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Es absurdo que para ser candidato político no haya ninguna exigencia más que la de estar vivo

12:30 – (Por Rubén Lasagno) – Cualquier ciudadano que intente entrar a trabajar en la administración pública municipal, provincial o nacional, debe presentar una serie de papeles donde se de fe de su buena conducta, que no sea deudor alimentario, no debe poseer antecedentes, ni causas en proceso, antecedentes laborales previos, estudios secundarios como mínimo, si es posible (aunque no excluyente para cargos menores pero sí para liderar) profesión, área o tarea en la que se especializa o estudios universitarios cursados, en definitiva, se le exige una foja prácticamente impecable para ser admitido. Y eso es correcto.

Si vamos a sacar el carnet de conductor, además del test de aptitud de manejo, se debe rendir un teórico, pasar una revisación médica, no deber alimentos, no deber ni una sola multa, impuestos o tasas municipales, todos estos “libres deudas” consignados en expresas certificaciones de los organismos competentes con una validez no más allá de las 24 horas y si algo de esto sale mal o no está tan bien, posiblemente tengamos que rehacer parte de todo el trámite o no podamos tener el carnet para manejar en las calles. Una medida atinada.

Si acaso queremos ser Legítimo Usuario de un arma, la cuestión es más compleja aún. A todo lo anterior se exige una inexorable cédula donde se certifique la inexistencia de antecedentes penales con cruce de información policial (Federal, provincial etc), se deben agregar test físico y psicológicos de alto costo económico, entrevistas, certificaciones de aptitud en el manejo de un arma, papeles, formularios y ratificaciones, hay tres niveles de tenencias y cada nivel exige un mayor grado de seguridad, nuestros nombres y apellidos estarán 30 días “colgados” en la web, dispuestos a ser “borrados” de “Registro de oposición” con la sola denuncia anónima de alguien que pretenda (solo) perjudicarnos y estamos atados a una serie de largas y engorrosas normas impuestas por el Estado para preservar la seguridad de las armas y la aptitud de quien las va a operar. Un procedimiento algo exagerado en algunos aspectos, pero aceptable para quien no tenga nada que esconder o disimular.

Y todo lo que enunciamos no es una queja, es el dato fáctico que resume la realidad que vivimos día a día los ciudadanos de a pie, quienes estamos sujetos a leyes y controles, las cuales si incumplimos, afectarán seriamente nuestras vidas, nuestro patrimonio y nuestras familias.

¿Todo esto está mal?. ¿Está mal que para un empleo uno deba demostrar ser moralmente honesto? ¿Está mal que a un conductor al volante de un auto, casi como un arma en la calle, se le exija rigurosamente cumplir los requisitos de idoneidad? ¿Es impropio a quien adquiera un arma exigirle extremas condiciones, tanto de aptitud como de seguridad, idoneidad y capacidad, para ser depositario de armas y confiar que sabrá usarla sin atentar contra él y contra un tercero?. Nada de esto está mal; por el contrario, así debe ser.

Sin embargo, para ser candidato político no se requiere ninguna de estas obligaciones; es más, ni siquiera importa que el postulante tenga varias causas abiertas en su contra, que posea antecedentes por violencia de género, intrafamiliar, que sea deudor alimentario, muchos menos importa si tiene algún estudio psico-físico realizado o si posee alguna psicopatía, bipolaridad, etc, ninguno de ellos debe presentar una “declaración jurada moral”, donde conste que no cometió delitos, ni es pasible de denuncias graves antes de candidatearse a un cargo, que no tiene denuncias de pedofilia, abusos o maltratos; ni siquiera importa si un candidato al Congreso o a cargos ejecutivos (Intendentes, gobernadores o presidencia) posee un Veraz económico, si ha sido o es un estafador, etc.

Y hemos llegado al colmo de que tampoco importa si el candidato, como sucede en la política argentina desde hace varios años, tiene varios procesos judiciales, está embargado y estuvo o está preso. Pero el máximo de los colmos es que un preso por lavado de dinero y corrupción (con el agravante de tener causas abiertas por delitos en funciones ejecutivas), pueda ser candidato por un partido político, sin posibilidad de inhabilitarlo y/o excluirlo de ese derecho, por una simple falta de condición moral en la que incurre este sujeto, quien pretende que la sociedad le renueve los votos de confianza, como pretende (por ejemplo) Julio De Vido, proyectándose como “candidato” desde la cárcel o la propia ex presidenta con 10 procesos en curso, embargos por 10 mil millones de pesos, tres prisiones preventivas pedidas por la justicia y confirmadas por dos Tribunales y la CSJ, sin ejecución práctica por la complicidad corporativa de los Senadores, encabezados por Pichetto, quien sosteniendo un principio absurdo y distorsivo de la ley, la protege para que no vaya presa.

