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Jorge Triaca contraataca: es extorsión, operación política, Heredia miente, robó y está desequilibrada (¿Algo más?)


17:00 – (Por Rubén Lasagno) – Personalmente cuando voté a “Cambiemos” en el 2015, fue para sacar al kirchnerismo, harto de lo que fue una década de manoseo público, de las instituciones, la persecución, la mentira y la corrupción. Creo, sin duda, que mi comportamiento fue el de muchos, con la esperanza de vivir realmente un cambio. Obvio que un cambio hubo y en muchos aspectos hemos recuperado parte del ejercicio perdido de la democracia, algunos atisbos de justicia y al menos un gobierno que, aún cuando duda mucho y se equivoca más, suele tener la grandeza de rectificarse.

Pero lamentablemente muchas cosas no cambiaron. El kirchnerismo hizo del ataque la mejor defensa. Aún hoy, los imputados por delitos flagrantes de corrupción con toneladas de pruebas en los juzgados y sus defensores mediáticos, en vez de explicar sus faltas, atacan a Macri tratando de equipararlo con sus actos pasados; es decir, no hacen eje en la defensa argumentativa por los delitos que se le imputan, precisamente, porque no tienen argumentos para rebatir las acusaciones y confunden, embrollan y cambian el núcleo del problema.

A partir de nuestras notas sobre las graves denuncias en contra del Ministro de Trabajo de la Nación, Jorge Triaca y una vez que la misma se nacionalizó, apareció el verdadero gen del nuevo político macrista: no aguantan una acusación pública y como carecen de defensas coherentes, atacan de la manera más baja, con el fin de destruir al mensajero, en vez de explicar por qué hicieron mal las cosas.

Jorge Triaca tardó cuatro días en hablar, nunca dio la cara en público y cuando dijo algo, lo hizo por twitter o en radio Mitre. Personalmente en OPI hemos atendido el llamado de uno de sus secretarios de prensa, quien, sin embargo, eludió hablar en “On”. Esto, claro está, no me habilita a describir literalmente lo que dijo el funcionario de segunda línea, pero teniendo en cuenta que nosotros jamás tuvimos compromisos con nadie y mucho menos políticos, analizamos la posibilidad de dar a conocer todo el contexto de dicha conversación, si las mentiras arrecian desde el gobierno nacional o del Ministerio de Trabajo en particular, como ya se ha esbozado en algunos medios fuertemente abonados a la pauta oficial o en las redes sociales, donde se pretende instalar que se trata de una “operación” para encubrir y distraer el proceso de auditoría que el Ministerio lleva adelante contra los sindicatos. Queremos decir al respecto que no solo nos parece bien que esas auditorías se lleven a cabo en cada sindicato, sino que además el gobierno no tendría que haber esperado dos años para iniciarlas, porque ahora estos grupos lo viven como una presión política.

Puntualmente, desde el gobierno, se ha comenzado a correr la versión de que Sandra Heredia tiene problemas psicológicos y que le ha robado a la familia Triaca. Esto, claro está, se vincula con la desesperación por encubrir las falta que cometieron con el manejo desprolijo de la relación con su ex empleada. Pero esto es grave, porque mientras la mujer puede probar todas y cada una de las cosas que dice, de lo cual damos fe por la documental que nos entregó, el Ministro y sus hermanos no. De hecho, no existe ningún historial médico de Sandra que fundamente un desequilibrio mental y tampoco hay una denuncia formal de los Triaca en la policía, aludiendo a faltantes en la quinta o en los bienes del Ministro (tal como dijo su hermano), por la cual califican a la ex empleada como “ladrona”, sin decirlo de manera literal. Esto en términos legales, es lisa y llanamente una injuria injustificada y puede dar lugar a acciones reivindicativas ante la justicia.

Dicho esto, la ex empleada ya ha dicho que se reserva el derecho de iniciar un juicio por calumnias e injurias, con lo cual, además del juicio laboral, la familia podría enfrentar otro por mentir públicamente, toda vez que el propio Carlos Triaca lo dijo al aire con Rolando Graña y anoche lo repitió la colega Maru Duffard en TN, supuestamente, luego de hablar con Jorge Triaca.

Pero todavía hay un hecho más grave aún. Los Triaca y especialmente el Ministro de Trabajo, que está en el ojo de la tormenta, busca salir por el pasadizo más estrecho que tiene una denuncia pública, donde el denunciado carece de argumentos para sostener su verdad o bien, no tiene como fundar una verdad y acude a la palabra mágica: extorsión, tal como lo hacía el kirchnerismo.

