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Fin de la tregua: la CGT fijó para el 6 de abril el primer paro general

Antes de la reunión, la CGT dijo que "hasta ahora el Gobierno fue contrario a los intereses de los trabajadores"
17/03 – 10:30 – Será en rechazo a la política económica del Gobierno y por el incumplimiento del pacto antidespidos sellado a fin de año; la Casa Rosada analiza alternativas para limitar el impacto

Por: Nicolás Balinotti
La tregua que el sindicalismo peronista le dio al presidente Mauricio Macri llegó a su fin. El 6 de abril próximo, casi 16 meses después del inicio de la gestión, se concretará el primer paro general de la CGT . Será por 24 horas y sin movilización, y contará con la adhesión de las dos vertientes de la CTA, los movimientos sociales y la izquierda sindical.

“Hasta acá tuvimos la prudencia necesaria y colaboramos con la paz social. Ya está.” Así confirmó Carlos Acuña la convocatoria a la huelga. Lo flanqueaban Héctor Daer y Juan Carlos Schmid, los otros integrantes del triunvirato de mando de la central obrera.

Ni en el Gobierno ni en la CGT distinguen posibles alternativas que puedan evitar la huelga. La única salida, según los gremios, sería un decreto presidencial para evitar los despidos y las suspensiones. Eso resulta hoy inviable. Daniel Funes de Rioja, número dos de la UIA, ya anticipó que no puede dar garantías de cumplir con un acuerdo de ese tipo. El Gobierno, en su rol de empleador, mucho menos: esta semana hubo despidos en el Ente de Comunicaciones y el plan de revisión de contratos se extenderá a otros organismos, como sucede a ritmo de machete desde diciembre de 2015.

Entonces, con un margen de tres semanas, el Gobierno explora otras alternativas para neutralizar el impacto. La estrategia, que ya se puso en marcha, contemplaría acuerdos sectoriales con diferentes gremios hasta la cesión de cargos clave dentro de la estructura gubernamental. En esa lógica se habría resuelto la reciente designación de Sergio Cassinotti como nuevo jefe del PAMI. Antes de estar a cargo del Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA), Cassinotti presidió la obra social del gremio estatal de UPCN. Más que responder a la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, en la CGT lo consideran un hombre propio. Tiene línea directa con los estatales Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (Aysa).

En tren de diluir la huelga se avanzó también en las mesas sectoriales con cinco gremios industriales, a los que se les garantizó más fondos del Programa de Recuperación Productiva (Repro), un plan de contingencia por el cual el Estado subsidia parte del salario de los trabajadores de empresas cuya situación es crítica. En la misma línea fue el trato que se anunció el miércoles con la industria automotriz y que tuvo el aval del Smata, el gremio de mecánicos, hoy al margen de la CGT.

Si bien el triunvirato de mando de la CGT aseguró que la decisión de ir al paro fue unánime, todavía hay dirigentes que no están del todo convencidos. Uno de ellos es el petrolero Guillermo Pereyra, quien es mirado de reojo por sus pares tras el acuerdo de Vaca Muerta y por haber dicho hace unos días que la CGT “es un mamarracho”. Acuña lo cruzó: “Arreglaste un convenio a la baja”.

El Gobierno tomó nota de las internas. Guillermo Dietrich insistirá con sus llamados a los transportistas para informarlos de inversiones en el sector. Pero la presión será mayor con los colectiveros de la UTA y los maquinistas de tren de La Fraternidad, que dependen de los subsidios estatales. La UTA se benefició recientemente con un fallo judicial que le revocó la personería gremial a los metrodelegados y así sigue teniendo la representación colectiva en el subte. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, tendrá la última palabra. Roberto Fernández, jefe de la UTA, necesita ahora de Triaca para no volver a perder el subte a manos de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro, uno de los brazos más vigorosos de la izquierda sindical y que ya advirtió que parará en caso de que se dilate una definición.

El consejo directivo de la CGT se reunió ayer por primera vez tras la marcha del 7 de marzo. Fue un encuentro fugaz. La interna y las tensiones se habían aquietado la semana pasada después de la intervención de Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló en una cumbre reservada. Los viejos caciques, gestores de la reunificación, alinearon a la tropa y marcaron el camino hacia el paro. “O ponemos la fecha o se rompe la CGT”, fue el argumento que predominó.

El anuncio del paro reactivará el estigma sindical sobre los gobiernos no peronistas. La CGT le hizo a Raúl Alfonsín 13 huelgas (una cada cinco meses) y a Fernando de la Rúa nueve en dos años de gestión (una cada tres meses). El 6 de abril será el primero contra Cambiemos. (La Nación)

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