Para todo estamos sujetos a condiciones que nos pueden impedir ejercer derechos constitucionalmente establecidos en la Carta Magna, pero para ser candidato político, no. Allí todo vale, “da lo mismo un burro que un gran profesorignorante, sabio, chorro, generoso o estafador” dice la frase discepoliana y creo, honestamente, que la política y los políticos nacionales son producto de nuestra misma descomposición social. No exigir, no pedir, no controlar y no reclamar, ha llevado a este estado de degradación absoluta que tiene el país, la clase política y por ende, el mortal impacto en las consecuencias a las que este estado de cosas nos arrastra.

Mentirosos, fabuladores, chorros, vagos, delincuentes, insensibles y todo tipo de inmoralidades se cuecen entre los candidatos que pasan en las boletas de los partidos políticos como quien arma una lista de supermercado. No hay un tamiz, no hay una preselección, nadie debe cumplir ciertas condiciones mínimas para dedicarse a ser candidato. NI hablar de programas, proyectos o plataformas propositivas; eso es ciencia ficción. Un par de cliché, bastante plata, ganas de besar chicos con mocos por unos días  y apretar manos ásperas que en otro momento no lo haría ni cobrando, alcanzan para salir a “hacer campaña”. No mucho más, nadie exige nada porque tantos años de desazón y mentiras han logrado anular el espíritu crítico e instalar la desesperanza, lo cual es el mejor campo para cosechar votos en cada elección, pues allí aparecen prometiendo una y otra vez lo que saben jamás cumplirán si llegan al cargo.

Esto pasa porque a la política llega cualquiera. No existen condiciones exigibles, solo intenciones y a pesar de todo, hay una porción del pueblo que los sigue votando sin pensar, sin exigir y sin reclamar.

La ciudadanía debería generar un poder supra político, que tenga la potestad de aprobar o rechazar previamente a quien se postule como candidato, quienes deberían estar obligados a no estar en el “Veraz político” que los propios ciudadanos instalaran y controlaran. Ahora bien, si les pedimos a los “políticos consagrados” (los que ya están en carrera) y a los que llegan, que sean ellos los que se autodepuren, seguiremos siendo perturbados por los mismos males que hoy nos invaden.

Ellos no quieren ni les importa mejorar a la clase política, sino mejorar al político como una clase distinta, sublime, por sobre todos nosotros y encima, con autoridad para decidir sobre leyes, aplicar decretos, impuestos y decidir sobre nuestras vidas y el futuro. Ese es el fin, la política solo el medio. Logrado lo anterior, el enriquecimiento personal, el acomodo de familalires y amigos con cargo al propio Estado (todos nosotros), el abuso partidario y su estabilidad como becario itinerante de la política argentina por muchos años, está garantizada.

Hasta que no empecemos a debatir un “Veraz político” de cada candidato, nunca podremos salir del salsipuedes que nos tiende este sistema de engaños, mentiras y falsedades, manejado, ideados y sostenido por oportunistas y manos largas quienes saben que el mayor esfuerzo a realizar es para “llegar”; luego, sostenerse, se consigue con ser complaciente y de dos caras, una actitud que no nos es extraña, solo basta mirar en los próximos meses a quiénes se mostrarán con sonrisas de dentífrico desde los carteles que inundarán ciudades y rutas, ocultando al verdadero hombre que (quizás) no podría conformar “por derechani siquiera los requisitos que nos exigen a cualquier ciudadano, para sacar un simple carnet de conductor. (Agencia OPI Santa Cruz)

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2 COMENTARIOS

  1. OPI Santa Cruz Muy bien como siempre Al Congreso ni pensarlo estan todos los Mafiosos corructos . Pienso que El SR. Presidente si podria salvar a la patria con degreto y el pueblo Argentino muy agradecido sigamos la lucha

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