Desde el gobierno nacional y especialmente desde el Ministerio de Trabajo, se ha dejado deslizar que todo se trata de un “tema político” y que la familia está siendo extorsionada.

Este planteo tiene una respuesta propia.

Solo basta hacer un simple ejercicio y preguntarse si una persona (en este caso Sandra Heredia) que reclama por sus derechos, le exige a su empleador un preaviso que no hizo, una causal de despido que no existió ni le fue comunicada y no le pagaron la indemnización correspondiente, es una extorsionadora?.

Como la respuesta es no, pasamos a la segunda fase y entonces preguntamos: si esa persona despedida envía tres cartas documentos a la familia (en este caso se hizo carta documento a cada uno de los hermanos), pidiéndole formalmente explicaciones y el respeto a sus derechos constitucionales y laborales y como respuesta reciben otro telegrama negando todo a cada uno de lo items solicitados y además, se niegan a recibirla, a conversar con ella para expresarle las causas que motivaron su salida intempestiva del empleo que tenía y más grave aún, desalojada por la fuerza de su casa, la cual fue usurpada en ausencia; está claro que la reacción de la damnificada no es extorsión, está buscando justicia, por cuanto está siendo abandonada, no escuchada y ninguneada, aprovechando la posición de poder que tiene su empleador; por lo tanto los dos caminos que le quedan son: la justicia y los medios.

El reclamo judicial ya está dispuesto y hacer público un hecho de estas características por parte de la damnificada, se encuadra dentro del derecho que tenemos todos los ciudadanos, más aún cuando los denunciados son figuras públicas y mucho más aún cuando quien debiera respetar a rajatablas el derecho de los trabajadores, transgrede todas las normas de una forma increíble, denotando que aún existe impunidad para actuar así desde el poder, sin miedo a sufrir las consecuencias.

Entonces, la palabra “extorsión” comienza a rodar como forma práctica de confundir y mezclar todo y sus generadores, son los mismos que obvian las respuestas. Si a eso lo aderezamos con alguna cuestión política que nunca falta y la ponemos en boca de periodistas que se encargan de replicar a pie juntillas lo que dicta el Ministro de Trabajo, quien en vez de dar la cara se comunica por las redes sociales o selecciona los medios donde hablará, tenemos la réplica del modelo kirchnerista, donde los funcionarios no explicaban nada y en vez de usar argumentos sanos para defenderse, tiraban al vuelo extrañas y nunca probadas operaciones, de las cuales se sentían “víctimas”, cuando en realidad eran los victimarios.

En este caso, puntual, la extorsión no existe. Y si acaso el Ministro Triaca y los suyos persisten en esta línea, deberán probarlo en la justicia. Lo que sí existe, es una falta grave hacia una trabajadora, a quien echaron sin miramientos y a la hora de reclamar por sus derechos, no dudaron en calificarla de extorsionadora, ladrona y loca, pero no resuelven la cuestión de fondo: hacerse cargo de cumplir con la ley y responder ante la sociedad dando cuenta de sus acciones.

Pero las cosas no pasan porque sí… Jorge Triaca, bien escondido de la prensa, aunque muy atento solo a la requisitoria de los grandes medios, se comportó como un adolecente que le manda mensajes a la chica que le gusta, por las limitaciones que le impone su timidez. En este caso, el ejemplo aplica en parte, porque el Ministro no es tímido, sino que decidió no dar la cara por vergüenza y para no responder preguntas. Una prueba más culposa que esa, no existe.

Pero haciendo uso de las nuevas tecnologías, Jorge Triaca escribió un “mensaje de disculpas” en las redes sociales y dijo textualmente: “Pido disculpas por el exabrupto que circula en un audio. El mismo es en el marco de un diálogo personal, no condice con mi manera de actuar ni refleja mi forma de ser y lamento que haya sido utilizado para sacar rédito de él”.

Este mensaje fue leído en algunos medios y a continuación se deslizó como al pasar, la existencia de una acción extorsiva. Peligroso y berreta. En primer lugar no importa el momento ni el “marco” en que Triaca dijo su fabulosa frase de improperios; esas palabras salieron de su boca y el objetivo de las mismas fue una mujer. Hecho fáctico, incontrastable e indiscutible.

