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Clarens dijo que llevó dinero de coimas al domicilio de Kirchner


10:30 Precisó que se lo daba a a Muñoz, secretario del expresidente, en el departamento de Recoleta y en un hotel; el juez lo aceptó como arrepentido

Por: Paz Rodríguez Niell
El juez federal Claudio Bonadio le concedió ayer al financista Ernesto Clarens carácter de “arrepentido” en la causa de los cuadernos de las coimas , luego de que ampliara su declaración y reconociera que recaudó sobornos de empresas constructoras.

Clarens precisó que entregó el dinero a Daniel Muñoz en el hotel Panamericano y en el departamento de Recoleta de los Kirchner.

Así, Bonadio homologó finalmente la nueva versión del acuerdo firmado por Clarens con el fiscal del caso, Carlos Stornelli . “Ahora sí reconoció un rol activo en la estructura de cobro [de los sobornos]”, dijo a LA NACION un funcionario de la causa.

El juez no homologó, en cambio, el acuerdo con otro candidato a “arrepentido” que tenía pendiente, el del empresario Mariano Martínez Rojas, que está preso en la causa de la mafia de los containers de la Aduana y hace dos semanas había pedido declarar en el caso de los cuadernos, con el argumento de que tenía datos importantes que brindar. Fuentes de la investigación adelantaron que Bonadio planea no aceptarlo como arrepentido. El motivo es que, a su juicio, la declaración de Martínez Rojas no implica aporte alguno para esta causa.

En cuanto a Clarens, que ayer pasó la mañana en el juzgado de Bonadio, la situación se resolvió en su favor después de semanas de incertidumbre. El primer acuerdo no convenció al juez y el viernes pasado el propio Stornelli le había pedido a Bonadio que lo retirara y ordenara la detención de Clarens. Pero después de un fin de semana temiendo ser encarcelado el lunes el financista pidió volver a reunirse con el fiscal para ampliar su declaración. Tal como informó LA NACION, entonces sí le dio a Stornelli una versión detallada de su papel en el mecanismo de cobro de sobornos a contratistas del Estado y entregó además a la Justicia un pendrive con una lista de decenas de obras públicas que, según su relato, se habían hecho con sobreprecios y tras el pago de sobornos. Él era el encargado de juntar ese dinero, que les cobraba a las constructoras que resultaban adjudicatarias. Su ámbito de acción eran los contratistas de obras viales. A medida que el proyecto tenía algún grado de avance, Clarens les iba descontando a las empresas un porcentaje de los certificados de obra que recibían. La quita, según lo declarado, era del 20 por ciento; de ese 20, 10 por ciento era retorno.

El rol de Clarens incluía entregarle esos fondos en efectivo a quien oficiaba de recolector, que era Muñoz, el secretario privado de Néstor Kirchner, fallecido en 2016.

Clarens nombró compañías y empresarios que en general llegaban en persona o por intermedio de algún ejecutivo de confianza que los acercaba. Antes de que Clarens declarara como arrepentido, al menos tres empresarios que admitieron el pago de sobornos lo habían identificado a él como el recaudador a quien tenían que dejarle la coima.

Fuentes judiciales dijeron a LA NACION que Bonadio no espera que la declaración de Clarens vaya a convertirse en un eje central, revelador para la causa, pero que los investigadores analizan lo que aportó y que su contribución fue muy superior a lo que había admitido en sus primeros diálogos con el fiscal, cuando, según un funcionario del caso, “habló básicamente de sus andanzas en el sur”.

El financista había iniciado su testimonio con la historia de cómo llegó a Santa Cruz. Dijo que fue asesor financiero de la constructora Gotti y que ese trabajo lo llevó a Río Gallegos. Contó que en ese momento, con Néstor Kirchner como gobernador, la empresa tenía problemas para cobrar sus contratos con la provincia y que él había conseguido mejorar los números de la compañía.
En ninguna de sus declaraciones Clarens aceptó haber montado estructuras para girar dinero al exterior. Según él, nunca supo de cuentas afuera y su rol se limitaba a entregarles a los destinatarios finales del sistema de recaudación, dólares o euros, siempre “físicos”. (La Nación)

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