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Reforma constitucional, medios y el FMI, las contradicciones en la campaña K

Durante la semana, mientras la ex presidenta criticaba al organismo financiero, el candidato presidencial elogiaba el acuerdo “a la uruguaya”. Además, Zaffaroni y otros kirchneristas insisten con reformar la carta magna.

Por: Nicolás Wiñazki

En La Matanza, presentando su libro “Sinceramente”, Cristina Kirchner volvió a ser Cristina Kirchner. El 31 de agosto pasado, en su última exposición pública, fastidió al empresario con una declaración mínima en extensión pero con profundidad política máxima: “Hay que discutir los márgenes de ganancias de las empresas y las formaciones de precios”, soltó sonriendo, aludiendo en principio a las compañías energéticas, pero dando a entender que ese accionar se aplicaría, en caso de que gane las elecciones nacionales y Alberto Fernández sea Presidente, al resto de las empresas más relevantes del país.

Ese mismo día, un sábado, la criticaron distintos voceros de la Unión Industrial Argentina (UIA). Cristina, también en La Matanza, se fastidió con los medios de prensa. Y adelantó que si volviera al poder replantearía la relación de los pagos de la deuda con el FMI: “Hay que verlo y analizarlo seriamente desde el punto de vista de las instituciones”. El lunes siguiente, la bolsa cayó un 3,3 %, arrastrada por el derrumbe de las acciones de firmas dueñas de las concesiones estatales del mercado de la energía. El riesgo país subió a 2163 puntos. El viernes pasado, Alberto Fernández habló en Córdoba sobre el modo “a la uruguaya” en el que piensa pagar la deuda con los bonistas. Lo hizo ante una audiencia experimentada. Fue en la sede de la Fundación Mediterránea, cuna económica de Domingo Cavallo. Ese mismo día el riesgo país cayó 4 %. Y los bonos argentinos subieron entre 4 y 5 %.

El lunes pasado, la presidenta de Justicia Legítima, Cristina Caamaño, dijo en declaraciones a El Destape Radio que creía que, de llegar al poder, los K debían “reformar la Constitución”, con varios objetivos: controlar a la prensa crítica, moderar el poder de los jueces federales y acotar los márgenes de endeudamiento que pudiera tomar el Poder Ejecutivo.

Cristina Kirchner no suele hablar de modo ofensivo sobre el periodismo crítico cuando presenta su libro “Sinceramente”, un texto donde es furibunda respecto a la prensa que la investigó en el poder. Quién siguió la misma línea que Caamaño fue nada más ni nada menos que uno de los principales ideólogos de la Justicia K, el ex ministro de la Corte Suprema y juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Raúl Zaffaroni. También en diálogo con El Destape Radio, dijo que debía reformarse la Constitución, habló de “presos políticos”, y del grave problema que, según él, ejercen los medios que instalan “un discurso único”. La periodista y candidata a vicejefa porteña, Gisella Marziotta, explicó que se apuró a responder en una entrevista que estaba a favor de la creación de una “Conadep” para que juzgue a periodistas. El mismo día que ella aclaró su confusión, su compañero de fórmula, Matías Lammens, fue absolutamente claro al respecto: “No me gusta que los políticos opinen sobre el trabajo de la prensa”, dijo. No se conoce una declaración de esas características de un candidato kirchnerista. La idea de crear una “Conadep” para controlar o juzgar a la prensa nace del Instituto Patria, la sede central de acción política de Cristina en la Capital Federal. La reforma de la Constitución, también.

En una entrevista que la ensayista Beatriz Sarlo le hizo a Alberto Fernández, publicada por el portal Infobae, el candidato rechazó de modo rotundo ese concepto: “Que alguien piense que debe haber una Conadep del periodismo… Es un delirio”. Aunque defendió a panelistas del programa 6,7,8, que emitió la Televisión Pública durante los años más radicalizados del kirchnerismo: él mismo se quejó por haber sido “víctima” de esa emisión propagandística K donde se atacaba a los rivales coyunturales de la Presidenta Fernández, la misma que hoy es candidata a vice del otro Fernández.

