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España desactiva la célula por completo: cayó el autor de la masacre de Barcelona

España desactiva la célula por completo: cayó el autor de la masacre de Barcelona
22/08 – 09:30 – Tras cuatro días prófugo, fue abatido el conductor de la camioneta a 50 kilómetros de la capital catalana; también identificaron los restos del imán de Ripoll, el cerebro de la banda

Por: Silvia Pisani
Después de cuatro días de una intensa persecución que mantuvo en vilo a toda Europa, la policía catalana abatió ayer al autor de la mayor matanza terrorista de los últimos 13 años en España.

A pesar de los indicios de que quizás hubiera cruzado la frontera, finalmente fue descubierto a sólo 50 kilómetros de Barcelona, donde el jueves sembró el terror con una camioneta. Acorralado, mal vestido y atrapado entre unas viñas: así encontró la policía a Younes Abouyaaqoub, gracias al aporte clave de testigos.

“Lo reconocimos, se le dio el alto. Él se abrió la camisa y mostró un cinturón que podría haber sido de explosivos, aunque luego se comprobó que era falso. Gritó «Alá es grande» y fue abatido”, relató el jefe de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluis Trapero. Acompañado por el presidente del gobierno regional catalán, Carles Puigdemont, el jefe policial anunció también que se confirmó la muerte del imán Abdelbaki Es Satti, de la mezquita del poblado de Ripoll, en Girona. Allí fueron adoctrinados los 12 jóvenes integrantes del comando que produjo el doble atentado. Así, las autoridades españolas ratificaron que quedó desactivada por completo la célula terrorista, al tiempo que sumaron una víctima mortal más, la número 15, al trágico balance

“Hemos comprobado que él [el imán de Ripoll] murió en el estallido” del chalet de Alcanar donde la célula almacenaba garrafas de gas y de explosivo para cometer un atentado mucho más grande aún que el doble atropello masivo, que resultó ser un plan B.

El primer atropello fue en La Rambla de la capital catalana, con el saldo de 14 muertos y más de 100 heridos. El segundo, en la localidad costera de Cambrils, con una mujer muerta por apuñalamiento y varios heridos. Se presume que en este lugar el plan original no era atropellar, sino matar la mayor cantidad de turistas a cuchillazos, pero el plan fue desactivado por la policía, que logró abatir allí a cuatro integrantes.

Ayer se sumó un civil muerto al comprobarse que el joven catalán Pau Pérez, un cooperante de 33 años, también fue apuñalado por los terroristas. Precisamente lo mató Abouyaaqoub, en su desesperada fuga. El terrorista abordó al desprevenido ingeniero informático cuando acababa de estacionar su auto en la zona de la Ciudad Universitaria. Lo apuñaló, acomodó el cadáver en el asiento de atrás y con el cuerpo a bordo se dio a la fuga. Según trascendió ayer, Pérez, que murió desangrado, vivió una temporada en la Argentina.

Con lo ocurrido ayer, la policía dio por “desactivado” el comando terrorista, aunque Trapero dijo que la investigación “sigue abierta”.

En una rara combinación de “terminamos con el comando, pero dejamos abierta la pesquisa”, el policía deslizó que las acciones se orientarán ahora a posibles lazos de los jóvenes jihadistas con el exterior.

Lo que sí dejó en claro es que “no hay constancia” de que Abouyaaqoub haya recibido algún apoyo en los cinco días en los que estuvo en fuga y con paradero desconocido.

“En el momento en que lo atrapamos estaba solo”, dijo una y otra vez. La cuestión fue objeto de idas y venidas en la rueda informativa con la que se dio cuenta de lo sucedido porque entró en contradicción con datos conocidos a lo largo de la tarde.

En efecto, uno de los testigos que dieron la alerta a la policía de que el joven terrorista podría estar en los alrededores de Subirats, al oeste de Barcelona, aseguró que lo había visto en la actitud de quien pareciera estar esperando a otra persona.

“Vi que silbaba. Que se quedaba como avisando a alguien. O esperando a alguien”, fue el relato de este testigo. Otros aseguraron haber visto dos camionetas que no eran habituales de la zona.

El jefe policial fue muy claro al respecto. “No hay constancia de que nadie estuviera con él”, subrayó.

El terrorista fue encontrado en un camino rural, entre cultivos de vid. Antes había sido detectado, cerca de la estación de tren de la localidad, por dos policías regionales y por al menos dos testigos civiles.

Uno de ellos, una mujer, en su llamada al teléfono de alerta terrorista, dijo estar “plenamente segura” de que se trataba de él.

Para el momento en que fue atrapado, la foto de Abouyaaqoub estaba en todos los televisores, en las primeras páginas de los diarios y en las portadas de todos los sitios web del país. Estaba cercado.

Por alguna razón, en vez de entregarse, eligió abrir el pecho de su camisa, mostrar que tenía un cinturón de explosivos -en ese momento, no se sabía aún que era falso- y desafiar a los policías.

Ante ese cuadro, “hicieron lo que impone el reglamento. Usaron su arma”, explicó el jefe de los Mossos.

Apenas horas antes de conocer ese final, España había asistido, azorada, a una nueva muestra de la sangre fría del joven asesino de La Rambla.

Fue cuando se difundieron imágenes en las que se lo llega a ver cuando escapa tras haber conducido durante más de medio kilómetro la camioneta asesina, sembrando a su paso un baño de sangre y muerte. Con anteojos oscuros, huye de allí a paso sereno. Sin inmutarse. Caminando muy despacio los primeros tramos. Sin siquiera voltear la cabeza para mirar hacia atrás. Hacia el caos que había ocasionado o hacia un eventual perseguidor.

Con nervios de acero para sus 22 años y para la carnicería que había generado, la noticia de su captura, horas después, abrió un arco de emociones en una jornada de vértigo informativo. (La Nación)

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