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Por un incendio, se destruyó parte del bosque de Cariló y Valeria del Mar

Por un incendio, se destruyó parte del bosque de Cariló y Valeria del Mar
13/12 – 09:50 – El fuego empezó cerca de las 14.30, cruzó la ruta interbalnearia y llegó a la estación de gas Camuzzi Pampeana; para el intenente Yeza pudo ser intencional; trabajaron 18 dotaciones de bomberos y vecinos

Por: Darío Palavecino
Una cadena humana desde la avenida Espora hasta el corazón de la reserva forestal. En baldes, bidones y botellas, de mano en mano viaja tanta agua como sea posible para extinguir el incendio más grande que se haya vivido en esta región. Más de 50 hectáreas consumidas por las llamas que, en sus idas y venidas al ritmo de los fuertes vientos, pasearon las chances de una tragedia desde el parque de casas particulares hasta la vereda de una estación de servicio y, ya del otro lado de la autovía, los caños de una estación reductora de presión de gas.

El despliegue de 18 dotaciones de bomberos, incluidos los refuerzos arribados pronto desde localidades de la zona, permitió controlar en poco más de tres horas este devastador incendio, que dejó como principales pérdidas varios miles de pinos reducidos a cenizas, quemaduras mínimas en un par de inmuebles y una autobomba con daños totales.

No hubo heridos y los equipos de emergencias médicas sólo debieron asistir a una decena de personas por dificultades respiratorias derivadas del pesado humo que permanecía en el ambiente aun cuando ya anochecía.

Los peritajes que avanzarán en el transcurso de hoy buscarán determinar el origen del fuego. El intendente Pinamar, Martín Yeza, deslizó la posibilidad de un hecho intencional. “El viernes a la noche nos incendiaron un balneario de madera en la playa, ya había habido un pequeño foco”, dijo a LN+. Desde bomberos dejaron otras dos hipótesis abiertas: una quema de basura que se descontroló por el viento o una derivación del tiempo reinante, con altas temperaturas, baja humedad y fuertes vientos.

“Cuando llegamos, el fuego nos corría”, afirmó Hugo Curuchet, responsable de Bomberos Voluntarios de Pinamar. El primer foco se advirtió pasadas las 14.30 a unos 300 metros de la ruta 11 y otro tanto del acceso a Valeria del Mar, a espaldas del edificio del viejo casino. Luego avanzó en dirección a Cariló y empezó su zigzag incontrolable hasta rodear la estación de servicio YPF de Valeria del Mar. “Tres veces nos cambió el viento y con él, el rumbo del fuego”, explicó Curuchet.

Así, el incendio llegó hasta el otro lado de la ruta 11, en tierras de General Madariaga. Allí afectó un vivero y, gracias al trabajo de bomberos, sólo dejó tiznados los caños de la estación de gas de Camuzzi Gas Pampeana. “Pudo haber sido un desastre”, reconoció el jefe de bomberos de ese distrito, oficial Agustín Costas.

La mayor superficie afectada en Valeria del Mar es propiedad de Alberto Lamarque, operador inmobiliario de la zona. En el barrio privado que se funde con esta reserva el fuego llegó hasta el parque de varias viviendas. Pero en ningún caso tocó las estructuras. Apenas un pequeño puente que permite cruzar sobre un lago artificial, el mismo en el que se abastecían las autobombas.

La complejidad del escenario, con pinos distantes a menos de dos metros entre uno y otro, dificultó el acceso de los vehículos de bomberos. Por eso con las mangueras llegaron hasta donde pudieron. Y bosque adentro, con caminatas sobre el suelo caliente por una alfombra de cenizas, con ayuda de vecinos completaron la tarea a baldazos.

“Agua acá, agua acá”, llegaban los gritos. “Para tomar”, pedían otros, a la espera de chicos y grandes que con botellas colaboraron en la necesaria hidratación. El pasamanos de bidones tenía columnas de hasta 200 personas por las que viajaban los envases llenos y volvían vacíos. Una y otra vez.

“Vimos el humo negro y enseguida supimos que el problema era grave”, contó Sergio Jiménez, vecino de Ostende que participó del operativo. “La gente se sumó rápido y se organizaron para ayudar a los bomberos”, acotó Ivo Crocetti, turista de Tierra del Fuego que se sumó al despliegue.

Hombres y mujeres, adultos y adolescentes, todos dieron una mano. Con ramas, arena, trapos o con palas, todo era útil para atacar las llamas. En el inicio del incendio, antes de la intervención de las autobombas, en los sectores críticos alcanzaron lenguas de más de ocho metros de altura.

Néstor Sarmiento, que desde hace 38 años vive aquí, sostuvo que lo vivido no tiene comparación. “Jamás pasó algo igual”, afirmó a LA NACION. Lo último parecido fue un incendio, hace un año, en torno del supermercado Coto que está cerca del acceso a Cariló.

La solidaridad y la colaboración de los vecinos fueron resaltadas en todo momento. Agua, leche, gaseosas y algunos alimentos se distribuían desde la calle de acceso y frente a la sede de la Casa de la Cultura, uno de los pocos edificios dañados por el fuego. La otra pérdida importante fue un camión Unimog, histórico móvil de los Bomberos Voluntarios de Pinamar. Víctor, veterano miembro del cuerpo, lo lamentó entre lágrimas: “Murió en su ley”. (La Nación)

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