Decir luego que “lamenta que haya sido utilizado para sacar rédito de él”, es de un cinismo mayúsculo, porque no hay ningún rédito más que exponer la mala educación, el autoritarismo y el maltrato de un funcionario público hacia una mujer sola (hoy sin trabajo y sola), que bien podría enmarcarse en una denuncia en su contra por violencia de género. Decir que “está siendo utilizado” para obtener otro fin, que no especifica, es ruin y le baja aún más el poco nivel que, como hombre de bien, ha demostrado tener.

El bien y el mal de las redes

Así como el kirchnerismo largaba sus militantes a las calles y la horda de difamadores seriales por las redes sociales, el macrismo se ha caracterizado por el manejo intensivo de Facebook y twitter a través de sus “trolls” que inundan de mensajes direccionados y descalificaciones de todo tipo, a quienes se transforman en la piedra en el zapato de la actual administración. En este caso, OPI, que ha sido el único medio en dar la noticia, contextualizar y publicar el audio, pasó a ser (para ellos) prácticamente el eslabón de una “conspiración sindical” lanzada solo en las mentes calenturientas de quienes ven fantasmas donde no los hay, pero sustituyen los argumentos buscando justificar sus yerros y enterrar sus deposiciones políticas. Mejor sería que dieran respuesta legal a las ilegalidades en las que han incurrido.

En ese marco, el Jefe de Prensa de Triaca, Santiago Cosimano escribió en las redes: “Llama la atención que esta denuncia de prensa ocurra luego de que se anuncie un proceso de auditorías muy profundas en los sindicatos. A Heredia le habían ofrecido la indemnización correspondiente”.

En primer lugar el vocero del ministro pretende enchastrarnos, sin mencionarnos claro (hubiera sido más noble hacerlo claramente), anudando nuestra publicación a un intento por dinamitar el proceso de auditoría de los sindicatos.

Particularmente y por extensión a ninguno de los que componemos OPI, nos importan los sindicatos ni los políticos. Que hagan tranquilamente lo que deban hacer. En todo caso, no seremos nosotros quienes nos opondremos, serán los propios interesados por las acciones que emprendan.

Pero lo que no dice el vocero, es toda la verdad. Cuando habla de ofrecer la “indemnización correspondiente”, habría que preguntarle qué es “correspondiente”. Un término tan amplio y difuso que puede contener un universo de posibilidades, desde una determinada suma que se les antojó ofrecerle a ellos, a partir de cálculos unilaterales, hasta, nada. Pero, claro está, son meras justificaciones que buscan bajar la temperatura a lo que ellos ni pensaban que iba a ocurrir: la exposición pública y el costo político.

Por dos días y entramos en el tercero, “Triaca” es trending topic debajo de “Papa” y “Gente” y hoy es trending topic en twitter el hasthag “chautriaca”, obviamente con la ayuda y el aprovechamiento político de los sectores kirchneristas. No faltarán oficialistas que digan que nos estamos haciendo kirchneristas para limar a este gobierno, como es el deseo íntimo y expresado por la militancia K, que sueña con el helicóptero en la terraza. De hecho el abogado del “Caballo” Suárez, aprovechó la veta que se abrió, para impulsar una denuncia sobre los manejos de la intervención en el SOMU y eso: “Triaca lo hizo” ¿O también es tarea nuestra, de acuerdo al pensamiento oficialista?.

Este reduccionismo en el que cae el gobierno nacional, de hechos tan graves como los cometidos por uno de sus ministros estrellas, es patético y en nada contribuirá el intento de matar al mensajero. Al menos nosotros, estamos acostumbrado siempre a apostar el doble, a ir por más y llegar al final de lo que creemos es la verdad.

Seguramente en unos días más, veremos al ministro Jorge Triaca pasearse por los estudios de televisión de los más renombrados programas políticos, dando explicaciones vagas, sesgadas, logrando que los conductores no le pregunten nada o al menos no lo incomoden y en el mejor de los casos, ya sin siquiera mencionar el hecho. La pauta oficial puede hacer esto y muchas cosas más. Esto es de manual, lo vivimos antes y lo vemos ahora. Pero al menos de nuestra parte, siempre vamos a estar presentes para recordarle a quienes tienen la responsabilidad de gobernar y tienen el poder, que los más débiles no siempre son los invisibles; mucho más lo son, aquellos que se creen irrompibles e impunes y no son conscientes de la fragilidad en la que se sustentan, la cual los obliga no solo a “parecer” sino “a ser”, honestos, serios, decentes y responsables. (Agencia OPI Santa Cruz)

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