¿Cuál es el verdadero plan económico del PJ-K?

¿Cómo conviven en un mismo espacio reputados referentes del kirchnerismo que insisten con usar una Constitución Nacional reformada para controlar a la prensa con el candidato a Presidente de ese mismo partido político, quien asegura que “nadie me va a convencer de reformar la Constitución”?

Conviven en medio de contradicciones como las antes enunciadas.

Según fuentes de su entorno, Alberto Fernández prefiere no darle entidad a las declaraciones de juristas como Caamaño y Zaffaroni.

La dualidad de una campaña electoral donde parece haber voceros y propuestas para cristinistas fanáticos y peronistas clásicos y más moderados se profundiza cada vez más.

Alberto, en las reuniones que tiene con distintos protagonistas de la vida pública, o con referentes políticos que representan distintos intereses, como los gremialistas de la CGT, suele repetir que quien quiera saber cómo será su probable Gobierno deben hablar con él.

“Voy a ser el Presidente de los gobernadores del peronismo”, es una frase constante en su discurso.

El Instituto Patria y quiénes hablan desde otro punto de vista pero se identifican con el Frente de Todos, van mostrando de a poco que nada cambió en sus pensamientos más extremistas.

Horacio González, ex director de la Biblioteca Nacional, líder del grupo de intelectuales K que formaron alguna vez el colectivo “Carta Abierta”, advirtió también esta semana, en un reportaje con la Agencia Paco Urondo, que Cristina Kirchner no debería conformarse con ser una “mera vicepresidenta”. Aclaró que Alberto Fernández debía darse cuenta del verdadero rol que debería ocupar en un potencial futuro gobierno: “Todo esto va a tener que ser repensado en función del equipo que formaron, porque si no, no va a funcionar eso. Lo primero que hay que evitar en esta alianza es el universo de las conspiraciones internas”, dijo. Alimentó él mismo ese escenario que dijo querer evitar: las internas.

El ex juez Zaffaroni se había enojado con lo que llama el “Lawfare” (la supuesta guerra de la Justicia de la que sería víctima Cristina Kirchner), y Fernández (Alberto), aclara ante Sarlo que él de ningún modo tiene “la intención de que los hechos de corrupción que hayan ocurrido dejen dejar de juzgarse”.

¿Los referentes del ultracristinismo hablan para incomodar a Alberto por orden del Instituto Patria?

¿O solo son “patrullas perdidas”, como las describió ante Clarín un intendente bonaerense del PJ?

El tiempo dirá.

Fernández asegura en la intimidad, según pudo reconstruir Clarín, que de ganar las elecciones elegirá él solo a los miembros de su Gabinete. El plan es reformular de un modo sorpresivo el esquema de Gobierno. Con un objetivo inicial: no habrá ningún ministro ni secretario de Estado de relevancia que ya haya ocupado cargos en los tres gobiernos de los Kirchner. La excepción sería la del ex secretario General de la Presidencia, Eduardo “Wado” De Pedro, uno de los líderes de La Cámpora con el que tiene afinidad: analiza designarlo como ministro del Interior.

El lunes, los juristas K verán qué lugar ocupan en la cabeza del candidato a Presidente Fernández. Mañana, Alberto encabezará en la Facultad de Derecho un acto homenaje a quien considera su maestro en la profesión de abogado: el ex Procurador General de la Nación, Esteban “Bebe” Righi, fallecido el año pasado. ¿Cuáles de los voceros K sobre el escenario judicial estarán invitados a ese evento?

Mañana se termina ese enigma. (Clarín)

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1 COMENTARIO

  1. ¿Para qué toman en serio las declaraciones de Alberto Fernandez? Es un cero a la izquierda que no tiene ningun poder real. Lo usarán mientras le sirva a EYA y cumpla las órdenes.
    La solución “a la uruguaya” para los bonos es un ajuste mucho peor que el que estamos viviendo Los “economistas” de Alberto dicen lo contrario.
    Cuando contradiga lo que dice EYA el futuro de Alberto es claro: renuncia (con la excusa que sea) o desaparición física

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