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Las fuerzas federales ya patrullan en las zonas más calientes del conurbano sur

Las fuerzas federales ya patrullan en las zonas más calientes del conurbano sur
18/10 – 09:10 – Los gendarmes caminan en grupos de a tres y tienen prohibido usar el celular, excepto para dar alertas; la mayoría ya operaba en el territorio bonaerense

Por: Rosario Marina
Una nueva presencia se siente desde ayer en el conurbano. Son hombres y mujeres vestidos de verde oliva, caminan de a tres, a mediodía cambian de posta sin saber adónde van, obedecen… No pueden sentarse ni mirar el celular. La gente los mira. Algunos les tienden la mano y los saludan: “Bienvenida la Gendarmería”, les dicen. También hay quienes se frenan a contarles dónde anida el delito, cuáles son los autos que roban… Los gendarmes escuchan, serios, anotan y siguen.

Esta semana los cuatro municipios donde a las fuerzas de seguridad bonaerense se sumarán los efectivos de Gendarmería, de Prefectura y de la Policía Federal serán Quilmes, Lomas de Zamora, Lanús y Avellaneda. Dentro de 15 días, el lunes 31 de octubre, será el turno de otros seis: Almirante Brown, Ezeiza, Esteban Echeverría, La Matanza, Morón y Mar del Plata.

Unos 1200 agentes de estas distintas fuerzas -de un total de 6500 a desplegar- empezaron ayer los operativos. En unos municipios con más énfasis que en otros. Pero en los cuatro con un mismo objetivo: realizar tareas de saturación, controles vehiculares, patrullajes, recorridas periféricas y “desalentar” el delito y el narcotráfico.

La mayoría de los gendarmes ya conocen el conurbano: su destino previo, en unos casos, fue Ezeiza; en otros, San Justo. Incluso algunos que ahora están en Quilmes vienen de Lomas de Zamora, o los que están en Lomas vienen de Lanús. Muchos, también, pertenecían al Operativo Centinela. Su objetivo, ahora, es la prevención, “ir contra el delito”, como dicen ellos mismos.

Pero aún no saben con qué se van a encontrar. Están a la expectativa. “No sé cómo serán acá, dicen que hay mucho motochorro”, dijo a LA NACION uno de los gendarmes que estaban parados al mediodía en una esquina céntrica de Quilmes. Para la noche, sus jefes les tenían preparados dos destinos más. La idea es que estén en constante movimiento.

Los destinos, para ellos y para los vecinos, son sorpresivos. Nadie sabe cuántos gendarmes aparecerán, ni dónde lo harán. No lo saben ni sus familias. Porque el celular sólo lo pueden usar para avisar al área de inteligencia si algún vecino les aporta un dato sobre algún delito, o para mirar el GPS. De lo contrario, el celular está prohibido. También les está terminantemente prohibido sentarse en el horario de trabajo, las 12 horas que deben caminar por la ciudad que les haya tocado. Luego tendrán un día entero para recuperarse y volver frescos para seguir patrullando.

A la mañana, en una oficina municipal de Quilmes algunos funcionarios se reunieron con quien está a cargo del operativo, el jefe de la Región I “Campo de Mayo” de la Gendarmería, Domingo Irrutia. El trabajo de coordinación se hizo sobre la base del mapa del delito local.

Así diagramaron los “operativos de saturación”, que consisten en parar a todos los autos de una cuadra y pedir la identificación del vehículo y del conductor. Así lo hicieron en Lomas de Zamora, a las 15. Pero el objetivo de esta primera etapa es, especialmente, la presencia.

“Al gendarme le tienen más respeto que al policía. Hoy habré visto unos ocho caminar por acá. Eso nos da más seguridad con el negocio”, contó Gabriel Paqn, empleado de un comercio del centro de Quilmes. “Es más seguro. Antes no se podía ni ir a la estación”, contó Luciano Rivas, de 15 años; su amigo, Calfu Rivero, estuvo de acuerdo, y advirtió a LA NACION: “Son más agresivos los gendarmes, someten más”.

A Lanús llegaron efectivos de la Policía Federal, pero el municipio todavía no cuenta ni siquiera con un destacamento para ellos. Hoy se reunirá el intendente Néstor Grindetti (Pro) con autoridades del Ministerio de Seguridad nacional y del provincial para definir, también, cantidad de móviles, de personas y horarios.

En Avellaneda, por otra parte, la situación todavía espera ser resuelta. Ayer, efectivos de la Prefectura recorrían las avenidas principales y las calles del centro, pero aún no tenían definido quién sería el encargado de esa fuerza en hacer el nexo con el municipio. Hoy, en una reunión entre el intendente Jorge Ferraresi (FPV) y personal de la Prefectura se definirá la cifra real de prefectos, la distribución y la permanencia.

La preocupación de las autoridades de Avellaneda es que “el reparto sea equitativo y que no haya saturación de zonas”. Esto es: que no manden demasiados efectivos a ciertos lugares y dejen que el delito, en consecuencia, crezca en otros.

Además de expectativa, esta nueva presencia trajo quejas contra la policía local. Luis, un hombre que vive hace 70 años en Lomas de Zamora, opinó: “Los pitufos [por la policía local, de uniforme azul] no sirven para nada. Estos, en cambio, no son chicos”, y concluyó: “Estos sí tienen presencia profesional”. (La Nación)

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