Bajo presión internacional por sus políticas medioambientales, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, recibió ayer al nuncio apostólico Giovanni d’Aniello, el representante de Francisco en el país, cuando faltan solo cuatro días para el inicio del sínodo sobre la Amazonia en Roma, convocado por el Papa.
El domingo próximo se iniciará el sínodo que sesionará hasta el 27 de octubre con base en los documentos elaborados en reuniones realizadas con religiosos y habitantes de la región amazónica, bajo la supervisión del cardenal brasileño Claudio Hummes.
Los vastos incendios en la Amazonia brasileña de las últimas semanas encendieron la peor crisis internacional hasta ahora para el gobierno de Bolsonaro, avivados por el discurso nacionalista y antiambientalista del presidente.
“La situación en la Amazonia es grave, vivimos una grave crisis socioambiental […] El sínodo no es cerrado, y es una oportunidad para pensar los grandes temas de la humanidad”, dijo Hummes en la catedral de San Pablo, en un evento de apoyo al sínodo que contó con la presencia del cardenal Odilo Scherer, arzobispo de la diócesis paulista.
El sínodo sobre la Amazonia es observado con “preocupación” por parte del gobierno brasileño, declaró en más de una ocasión el general Augusto Heleno, ministro jefe del Gabinete de Seguridad Institucional y hombre fuerte de la administración de Bolsonaro.
El cónclave convocado por el papa Francisco es considerado una forma de “injerencia” extranjera en temas que afectan la “soberanía brasileña”, sostuvo Heleno, que es uno de los principales asesores de Bolsonaro. (La Nación)
