas estadísticas muestran a países ricos y desarrollados con una proporción de pobres similar a la de naciones mucho más rezagadas. La explicación está en los diferentes criterios utilizados para medir.

Por: Dario Mizrahi
España es uno de los países más vulnerables de Europa en términos socioeconómicos. Argentina, uno de los que tiene mejores indicadores sociales en América Latina. Una comparación entre ambas naciones puede resultar muy esclarecedora de las enormes diferencias que hay entre las dos regiones al momento de calcular los niveles de pobreza.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España es pobre el 22,2% de la población. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), de Argentina, dejó de medir este dato en 2013, pero la presidente Cristina Kirchner aseguró esta semana en un discurso ante la FAO que estaba por debajo del 5 por ciento.

¿Cómo se calcula la pobreza en Argentina? Primero se establece el valor de una Canasta Básica de Alimentos (CBA), que estima el ingreso mensual que debe alcanzar una persona para cubrir sus necesidades alimenticias. La CBA marca la línea de indigencia, y a partir de ella se elabora la Canasta Básica Total (CBT), que incluye todos los bienes y servicios que una persona necesita consumir para no ser pobre.

En diciembre de 2013, la CBT era de 577 pesos, que al inaccesible tipo de cambio oficial representa 64 dólares. Como la inflación medida por el Indec fue del 23,9% en 2014, el valor de la CBT y de la línea de pobreza (LP) actualizado para diciembre de ese año sería de 715 pesos (79 USD).

Siguiendo este criterio, el nivel de pobreza oficial estaría efectivamente en el orden del 5%, o por debajo, ya que la media de ingresos del primer decil poblacional (el 10% más pobre) es de 893 pesos (99 USD).

¿Cómo es el cálculo en España? En vez de establecer el valor de una canasta, el INE -al igual que el resto de los organismos estadísticos europeos- dice que está en riesgo de pobreza toda persona que gane menos del 60% de la mediana de ingresos de la población. Es decir, de lo que gana la persona que está exactamente en el medio de la escala distributiva.

La mediana en España es de 1.105 euros mensuales (1.245 USD), de modo que la primera mitad del país tiene una renta inferior, y la otra mitad, una renta superior. La LP es entonces de 663 euros (746 dólares).

En términos absolutos, la LP de España es diez veces más alta que la de Argentina (746 dólares frente a 79), lo que de por sí podría explicar por qué hay tantos pobres más. Aunque es cierto que el costo de vida no es equivalente.

¿Qué pasaría si en Argentina se calculara con el mismo método que en España? La mediana de ingresos en Argentina ronda los 5.000 pesos (553 USD), según datos del Indec para el cuarto trimestre de 2014. De modo que el umbral de pobreza sería de 3.000 pesos (332 USD), que es el 60% de 5.000.

Considerando que el ingreso promedio del tercer decil poblacional es de 2.950 pesos, se puede inferir que sería pobre entre el 25 y el 30 por ciento de la población argentina. Es decir, cinco o seis veces más de lo que dijo Cristina Kirchner, y bastante más que en la España de la crisis.

Errores y trampas para calcular la pobreza

Existen muchas maneras de medir. Cada una tiene distintos fundamentos, e incluso puede perseguir objetivos específicos diferentes.

“Hay tres tradiciones metodológicas: los estudios de pobreza objetiva, relativa y subjetiva. En la primera, se suelen inscribir las estadísticas oficiales del mundo en desarrollo. Cuenta con un gran abanico de técnicas. Entre las más populares se encuentran la Canasta de Satisfacción de Necesidades Básicas, el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas, el Método Integrado, y el dólar PPA (paridades de poder adquisitivo) por persona al día”, explica a Infobae el sociólogo chileno Mauricio Rosenbluth, director ejecutivo de la Fundación Superación de la Pobreza.

“La tradición relativa -continúa-, encuentra amplio despliegue en los países europeos y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). También existen varias alternativas, aunque muy similares en su construcción: la LP del 60% de la mediana de ingresos (o del 50%, 30%, etc.) y la LP del 40% del promedio de ingresos. Por último están los estudios de pobreza subjetivos, que también construyen LP, pero basadas en las opiniones y percepciones de las personas sobre el ingreso mínimo indispensable para la supervivencia. Estos últimos no han sido considerados aún como parte de los métodos oficiales de medición”.

La mayoría de los organismos internacionales y de los países latinoamericanos se inclinan por los métodos objetivos.

“El Banco Mundial (BM) usa una medición con una LP estimada como el promedio de las LP de los países más pobres del mundo. Así obtiene la LP de 1.25 dólares PPA. Pero, como esos países usan las LP que el BM les recomienda, el fundamento se vuelve ‘usamos las LP que usamos porque las usamos’, es decir sin fundamento”, dice Julio Boltvinik, especialista en el combate de la pobreza, doctor en Ciencias Sociales y profesor de El Colegio de México, consultado por Infobae.

