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El giro de Macri: del gabinete de “notables” al protagonismo de los ministros “realistas”

El Gobierno posterga la ley de refinanciación de la deuda para buscar un acuerdo con el peronismo

08:20 – La crisis económica y la derrota electoral modificaron el esquema de poder del Gobierno

Por: Jaime Rosemberg

La instantánea, visible en uno de los principales despachos de la planta baja de la Casa Rosada, muestra una treintena de rostros sonrientes, con el mar azul de la playa de Chapadmalal como escenario de aquel encuentro bautismal pleno de esperanzas de éxito.

Casi cuatro años después, la mayoría de las caras de quienes acompañan a Mauricio Macri en aquella foto de diciembre de 2015 siguen estando con él, un estilo que lo equipara al primer gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y lo diferencia de los notables cambios de elenco en las presidencias de Raúl Alfonsín y Cristina Kirchner.

“Es que Mauricio confía mucho en su equipo, piensa mucho antes de designarte. Y si no cumplís las expectativas, te busca otro lugar”, afirma uno de los incondicionales del Presidente. Más allá de la continuidad de una muy buena parte de los ministros -Marcos Peña, Carolina Stanley, Rogelio Frigerio, Patricia Bullrich, Andrés Ibarra, Guillermo Dietrich, Oscar Aguad y Germán Garavano no han dejado de tener rango ministerial desde el día 1 de gestión hasta hoy- y de la mayoría de los secretarios, sus roles y, sobre todo, su influencia fueron variando a lo largo de los años.

Como cabezas del denominado “mejor equipo de los últimos cincuenta años”, el Presidente confió en sus “ojos y oídos” -Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana- desde su desembarco formal en Balcarce 50. En lo estructural, el Presidente intentó replicar, con otros intérpretes, el tridente que tantos éxitos le dio en la ciudad, en el que además de Peña estaba Horacio Rodríguez Larreta. Hace un año, y luego de un fin de semana frenético de rumores y desmentidas, Quintana renunció a su cargo, mientras Lopetegui comenzó a repartirse entre su rol de asesor y el de secretario de Energía. Quintana, candidato a senador suplente por la Capital, y Lopetegui continúan en el espacio, pero su influencia dista de ser la de antes.

El presidente Mauricio Macri en la quinta Los Abrojos con el Ministro de Hacienda de la Nación, Hernán Lacunza, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Dante Sica y Guido Sandleris El presidente Mauricio Macri en la quinta Los Abrojos con el Ministro de Hacienda de la Nación, Hernán Lacunza, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Dante Sica y Guido Sandleris Crédito: Presidencia

El único que quedó en su lugar, con idéntico rol, fue el jefe de Gabinete. El reciente vendaval electoral, cuatro semanas atrás, modificó su aura de “imbatible” y multiplicó las críticas hacia su estilo de liderazgo, aunque sigue firme en el despacho contiguo del presidencial.

Se “evaporaron” del espacio Juan José Aranguren, el “padre” de los millonarios aumentos de tarifas que le costaron el cargo y lo hicieron regresar a la actividad privada; el médico Jorge Lemus -con quien Macri tenía una deuda de gratitud desde aquella fiesta de casamiento de noviembre de 2010 en la que un bigote postizo puso en riesgo su salud- y Susana Malcorra, la canciller que sentó las bases de la “reinserción de la Argentina en el mundo” y que en junio de 2017 se quedó a vivir en Europa. Emilio Monzó, coarmador de su estructura nacional, aún no sacó del todo los pies del plato oficialista y defiende las políticas del Gobierno, pero su distancia del centro del poder es tangible.

Alfonso Prat-Gay, Julio Martínez, Aguad, Ricardo Buryaile y José Cano eran cinco de los radicales que aparecen en aquella foto de verano. Ninguno de los cinco, y tampoco Ernesto Sanz, el coarquitecto de Cambiemos junto a Macri y Elisa Carrió, está hoy en el centro de la toma de decisiones. Algunos, como Prat-Gay, se alejaron a pesar de propuestas del propio Presidente; otros se concentraron en la política de sus provincias, y Sanz decidió retirarse de la actividad pública. Solo Mario Negri, líder del interbloque de Juntos por el Cambio, continúa en la primera línea de batalla nacional, cerca del Presidente.

Cambios

Los nuevos tiempos de la gestión, acelerados por la crisis, dieron paso a nuevos actores, varios de ellos vinculados al peronismo, con los que el Presidente mostró altas dosis de pragmatismo. Dante Sica, que reemplazó a Jorge Triaca en junio del año pasado, y en este último tiempo Hernán Lacunza, fueron aportando “frescura” a un comando sacudido por distintas crisis, y el Presidente vio en ellos -según coinciden sus pares- “una mirada diferente” que lo ayuda a tomar decisiones. “Hernán no es optimista, es realista”, elogia un ministro a su par de Hacienda, promotor del “reperfilamiento” de la deuda pública y las restricciones del sistema cambiario que comenzaron a implementarse desde el comienzo de su gestión.

Sin libreto ni ataduras comunicacionales, Miguel Ángel Pichetto funciona como “ministro sin cartera” asesorando al Presidente y defendiendo las medidas a través de los medios de comunicación. A diferencia de otros dirigentes del espacio, coincide con el Presidente en “preservar la estabilidad” mientras se prepara para “dar la batalla” electoral cuando la economía dé un respiro concreto.

Bullrich y Dietrich, quienes junto al senador y al ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, conforman el grupo de los “duros”, iniciaron una etapa de repliegue mediático, emanada de su propio jefe político. Recuperaron terreno, junto a Pichetto, los “políticos”, como Rogelio Frigerio y el propio Monzó, en tándem con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.

Con la “lealtad” de Gabriela Michetti desde la vicepresidencia, aunque sin peso específico en las grandes decisiones, y la cercanía diaria de amigos de fuera de la política, como Francisco Cabrera, Pablo Clusellas y José Torello, Macri enfrenta el tramo final con una mezcla de viejas y nuevas ideas, con el ánimo bastante lejos de aquellas jornadas en la costa bonaerense, cuatro años atrás, cuando todo parecía posible. (La Nación)

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