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El Gobierno reabre el diálogo con la CGT para evitar otro paro general

09:00  – La adhesión del transporte garantizó ayer la amplitud de la quinta huelga de la central contra Macri; el Presidente evitó referencias a la protesta, pero pidió aislar a Moyano

Con la adhesión de los gremios del transporte público y la confluencia de sectores sindicales que hasta hace poco reaccionaban de manera dispersa, la CGT activó ayer su quinto paro general en contra de la gestión de Mauricio Macri para rechazar el rumbo de la política económica y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ( FMI ).

A pesar de la huelga, que se sintió en todo el país, desde el Gobierno advirtieron que difícilmente habrá cambios en su hoja de ruta económica, aunque abrieron una puerta para dialogar con los gremios más afines y aislar a los combativos, entre los que distinguen a Hugo Moyano y a las dos vertientes de la CTA.

Además, el oficialismo vinculó la protesta a fines electorales y a la pelea interna entre los sindicalistas por el control de la central obrera peronista.

A diferencia de los paros anteriores, Macri evitó esta vez confrontar con los sindicatos y no hizo referencia alguna a la protesta durante un acto por el Día del Ejército. Delegó la réplica en ministros y funcionarios de segundo rango, y habilitó gestiones para explorar posibles sanciones al gremio de los camioneros, que encabeza Moyano.

Evalúan en el oficialismo demorar el reintegro de fondos a la obra social moyanista o acelerar la pulseada judicial por el incumplimiento de una conciliación obligatoria por un conflicto de 2018. En este expediente, el Gobierno ya sufrió un revés en la Justicia Laboral, que dispuso levantar un embargo y reducir una pena de 1000 millones de pesos a casi el 10 por ciento de ese monto. La puja aún continúa en los tribunales.

En la antesala al campanazo de largada para la campaña electoral, la CGT logró ayer reunir al gremialismo bajo un mismo techo de reclamos e intentó tallar en el ajedrez electoral para forzar una alianza opositora capaz de vencer a Cambiemos en las urnas. Lo electoral se coló en los discursos y en las consignas levantadas durante la jornada de protesta.

El paro, puntualmente, fue convocado para exigir una suerte de pacto antidespidos en los sectores público y privado; negociar paritarias “mes a mes” ante la inflación y la caída del peso; exigir un aumento de emergencia para el salario mínimo [es hoy de $12.500]; pedir un congelamiento de las tarifas de los servicios públicos y rechazar las exigencias de ajuste trazadas por el FMI.

La CGT destacó el “gran acatamiento” de la medida. “La fotografía es de ciudades fantasma, desiertas”, metaforizó Héctor Daer, uno de los jefes de la central obrera. Los gremios cuestionaron además al Gobierno por su impericia para resolver la inflación y la caída del empleo, y consideraron tardía y con pura intención electoral la convocatoria a sellar diez puntos de un acuerdo de estabilidad. “Es un gobierno que ya se va. En todo caso, debemos discutirlo con el que viene”, desafió Carlos Acuña, otro de los referentes.

Desde la madrugada de ayer, y durante casi todo el día, las calles de las principales ciudades del país estuvieron despobladas, como si fuera un feriado. Hubo altos índices de ausentismo en fábricas, empresas y escuelas debido a la adhesión total de los sindicatos del transporte público de pasajeros, que fueron, en definitiva, el músculo más vigoroso para garantizar el alto acatamiento de la medida de fuerza.

La izquierda trotskista, los movimientos sociales y otros sectores más radicalizados buscaron capitalizar con cortes de rutas y calles la huelga convocada por la CGT. Visibilizaron su descontento con la política oficial y con el FMI al bloquear los accesos de las grandes urbes. Hubo momentos de tensión cuando un grupo de activistas chocó con la Gendarmería en el Puente Pueyrredón.

La izquierda, además, se diferenció de los gremios peronistas de la CGT con un acto en el Obelisco, desde donde sus dirigentes calificaron de “fracaso” la gestión de Cambiemos y reclamaron “medidas urgentes” contra la inflación y los despidos. También presionaron a la CGT para llamar a otra huelga, pero de 36 horas.

Con el calendario electoral encima, en la CGT descartan medidas similares para lo que resta del año, aunque ayer Daer sembró dudas al respecto. “Será motivo de evaluación permanente. No podemos descartar un nuevo paro ni ponerle fecha al próximo”, dijo el dirigente de Sanidad. Los gremios cegetistas disidentes, cuyo liderazgo de referencia es Moyano, tampoco desecharon activar nuevas protestas.

“Si el Gobierno no escucha los reclamos todo puede pasar”, desafió el camionero.

Macri no es ajeno al estigma sindical que acechó a los gobiernos no peronistas que hubo desde el regreso de la democracia. La CGT le hizo 13 huelgas a los presidentes radicales Raúl Alfonsín (una cada cinco meses) y nueve a Fernando de la Rúa. (La Nación)

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