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La izquierda y el kirchnerismo trabajan para Macri 2019

(Nicolás Stulberg)

10:00 – (Por Rubén Lasagno) – Salvajes, energúmenos, cobardes, manada de agitadores en un país sin justicia, así se puede resumir lo que hicieron y como se vieron ayer frente al Congreso, grupos de mano de obra desocupada de la izquierda vernácula y el kirchnerismo, asociados al trabajo sucio destituyente, quienes buscan germinar la semilla de la premisa kirchnerista: el caos o yo. Es decir, si no podemos estar nosotros en el poder, nadie lo hará y si se resisten a irse, nosotros haremos lo posible por sacarlo.

Lamentablemente para estos retrógrados, enrolados en la violencia, el boicot, la revuelta social y el ataque a las instituciones, no pudieron lograr su objetivo, claro que a costa de casi un centenar de policías heridos que fueron puestos allí como carne de cañón por una jueza sin preparación ni criterio, para regocijo de las hordas que derramaron lluvias de piedras y hasta bombas molotov, sobre efectivos con la consigna de resistir sin armas y solo con sus escudos, la demencia injustificada de estos vándalos antidemocráticos, ladrones y delincuentes, que aprovechan el ataque en banda para herir, robar, saquear y destrozar todo a su paso, como buenos cobardes que son.

Ninguno de los que estaban allí era jubilado, claro, y mucho menos le importaban los jubilados. Son las bandas callejeras que tanto la izquierda como el kirchnerismo, alientan y preparan, en función de sus máximos objetivos: si ellos no pueden gobernar, nadie lo hará, o el menos eso es lo que ellos piensan.

Lo cierto es que viendo a estos impresentables, salvajes, que se arrojaban contra la policía como bárbaros medievales, que venían preparados desde el conurbano bonaerense, acarreando proyectiles, máscaras antigases, palos, hondas, morteros tumberos, botellas incendiarias y bombas de estruendos; los mismos que rompieron todo, arrancaron las veredas, los cordones y hasta rompieron mármoles de los monumentos para arrojarlos durante dos horas sobre los policías que en general cobran menos que muchos de ellos, seguramente, viendo todo lo ocurrido – recalco – Mauricio Macri ganó más simpatías y apoyo de la sociedad, que los que tenía hasta ayer, cuando el artilugio de la reforma Laboral, era mirada de costado por los mismos observadores.

Ver a esos jóvenes alienados ejercer impunemente la violencia en las calles, no es grato para nadie, pero muchos menos se puede caer en la banalización de quienes protestan por causas justas, pretendiendo equiparar a estos salvajes como reclamantes con derechos.

La guerra campal desatada por estos energúmenos en grupos, mientras atrás ondeaban las banderas rojas de la izquierda, o varios delincuentes luciendo las remeras con el nuevo invento de Cristina Fernández, Unidad Ciudadana, es propio de un país donde nadie hace lo que debe hacer. En cualquier lugar del mundo, el gobierno prepara un operativo cerrojo, triplica el número de manifestantes con fuerzas del orden y los detiene como de lugar. Acá, se optó por ofrecer al policía en sacrificio, para que estos criminales sociales, hicieran tiro al pichón, mientras la jueza se esforzó por cuidar la integridad de los salvajes, en vez de resguardar a los que cumplían órdenes.

Ayer, la izquierda y el kirchnerismo trabajaron para Macri. La acción que emprendieron es tan repudiable que nadie lo puede aceptar, bajo ningún argumento, inclusive el de defenderse de la reforma laboral; todos lo repudian y si en este momento se hiciera una encuesta, cada uno de los partidos políticos allí representados habrían perdido gran cantidad de apoyo popular y aceptación. Y ojalá así se vea reflejado en las próximas elecciones.

Todo estuvo planificado. Las fuerzas de choques llegaron en colectivos con carteles que no reivindicaban a los jubilados, sino que decían “Fuera Macri” con el dibujo de un helicóptero y la estrategia era, sembrar el caos afuera y logrado esto, desde adentro, los saltamontes como el innombrable Moreau y 40 diputados del FPV y de la izquierda, pidiendo el levantamiento de la sesión, precisamente, argumentando que afuera “el pueblo se manifestaba”. Pero no era “el pueblo”, el que cascoteaba a la policía, eran vándalos pagos, inadaptados que en vez de emplear las energías de sus cuerpos para producir en el país y hacer algo valorable, se dedicaron a destruir y a desestabilizar, soñando con un nuevo 2001.

(Nicolás Stulberg)

Una vergüenza más de esta Argentina benevolente donde el orden está subvertido por la falta de aplicación de la ley, como corresponde. Rescatando la máxima kirchnerista de la década perdida, cuando desafiaban a quienes pretendían imponer un cambio, que fueran gobierno, les diríamos a estos bárbaros: si quieren cambiar algo, armen un partido, vayan a las elecciones y ganen. Sembrando el caos y tratando de desbalancear a las instituciones, no lo lograrán y ellos están destinados a consumirse en soledad, como sujetos violentos que la sociedad desprecia y los quiere en vías de extinción. (Agencia OPI Santa Cruz)

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