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El periodismo de facebook, hace funcionar las veredas calefaccionadas


14:50 – (Por Rubén Lasagno) – El día 3 de mayo, en oportunidad de celebrarse el día mundial de la libertad de prensa, el documento de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) hacía una clara distinción entre el periodismo profesional y el no profesional, para valorizar el sentido de la prueba periodística, la fuente segura y el rigor de verdad que, precisamente, distingue el periodismo profesional del amateurismo y uno de los lemas de la jornada fue “la defensa del periodismo profesional como el mejor antídoto contra las noticias falsas”.

Hace una semana y media atrás salió por un canal capitalino la “noticia” de que al menos dos casas en Río Gallegos, tenían calefaccionadas sus veredas y echada a correr la bola de nieve, donde cada comentario le suma algo, cada periodista le agrega una opinión y cada “replicador” le pone un disvalor agregado a la información en muchas partes del país e inclusive en el pensamiento del propio Presidente Macri, quedó casi grabado en el pensamiento aleatorio, que “todos o la mayoría de quienes viven en Río Gallegos tienen sus veredas calefaccionadas”.

Si bien la generalización tal cual se la conoce en su concepto más arbitrario (“todos calefaccionan sus veredas en Río Gallegos”), no salió de boca de Macri, el presidente dijo “Vimos en televisión hace pocos días imágenes de veredas con calefacción, creo que en la provincia de Santa Cruz”, elíptica forma de generalizar y decir por asociación de ideas: en esa provincia derrochan la energía solo para no tener hielo en las veredas, mientras el resto sufre el recorte y el costo de las tarifas.

Primero me gustaría referirme a la “noticia”, de manera particular. Esta información tiene dos componentes fundamentales: la ignorancia del periodismo capitalino, que hace notas, escribe artículos, habla de Santa Cruz y sus personajes, sin siquiera haber pisado la provincia en su vida o como mejor antecedente, habrá venido una vez buscando datos para recrear en algún informe lleno de inexactitudes y fuentes dudosas y segundo, la costumbre metódica de cierta parte del “periodismo profesional”, que le otorga entidad de certeza a las redes sociales y convalida o repite lo que aparece en facebook como si fuera una fuente segura.

Después vinieron las disculpas de el/los periodistas-conductores, pero ya fue tarde. No hubo daño, es cierto, porque a nadie puede dañar una mentira de ese calibre, pero hay una acción reñida con la verdad y eso permite dañar al fundamento de una información: el rigor y la veracidad, que tan bien se encargó de preservar ADEPA en su documento, institución a la cual, seguramente, estos periodistas pertenecen.

Más grave es la actitud de los “replicadores” que repiten como loritos sin pestañar ni contar hasta diez, o al menos levantar un teléfono para preguntar a quienes sí vivimos en estas latitudes. Y mucho peor, si esa réplica distorsionada de la verdad, sale de boca de un presidente, quien atrás tiene un equipo de comunicación y en la provincia posee varios representantes de su partido, incluyendo un diputado nacional de gran llegada a su gabinete y próximo candidato a la gobernación.

Hablar mal (fonética o conceptualmente) es una cuestión cultural o de falta de instrucción; hablar pavadas es una negligencia del discurso en la que cualquier persona seria, sea periodista o funcionario, no puede incurrir sin pagar las consecuencias en su credibilidad, revoleando alegremente cualquier estupidez que aparecen en las redes sociales o que un canal tira al ruedo nacional, dándolo por cierto y es lo que en periodismo llamamos “pescado podrido” y al que lo replica en automático le decimos “que se tragó el sapo”.

Yendo más allá y aún si en realidad fuera cierto que hay personas calefaccionando sus veredas para evitar la acumulación del hielo, mientras paguen el consumo, no estén “colgados” ni conectados clandestinamente ¿Cuál es el problema?; es como si desde Santa Cruz nos pusiéramos a criticar a quienes en Buenos Aires llenan de agua sus enormes piletas en los country (que además, están calefaccionadas en gran parte). Es de una pobreza argumental tan grande, usar esa “noticia” para que un presidente ejemplifique “lo que no se debe hacer” para pontificar sobre el derroche, como pobre es la actividad del periodista que armó esta bola de nieve a partir de una mentira.

Estamos viviendo la cultura de la falacia. Nos encontramos desbordados por la tecnología y esta suerte de libertinaje de la palabra, donde cualquiera dice cualquier cosa y eso no debería preocuparnos por cuanto es un principio constitucional la libre expresión, el problema se torna preocupante, cuando “periodistas” supuestamente serios, que trabajan en medios de los llamados “grandes” utilizan esos argumentos para transformarlos es “noticias”. Mucho más aún, cuando un presidente de la nación, toma la posta y vincula sus desdichas energéticas y pega el aumento descomunal de las tarifas, tomando como ejemplo la misma falacia difundida por estos periodistas.

Es hora (como periodistas) de revisar nuestros apuntes, alejarnos de las redes sociales y volver a las fuentes documentales, comprobar los testimonios y dejar para los blogs, los amateurs o los trolls, la provisión, búsqueda y difusión de noticias falsas u operaciones sobre la opinión pública y los medios. En esto no hay nadie inocente: hay responsables y mentirosos; cada uno debe saber dónde está parado y asumir lo que es y hace cada vez que escribe una nota, la firma o pone la cara en una pantalla para decir con tono melodramático una verdad, una mentira o transformarse en víctima de su propia necesidad de “llegar primero”, aunque sea con las veredas calefaccionadas de Río Gallegos. (Agencia OPI Santa Cruz)

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