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Otra vez en carrera: los Clinton y los Bush ya compiten por la Casa Blanca

Otra vez en carrera: los Clinton y los Bush ya compiten por la Casa Blanca
16/06 – 10:30 – Jeb Bush formalizó ayer su candidatura a las elecciones, dos días después de un gran acto de lanzamiento de Hillary.

Por: Rafael Mathus Ruiz
Jeb formalizó ayer. Hillary, el sábado. Ninguno usó su apellido, aunque no hacía falta. Hubo dos actos de campaña, tan tradicionales como pulidos, dos discursos y un pasado devenido en presente: las dos dinastías políticas más influyentes en la historia moderna de Estados Unidos vuelven a pelear por la Casa Blanca.

Y, fieles a su historial, ambas ya enfrentan problemas; algunos de ellos, compartidos.

Jeb Bush, que puso en marcha su campaña presidencial con un acto en Miami, deberá afrontar la interna republicana más dura que se recuerde por estas tierras.

Hay once candidatos en carrera, con más por venir, y ninguno es el favorito indiscutido. Bush sigue al tope de la lista, pero se enfrió tras quedar mal parado al responder preguntas sobre la invasión a Irak de 2003, ordenada por su hermano, George W. Bush. Días atrás, decidió mover piezas en la cúpula de su equipo de manera sorpresiva, en la antesala del puntapié oficial de su campaña.

“Ninguno de nosotros merece el trabajo por currículum, partido, antigüedad, familia o historia familiar. No es el turno de nadie, es una prueba para todos y es una contienda abierta, como debe ser una contienda presidencial”, reconoció Bush, ayer, en su discurso.

“Voy a competir con el corazón. Voy a competir para ganar”, cerró.

Hillary Clinton ha tenido más espacio en los diarios, los sitios de Internet y las redes sociales por las conjeturas sobre el manejo de las millonarias donaciones de la Fundación Clinton y el escándalo por el uso de su dirección de correo electrónico privada en su paso por el Departamento de Estado que por su campaña. El sábado, en un discurso de impronta populista, se presentó como una luchadora.

“Ustedes saben a esta altura que mucha gente me ha acusado de muchas cosas. Renunciar no es una de ellas”, desafió la demócrata desde su escenario, montado en la Isla Roosevelt, bajo un sol radiante y ante el aplauso de sus seguidores, en su mayoría jóvenes.

Ambos tienen tres problemas en común: una visible falta de soltura para moverse en campaña y conectar con la gente; el desgaste atado a la larga historia de sus apellidos, y un contrincante, el senador Marco Rubio, el más joven de los candidatos presidenciales, fresco y carismático, a quien muchos ven como la principal amenaza para las aspiraciones de las dos dinastías políticas.

“El apellido Bush todavía tiene mucho peso dentro del Partido Republicano”, indicó a LA NACION Juan Carlos Hidalgo, analista político del Instituto Cato, un centro de estudios libertario de Washington. “Pero sin ninguna duda existe en el electorado un hartazgo hacia las dinastías, los Bush, los Clinton, y el efecto de su hermano lo afecta más cuando él no ha querido desmarcarse de las terribles decisiones que se tomaron durante esa presidencia”, agregó.

En su discurso, Bush nombró a su padre y a su hermano sin llamarlos por su nombre. Les dedicó sólo una línea. No fue el único dato: ninguno de los dos viajó a escuchar el discurso. En la primera fila, a su izquierda, sólo estaba Barbara Bush, su madre, que fue aplaudida de pie cuando su hijo, el tercer miembro de su familia que va tras la Casa Blanca, la presentó.

Favorito del establishment republicano, Jeb Bush pidió paciencia días atrás, durante su gira por Europa, para solidificar su candidatura y despegarse del resto de los candidatos. El futuro augura una dura pelea: Bush cuenta con una intención de voto de menos de 11 puntos, según el promedio del sitio RealClearPolitics. El gobernador de Wisconsin, Scott Walker, que aún no lanzó su campaña, está dos décimas abajo; Rubio, a ocho décimas; Mike Huckabee, ex gobernador de Arkansas, a menos de dos puntos.

Bush buscará explotar tres activos para recuperar la Casa Blanca: sus antecedentes como gobernador de Florida, uno de los estados determinantes en la pelea presidencial; su capacidad para recaudar fondos gracias a la generosa red de donantes que respalda a su familia, y su llegada con el electorado hispano. Bush habla español -al igual que Rubio, dejó una frase en castellano en su discurso- y su mujer, Columba Bush, es mexicana.

Hillary Clinton está en una carrera contra ella misma. No enfrenta una interna feroz. Pero, aun así, sin tener delante un rival de peso que siquiera le pise los talones en la primaria demócrata, su campaña aún parece forcejear para hacer pie.

“Muchos esperan una coronación en el Partido Demócrata, pero hemos visto que Hillary es una terrible candidata, que incluso sin rival tiende a salir mal parada en el ciclo noticioso”, describió Hidalgo.

El hartazgo por los apellidos tradicionales ya ha comenzado a ser explotado en los mensajes de sus contrincantes. Rand Paul, el senador libertario de Kentucky, dijo ayer que Estados Unidos ya ha tenido “suficientes Bushes y Clintons”. Rubio suele referirse a Clinton como una “líder del pasado”.

Hillary no dudó en tomar ese guante el sábado. “Yo puedo no ser la persona más joven compitiendo por la presidencia -reconoció-. Pero voy a ser la mujer más joven en ser presidenta.” (La Nación)

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