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Barcelona se prepara para un estado de protesta permanente


11:00 Tras la dramática jornada electoral de anteayer, se anunció una huelga que afectará el transporte y la actividad turística

Por: Silvia Pisani
La herida no se ve, pero se palpa. La calma con la que ayer Barcelona retomó su ritmo no parece sino la que precede a otra tormenta: la de una sociedad que se prepara para una etapa de movilización en la calle y protesta permanente.

La resaca está en el aire, tanto como la certeza de que habrá segundas partes. “Da la impresión de que esto no va a acabar pronto, sino, más bien, todo lo contrario”, es el diagnóstico coincidente e inquietante.

Por lo pronto, hoy se anuncia una huelga general que -se sabe afectará el ritmo urbano. Incluidos, esta vez, los miles de turistas. Hasta ahora, habían estado al margen de la tensión separatista y sus efectos.

No habrá transporte. Pero la nota inusual es el anuncio del cierre de las principales atracciones turísticas. Las que dejan millones de euros en venta de entradas y de recuerdos. Ni la Sagrada Familia escapará al cierre de puertas.

Mientras lo que puede ocurrir llega, lo ya ocurrido se impone en las conversaciones y en las protestas. La conversación está en la calle. Cientos de personas reclamaron “que se vayan” los policías nacionales enviados por Madrid.

“Asesinos, represores, no los queremos aquí”, les gritan cada vez que los ven. Los más elaborados apelan a la historia: “Son tan brutales como lo era [el fallecido dictador Francisco] Franco.

Otros, entre ellos la escritora Almudena Grandes, reprochan que muchos de los que chillan “no tienen ni idea de lo que era vivir con Franco” en el poder.

Los más enfervorizados son los jóvenes. Mantienen “tomado” un rincón de la plaza Cataluña, “casualmente” justo el que está frente a los puestos de la televisión internacional, a la que le sirve de fondo.

“Esto no tiene marcha atrás. No nos iremos hasta que haya independencia”, dice, feliz, uno de los jóvenes que protestan. Tiene en el rostro la alegría de quien cree estar haciendo historia. Lo más parecido a una revolución.

“A ésos costará meterlos de nuevo en el aula”, comentó ante LA NACION uno de los libreros del vecino Paseo de Gracia. “Ya vi varias pulseadas de los «indepes», pero me parece que ésta va en serio”, opinó.

Alentada desde el gobierno catalán, la huelga de hoy no es por temas sindicales, sino políticos: busca subrayar el proceso independentista.

“Devuélvanme Barcelona”, protestó uno de los tantos turistas a los que ayer se les avisaba de la conveniencia de reprogramar sus expectativas. Es muy probable que sus principales destinos tengan hoy las puertas cerradas. La Casa Battló, el Museo Gaudí, la Sagrada Familia o el Parque Montjuic formarán parte del cierre de actividades.

Con un fuerte impacto emocional, la ciudad vive la resaca que dejaron la represión policial y la crispación política. “Ojalá hubiera más sensatez en los políticos. No podemos seguir así”, dicen los que no van con banderas independentistas al hombro.

Los ánimos están sensibles en una sociedad que acaba de tensar al máximo los hilos que la asocian con el resto de España. Un sentimiento colectivo de pesar, de rabia y de inquietud cuya canalización aún es difícil de proyectar. (La Nación)

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