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Entre gritos, una invitación a pelear y forcejeos, la sesión estuvo cerca de naufragar


09:30 Cuando Emilio Monzó retomó a las corridas el sillón de mando, el recinto estaba a punto de estallar. “¡Tomen asiento! ¡No me van a conducir la sesión”, levantó la voz para responder a Mayra Mendoza y Leonardo Grosso, que, a pocos metros del estrado, le reclamaban a los gritos que interrumpiera el debate e intercediera para frenar la represión policial.

Por: Gabriel Sued
Como último recurso para contener el reclamo, ya propagado a toda el ala derecha del recinto, el presidente de la Cámara le preguntó (casi le imploró) al radical Luis Pastori, en uso de la palabra antes de que comenzara el griterío, si le concedía una interrupción a Agustín Rossi , jefe de la bancada kirchnerista.

Desconcertante para los propios oficialistas, Pastori se negó. Fue la señal de largada para insultos y forcejeos que casi terminan en trompadas limpias. Mirado desde los palcos, el recinto parecía un hormiguero. De pronto todo se concentró en un remolino de empujones en el área de las autoridades del interbloque de Cambiemos . “Reconsidero y le doy la interrupción”, intentó corregirse Pastori, en medio del caos. Era tarde.

Como ocurrió en diciembre pasado, durante el debate de la reforma previsional, la violencia de las calles se trasladó al recinto. Los kirchneristas Andrés Larroque y Adrián Grana, que habían salido para tratar de frenar el avance de la policía, terminaron en la enfermería de la Cámara.

Al Cuervo Larroque le tiraron gases lacrimógenos en la cara después de que saltó un vallado para ir hacia la zona desde donde un grupo de manifestantes tiraban piedras.

Otro flashback de diciembre de 2017: vía Twitter, Elisa Carrió salió en defensa de la actuación de la policía. “No hubo represión. Sí hubo destrucción de los bienes públicos por parte de los manifestantes. Un fiscal debe actuar en forma inmediata por la destrucción”, dijo.

Cuando llegaron al recinto las imágenes de la calle, el jefe del bloque de Pro, Nicolás Massot , intentó calmar a Grosso. “¡No tengo ganas de hablar con vos! Están reprimiendo a mis compañeros”, le respondió el dirigente del Movimiento Evita.
A la discusión enseguida se sumó Leopoldo Moreau. “¡A vos te gusta la represión, Massot!”, le gritó, haciendo énfasis en el apellido.

Massot perdió los estribos. “¡Vamos afuera!”, lo invitó a pelear a Moreau. Todos los diputados que estaban cerca se sumaron a la pelea. Desencajado, Daniel Filmus salió en defensa de su compañero de bloque y se fue encima del jefe de la bancada de Pro.

Con los puños apretados, a Massot lo tuvieron que agarrar entre dos: Pablo Tonelli lo tomó desde atrás, Waldo Wolf se le paró adelante.

Los intentos de Monzó por recomponer el orden ya no causaban ningún efecto. Él también estaba rodeado. José Ruiz Aragón y Laura Alonso, dos diputados de La Cámpora , se le pusieron uno de cada lado. Mientras Ruiz Aragón le reprochaba a gritos por la represión policial, Alonso le mostraba fotos con su celular. “¡Tomen asiento!”, se los sacó de encima Monzó.

Banderas y Lagarde

La tensión había estado presente desde el primer momento. Después del discurso de apertura del macrista Luciano Laspina, Donda y las kirchneristas Luana Volnovich y Mendoza colocaron banderas de Estados Unidos y una imagen tamaño real de Christine Lagarde sobre la mesa de los taquígrafos. “Diputadas, por favor. Ya fueron retratadas”, las retó Monzó.

Después de la trifulca entre Massot y Filmus, el presidente de la Cámara tuvo que ordenar un cuarto intermedio. Solo entonces el recinto recuperó algo de calma.
Cara a cara con los jefes de bloque, Monzó se comprometió a invitar al ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Martín Ocampo.

El funcionario llegó media hora más tarde, para una cumbre con los presidentes de las bancadas. “¡Mis compañeros no tiran piedras! ¿Ya frenaron la represión?”, lo recibió Grosso, que infiltró en la reunión a Nora Cortiñas. “¡Pará, Leo!”, intento calmarlo Felipe Solá.

Acompañado del secretario de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, Ocampo se comprometió a entregar una lista de heridos y detenidos. Las aguas por fin se aquietaron.

Dos horas después de iniciados los incidentes, el oficialismo logró reanudar el debate. (La Nación)

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