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Rusia ocupa el vacío de EE.UU. en Siria y acelera el giro en Medio Oriente

Rusia ocupa el vacío de EE.UU. en Siria y acelera el giro en Medio Oriente

Movilizó unidades a la frontera, asediada por las fuerzas turcas, en la antesala de un cambio estratégico regional marcado por el repliegue de Washington y el avance de Moscú

Por: Luisa Corradini

En el preludio del gran cambio geopolítico que se perfila en Medio Oriente, fuerzas rusas comenzaron ayer a patrullar las posiciones abandonadas por Estados Unidos en las regiones kurdas del norte de Siria.

Las unidades militares de Moscú iniciaron sus rondas en torno a la ciudad de Manbij para interponerse entre la vanguardia turca y el ejército sirio. Esa presencia es una clara señal de que Moscú -principal aliado del régimen de Bashar al-Assad en los ocho años de guerra- confirma su posición estratégica como nueva potencia dominante de la región, después del retiro de Estados Unidos, decidido por Donald Trump.

Un enfrentamiento entre fuerzas sirias y turcas “sería simplemente inaceptable. En consecuencia, no lo permitiremos”, dijo ayer Alexander Lavrentyev, enviado especial de Moscú a Damasco.

El representante del líder del Kremlin, Vladimir Putin, dejó en claro la oposición de Rusia a la intervención turca y agregó que Turquía y el régimen de Al-Assad “mantienen contactos directos”. Un vertiginoso cambio de posición desde los primeros años de la guerra, cuando el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pedía el derrocamiento del presidente sirio.

Hasta el lunes, Estados Unidos había mantenido dos bases militares en la región. El anuncio ruso significa que, de ahora en más, Moscú tiene la intención de ocupar el vacío dejado por Washington y sus aliados en la lucha contra los terroristas de Estado Islámico (EI).

Trump decidió abruptamente la semana pasada retirar las tropas de su país de ese enclave kurdo del norte de Siria. Esa actitud puso punto final a una sólida alianza con las milicias kurdas de las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), consideradas terroristas por el régimen turco. Sin perder tiempo, Erdogan invadió la región obligando a decenas de miles de civiles a abandonar sus hogares. El ataque también forzó a los líderes kurdos a forjar una alianza de supervivencia con sus antiguos enemigos, el gobierno de Al-Assad.

Las milicias de las SDF establecieron un sistema de autogobierno en el norte de Siria en 2012, cuando el caos de la guerra civil siria les dio la oportunidad de crear un territorio autónomo, libre de la influencia del gobierno central de Damasco. Ese territorio aumentó considerablemente después de que se aliaron con la coalición internacional, liderada por Estados Unidos, para combatir a Estado Islámico en la región.

Tras este nuevo acuerdo, las tropas sirias entraron en Manbij el lunes por la noche, mientras que, al oeste, los rebeldes sirios fieles a Turquía, se preparaban para atacar. Para el presidente turco, “el principal blanco militar” de su país en el norte sirio sigue siendo la estratégica ciudad de Manbij.

Desde que comenzó la ofensiva turca, unas 160.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares, según la ONU. Las autoridades kurdas avanzan la cifra de 270.000 refugiados.

La decisión de Trump de retirarse del norte de Siria no solo representó una traición para los kurdos del SDF, que en cinco años de campaña contra Estado Islámico (EI) perdieron 11.000 hombres. “También significó el final de la influencia norteamericana en Siria y el derrumbe de su liderazgo en el resto del mundo”, opinó el politólogo francés Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas.

Como él, numerosos expertos expresan el temor de que ese retiro alentará la acción no solo de Rusia, sino también de Estado Islámico y de Irán. “Si bien el foco de atención de los últimos días fue la nueva alianza entre Damasco y los kurdos, el verdadero cambio geopolítico aquí ha sido entre Washington y Moscú, cuyo poder e influencia en Medio Oriente acaban de verse confirmados”, precisó Boniface.

Para celebrar esa consolidación, Putin llegó anteayer a Riad en visita de Estado por primera vez en 12 años. El líder del Kremlin fue recibido por el príncipe heredero Mohammed ben Salman, que también había sido humillado por Trump tres semanas antes.

Después del ataque iraní contra uno de sus centros petroleros, el reino saudita esperaba una respuesta militar de su gran aliado, pero nada sucedió. “¿Vio lo que nos hizo Estados Unidos?”, se asombró el príncipe ante dirigentes iraquíes la noche antes de la llegada de Putin a Riad.

Sin demasiadas pruebas, Erdogan anunció anoche que sus soldados y los rebeldes sirios aliados ya controlan 1000 kilómetros cuadrados de territorio en el nordeste sirio. Haciendo oídos sordos a la amenaza de sanciones lanzada por Estados Unidos y los países europeos, y al embargo de armas decidido por varios gobiernos de la Unión Europea (UE), el presidente turco está decidido a “crear una ‘zona de seguridad’ de unos 30 kilómetros de ancho en territorio sirio a partir de la frontera turco-siria, que vaya desde Manbij hasta Irak”, dijo.

Ankara pretende instalar allí cerca de dos millones de refugiados sirios, que huyeron a Turquía durante la guerra.

Erdogan también aseguró que impedirá el ingreso a Turquía de combatientes de Estado Islámico que podrían haber escapado de los campos de detención kurdos durante el ataque turco. Según numerosos videos y fuentes de ONG, unos 750 detenidos vinculados a EI habrían huido el sábado, aprovechando el caos. Otras imágenes muestran a milicias sirias proturcas ejecutando civiles a medida que avanzan en territorio kurdo. (La Nación)

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