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Manzanares confirmó que se lavaba dinero a través de los hoteles de los Kirchner

09:30 – Víctor Manzanares, el histórico contador de los Kirchner, reconstruyó en las más de 20 horas que declaró desde que inició el proceso de imputado colaborador un sistema de financiamiento. En su última declaración, el contador ahondó en explicaciones que apuntan a la operación Hotesur. Manzanares opinó que el matrimonio Kirchner no tiene inconsistencias en sus declaraciones juradas de impuestos y, por lo tanto, puede justificar el dinero en blanco necesario para construir o comprar los hoteles que dieron origen a las causas Hotesur y Los Sauces.

Por: Diego Cabot

Pero insistió en su tesis: si quieren encontrar los problemas deben mirar los números de los empresarios que pagaban el alquiler. Dicho de otra manera: no es que no haya dibujos; lo que sucede es que están del otro lado del tablero. Según su tesis, el resultado que aparecerá es el mismo: lavado de activos. El contador declaró que aquellos contratos no fueron una negociación, sino más bien una imposición. Los hoteleros les decían a los inquilinos cuánto tenían que pagar y para eso, entre otras cosas, los financiaban con obra pública.

Claro está, en los hoteles no importaba la ocupación ni nada que tenga que ver con la explotación. El tema es que no es tan fácil sacar dinero de una sociedad. Por lo tanto, siempre según la mirada del contador de los Kirchner, los problemas de inconsistencia están en ese lugar.

Los contratistas en los casos de los hoteles de los Kirchner eran tres: Lázaro Báez , Cristóbal López y Juan Carlos Relats.

Manzanares estampó su firma en una declaración que recomienda ir por ese camino para encontrar el lavado de la exfamilia presidencial. Relats y su hija, Silvana, ya fallecieron. Pero la contabilidad es la que debería llevar al nudo de la cuestión.

Durante siete años, la familia Relats le alquiló el Hotel Los Sauces a los Kirchner y les hizo ganar cerca de ocho millones de dólares. La relación comercial -que se canalizada con una firma llamada Panatel- concluyó en 2016 de manera conflictiva.

La palabra del contador se tornó vital para la causa. Sucede que durante los años que trabajó para los Kirchner, Polo, como le dicen en Río Gallegos, fue además el que llevaba los números del ex secretario de Néstor Kirchner Daniel Muñoz y de dos hermanos, Rubén y Daniel Llaneza, antiguos dueños de una farmacia en Santa Cruz que con el tiempo y con aporte de capital, construyeron una red de al menos 22 farmacias.

Hotesur es el último aporte a la causa que hizo Manzanares, pero no el único. Dijo, además, que el dinero que manejaba Muñoz era una comisión que Néstor Kirchner le daba por ser el acopiador de los millones recaudados. Contó de viajes al sur y no habló de bolsos, sino de valijas. Según sus cálculos, en pleno momento de expansión, el secretario llegó a retirar dos millones de dólares por semana. De solo pensar que esa era la comisión del empleado se puede calcular el monto con el que se quedaba el jefe.

Hay algunas referencias en las primeras declaraciones que ya son motivo de investigación. Más allá de los nombres de los inquilinos de los hoteles, el contador ya mencionó al grupo Eskenazi, dueño de varios bancos, entre ellos el de Santa Cruz, y exaccionista de YPF. No es la única mención. Entre los contratistas de Vialidad Nacional, de los cuales alrededor de 70 ya han sido indagados o citados a declarar, figura Petersen, Thiele y Cruz, la constructora de la familia. Por ahora, ni por los bancos ni por la constructora los Eskenazi han sido llamados. El contador insistió con el rol de esas empresas en la estructuración financiera de los Kirchner.

Manzanares contó, además, que él en persona viajó a Estados Unidos a comprar tres inmuebles que eran de Muñoz. La operación fue anterior a las que derivaron en la investigación por los 70 millones de dólares, y que tiene procesada a Carolina Pochetti y una importante red de testaferros y gestores oficiosos. La Justicia aún no sabía de la existencia de esos tres inmuebles.

Hay un capítulo para las dos sociedades que tenían Muñoz y el ahora arrepentido. M&M Servicios y Madaco fueron dos sociedades con las que compraron algunos estacionamientos en la ciudad de Buenos Aires. Varias diligencias judiciales se derivarían de esos párrafos.

En sus extensas declaraciones, también entregó datos de otros negocios que aquel grupo -ahora casi todo detenido- realizó. Según cuenta, hubo inversiones en textilerías, compañías de transporte y logística. Una de ellas puede ser rastreada relativamente fácil: tuvo durante años jugosos contratos con Atucha, la central nuclear en la ciudad bonaerense de Lima.

Los inicios

Este sistema ganó poder y dinero con los años. Una de sus primeras escenas tuvo lugar en Florida, Estados Unidos: Víctor Manzanares y Carlos Temístocles Cortez, un especialista en sistemas que ya había comprado unas farmacias por pedido del secretario de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz, viajaban en auto por Miami. Venían de comprar unas propiedades también con dinero de ese núcleo de poder. La charla despreocupada devino en una idea: comprar un laboratorio.

Manzanares marcó en su teléfono satelital el número de Muñoz, de quien era hombre de confianza y socio. Cortez, a su lado, desconfiaba de la capacidad financiera del secretario. “Acá hemos hablado con Carlos que tendrías que ir por un laboratorio”, lo apuró el contador. Del otro lado de la línea, la respuesta fue la de un entusiasta. “Mirá que es mucha guita, se habla de 40 millones [de dólares]”, volvió a insistir Manzanares. “Magallanes se la banca”, contestó con suficiencia el fallecido exfuncionario en referencia a la publicidad de una vieja tienda de ropa de Río Gallegos, en la calle San Martín, frente al histórico local de Aerolíneas Argentinas.

Cortez se convenció del poder económico de su socio y llegados a Buenos Aires, iniciaron las conversaciones para comprar un laboratorio. A poco, el grupo empezó a tener fisuras y Manzanares fue relegado a los negocios del sur. Los otros los arreglaba aquel copiloto directamente con Muñoz.

La confesión

La situación de Manzanares se empezó a delinear en noviembre pasado. Entonces, sus abogados, un equipo que integran Alejandro Baldini, Roberto Herrera y Mariano Di Giuseppe, iniciaron una negociación con los fiscales Stornelli y Rívolo.

Antes de fin de año, la desconfianza sobre que sea cierta o no la posibilidad de arrepentirse llevó a que el contador escriba de puño y letra una carta dirigida al fiscal. Tenía una exigencia: leerla y luego, romperla. Desde ese momento, las negociaciones se sucedieron.

En diciembre hubo una última charla y el compromiso de la defensa fue trabajar en enero para lograr el acuerdo. Pasó el mes y finalmente, ya declaró más de 20 horas. Hizo aportes importantes y casi de apuro. Su bien piensa en la causa de los cuadernos , Manzanares mira con atención Hotesur. Tiene un puñado de días como para que sus dichos sean considerados en la otra causa ya que la ley establece que solo se podrá sumar como imputado colaborador antes de la elevación a juicio. Esa instancia ya está pedida. Todos tienen sus apuros y sus intereses. Y mientras tanto, la verdad aparece de a poco. (La Nación)

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