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Con una amplia ventaja, Bolsonaro sacudió a Brasil y quedó a un paso del poder


10:00 Con un desempeño superior al que anticipaban las encuestas, el polémico diputado arrasó y quedó a apenas cuatro puntos de ganar en primera vuelta; deberá enfrentar a Haddad, del PT, en el ballottage del 28 de octubre

Por: Alberto Armendáriz
El resultado de la primera vuelta de una de las elecciones presidenciales más polémicas de Brasil fue tan sorprendente como la campaña. De todas maneras, la batalla final tendrá que esperar.

Impulsado por una reciente ola de influyentes apoyos, el controvertido exmilitar y diputado ultraderechista Jair Bolsonaro , del Partido Social Liberal (PSL), ganó por un margen abrumador la primera vuelta de las elecciones y se medirá con el profesor y exalcalde de San Pablo Fernando Haddad , del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), en un ballottage el 28 de octubre.

Bolsonaro, de 63 años, obtuvo el 46,12% de los votos, frente al 29,15% de Haddad, de 55 años, quien el mes pasado reemplazó en la fórmula petista al exmandatario Lula da Silva, impugnado por una condena a 12 años de cárcel por corrupción y lavado de dinero. El caudal registrado por el exmilitar es mayor que el que le adjudicaban las encuestas.

Tras una campaña radicalizada y polarizada, ambos candidatos deberán emprender ahora la conquista de los votos del centro, que, dividido, perdió todas sus chances, pero cuyos electores serán claves para el triunfo en tres semanas.

“¡Mito! ¡Mito!”, gritaban anoche simpatizantes de Bolsonaro delante de la entrada de su casa en Río.

Vestidos con camisetas de la selección brasileña de fútbol y remeras con la imagen de Bolsonaro, los seguidores ondeaban banderas de Brasil; resaltaban que será el “salvador de la patria” contra la corrupción y la inseguridad, y que evitará la vuelta del PT al poder, que dejó al país en la peor crisis económica de su historia.

Refugiado en su hogar con su familia y sus asesores más cercanos, el diputado, que aún se recupera de un atentado con cuchillo que sufrió el 6 de septiembre, usó su cuenta de Facebook para transmitir un mensaje a sus partidarios a través de un video en vivo. Y trató de distanciarse de las polémicas que protagonizó por sus declaraciones machistas, homofóbicas y racistas.

“Vamos a unir a nuestro pueblo. Unidos seremos una gran nación”, dijo, acompañado por su gurú económico, el neoliberal Paulo Guedes.
Y aprovechó también para resaltar que si no hubiera habido tantos problemas con las urnas electrónicas y el nuevo sistema de biometría que identifica al votante por sus huellas digitales, habría vencido en primera vuelta. “No podemos recogernos. Vamos juntos al Tribunal Superior Electoral para exigir soluciones a eso que sucedió. Tengo certeza de que si esos problemas no hubiesen ocurrido, si tuviera confianza en el sistema electrónico, ya tendríamos el nombre del nuevo presidente”, afirmó, y se despidió con una frase que pareció emular al argentino Ernesto “Che” Guevara: “Hasta la victoria… si Dios quiere”.

La ola pro-Bolsonaro creció sustantivamente en las últimas semanas, luego de que recibió varios apoyos de poderosos sectores, como las iglesias evangélicas, y grupos parlamentarios ligados al agronegocio y a la seguridad. Ya era visto con buenos ojos por los agentes del mercado financiero, que creen que ofrece las mejores garantías de que Brasil continúe con las reformas que necesita la economía.

Desde un hotel en San Pablo, Haddad festejó ante miles de militantes petistas su pase a la segunda vuelta y convocó a las otras fuerzas políticas que quedaron en el camino a unírsele en los esfuerzos por derrotar a Bolsonaro, a quien ha calificado de “fascista” y un “peligro” para la cuarta democracia del mundo.

“Queremos unir a los demócratas de Brasil. Queremos un proyecto amplio para Brasil, profundamente democrático, que busque de forma incansable la justicia social”, dijo, mientras desde el público lo vitoreaban con cánticos de “¡Brasil! ¡Urgente! ¡Haddad presidente!”.

En la cercana Avenida Paulista, militantes petistas tuvieron roces con simpatizantes de Bolsonaro que cargaban un gran muñeco inflable de su líder, vestido de militar. “¡Fascistas, no pasarán!”, gritaban los izquierdistas, a lo que los “bolsominions” retrucaban: “Mi bandera jamás será roja”, en alusión al color del PT.

Al cierre de los comicios, Haddad mantuvo contactos ya con algunos de sus rivales menores, como la ecologista Marina Silva, de la Red Sustentabilidad (1%), y el candidato del Partido Socialismo y Libertad, Guilherme Boulos (0,58%), quienes le garantizaron su respaldo. Pero los apoyos más buscados serán los del exgobernador de Ceará Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), y del exgobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), principales representantes de un centro ideológico que prácticamente se evaporó con la división entre sus miembros y la polarización derecha-izquierda.

Gomes, que consiguió el 12,49% de los votos, ya hizo un guiño hacia Haddad al señalar a la prensa: “Mi historia de vida es de defensa de la democracia y contra el fascismo”. Alckmin, quien quedó relegado al cuarto lugar, con 4,77% de los sufragios (el peor desempeño en el historial de su partido), se limitó a decir que respetaba el resultado de las urnas.

De cara al ballottage, tal vez el mayor obstáculo que encaren Bolsonaro y Haddad sea el alto rechazo que ambos también generan en el electorado: 44% para el diputado ultraderechista y 36% para el exalcalde petista, según las últimas encuestas de opinión.

Para Bolsonaro, que estuvo impedido de participar de la mayoría de los debates por el ataque que sufrió, ahora comienza una etapa difícil en la que ya no tendrá excusas para evitar exponerse a preguntas y cuestionamientos, así como en la presentación de sus propuestas. Cuenta con la ventaja de que su partido obtuvo amplias victorias en casi todo el país -salvo en el nordeste, tradicional bastión lulista- y creció significativamente en su representación en el Congreso.

Haddad, en tanto, enfrenta un extendido sentimiento antipetista, que responsabiliza al partido de los grandes escándalos de corrupción y de la recesión de 2015-2016. En ese sentido, el PT sufrió importantes reveses con la candidatura al Senado de la expresidenta Dilma Rousseff por el estado de Minas Gerais, donde también fue vencido el actual gobernador Fernando Pimentel. El partido también sufrió derrotas claves en San Pablo, donde el exsenador Eduardo Suplicy competía por volver a tener una banca, y en Río de Janeiro, donde el senador Luiz Lindbergh Farias no consiguió la reelección. Se trata de duros golpes en los tres mayores distritos electorales del país.

“El PT está acabado. Bolsonaro es imbatible; es lo que el pueblo brasileño necesita y quiere. Nuestra única esperanza de cambio”, apuntó a LA NACION el empresario carioca Joel Tamiozo, de 62 años, después de votar en Barra de Tijuca.

A pocos kilómetros de ahí, en la favela de Rocinha, la enfermera Mariana Salas, de 58 años, defendió su voto por Haddad.

“Fue un buen ministro de Educación de Lula. Gracias a él, mi hijo pudo ir a la universidad con una beca. Además, quiero paz para mi país, no más violencia, que es lo que pregona Bolsonaro con su idea de que todo el mundo pueda tener un arma. Lo que necesitamos es educación, no armas”, concluyó. (La Nación)

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