“El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), utiliza un método multidimensional, que no incluye ingresos. Usa ponderadores iguales para cada dimensión y utiliza umbrales muy bajos, obteniendo niveles de pobreza inferiores a los del BM. Otra vez, carece de fundamento. En algunos casos adoptó los umbrales usados para las metas del milenio. Sin fundamento”, agrega.

Algo común a los países de América Latina y a los organismos internacionales es que utilizan parámetros muy bajos. Eso lleva a considerar como “no pobres” a personas que en realidad están en una situación de mucha vulnerabilidad.

“La Cepal -continúa Boltvinik- usa una LP que es igual al costo de una canasta de alimentos crudos multiplicada por 2 en el medio urbano y por 1.75 en el rural. A diferencia de los anteriores, al menos se apoya en un elemento normativo: los requerimientos nutricionales de los seres humanos y una relación empírica observada entre el gasto en alimentos y el gasto en otros rubros. Tiene un fundamento en alimentación, pero en los otros rubros confunde lo que es con lo que debe ser. Es un mal método, pero menos malo que los anteriores”.

Por distintos motivos, las estadísticas de la Cepal y de muchos estados de la región terminan escondiendo el número real de pobres. Una de las causas es el valor asignado a las canastas está desactualizado y en algunos casos debería ser el doble. Pero hay razones bastante más inconfesables.

“El método conlleva una asimetría, puesto que la LP solamente aumenta con el índice de precios de alimentos. Como el mundo vivió una época de inflación muy baja de los alimentos en las últimas dos décadas del sigo XX y hasta 2006, la LP creció menos que la inflación. Pero cuando los precios de los alimentos empezaron a subir más rápidamente que la inflación general (a partir de 2007 o 2008), Cepal, tramposamente, cambió el procedimiento para tomar en cuenta la inflación general. En síntesis, la historia que nos cuenta de la evolución de la pobreza en América Latina es un cuento de hadas”, afirma Boltvinik.

En Europa y en los entes que nuclean a los países más desarrollados, el criterio es mucho más exigente. Eso los puede llevar a decir que es pobre gente que en América Latina sería considerada de clase media. Al margen de esa particularidad, también hay muchas inconsistencias en la manera que tienen de hacer el cálculo.

“La OCDE y la Unión Europea (UE) usan LP relativistas, definidas como un porcentaje de la mediana del ingreso de los hogares. Es un método relativista no normativo que produce la paradoja de que la pobreza crece en el auge y decrece en las crisis. También produce el absurdo de que países como Polonia tengan menos pobres que Francia o Alemania”, dice Boltvinik.

En resumen, Europa tiene algo positivo, que es un criterio que establece un umbral más elevado. Pero lo hace a través de una fórmula carente de fundamento, que ofrece resultados distorsionados.

El problema de la Cepal y de muchos países de América Latina es que toman la decisión política de subestimar los niveles reales de miseria, para embellecer la gestión de los gobiernos y de los propios organismos. Pero tienen algo positivo: utilizan un mecanismo mucho más lógico para medir. El desafío está en subir la vara y aplicarlo honestamente.

Los efectos de las estadísticas públicas

“Por medio de mediciones de la pobreza sistemáticas en el tiempo, los países suelen determinar la orientación y magnitud de las acciones que deben llevar adelante para superarla. Les permiten evaluar su efectividad y, eventualmente, los faculta para alterar o justificar determinadas decisiones de política pública. Por lo tanto, la alternativa de medición que se escoja no es una decisión baladí. Tiene consecuencias, ya que nos obliga a fijar la mirada en algunos aspectos y no en otros, y suele sesgar la acción del Estado en alguna dirección particular”, explica Rosenbluth.

“Por ejemplo, al medir pobreza por medio de la canasta, se observa una disminución importante en América Latina en los últimos 20 años. Pero si el mismo período lo analizamos con una medida relativa, ésta exhibe pocas variaciones. A su vez, mediciones que consideran umbrales exigentes suelen imprimir mayor presión sobre la gestión pública que aquellas centradas sólo en detectar miseria extrema”, agrega.

Por eso es tan importante avanzar hacia mediciones multidimensionales, que crucen los criterios objetivos con los relativos. Y sobre todo, que incluyan las variables subjetivas, que si bien son las más difíciles de calcular, son imprescindibles para comprender el fenómeno en toda su expresión. Sólo así se podrá actuar efectivamente desde el Estado.

“La realidad de la pobreza no puede ni debe ser estudiada sólo a través de métodos cuantitativos. Es prioritario que los gobiernos empiecen a desarrollar una agenda de estudios cualitativos, que aporten a una comprensión integral, holística y de mayor complejidad a la vivencia de la miseria en las sociedades del siglo XXI. No se trata de sustituir un método por otro, sino de complementar”, concluye Rosenbluth. (Infobae)

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