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Analizan negociar con los bonistas una quita del 20% y congelar pagos por 2 años

Analizan negociar con los bonistas una quita del 20% y congelar pagos por 2 años

La semana que viene habría reuniones con fondos extranjeros que tienen deuda en dólares y en pesos.

El equipo que asesora al presidente electo Alberto Fernández tiene la intención de empezar a mostrar algunas cartas en un tema crucial: la renegociación de la deuda. Tanto la que está emitida en dólares bajo ley extranjera como la que está emitida en pesos. En ambos casos tiene sentados del otro lado del mostrador a grandes fondos extranjeros.

La versión más insistente que empezó a escucharse en estas horas señala que la semana que viene se realizaría en Buenos Aires un encuentro directo entre gente muy cercana al futuro presidente y representantes de un importante fondo internacional, uno de los que más fuerte apostó por la deuda argentina, tanto en pesos como en dólares.

Lo que se dice es que el Gobierno analiza proponer para la deuda en dólares una quita del 20% y congelar el pago de intereses por dos años.

Frenar el pago de los intereses es el oxígeno que necesita el futuro Gobierno para poder destinar fondos a reanimar la actividad económica. Supone que si esta jugada es exitosa, cortará con la recesión y logrará una mejora de las cuentas públicas que le permitan darle sustentabilidad al pago de los compromisos externos.

Pero también se señala que hay interés -como lo dijo Guillermo Nielsen días atrás en Miami- en solucionar rápidamente la deuda en pesos, que acumula vencimientos de acá a mayo del año que viene por el equivalente a 15.000 millones de dólares.

Una de las manos más importantes con deuda en pesos en su poder es el fondo Templeton. Fue de los que más fuerte apostó a bonos en moneda nacional a tasas que hoy parecen ficción: 15 y 16%, fija. Estos papeles son de los denominados “duales”. El inversor cobra en pesos pero tomando como referencia el tipo de cambio oficial. Como no se pueden comprar dólares a ese tipo de cambio, el inversor deberá ir al “contado con liqui” para hacerse de divisas. Y pagar la brecha, es decir, un 20% más.

Estas apuestas le generaron a Templeton notorias pérdidas, y fueron motivo de extensas notas en diarios como el Financial Times, de Londres. Templeton compró en mayo de 2018 Bonos del Tesoro Bote 2023 y 2026 por el equivalente a 3.000 millones de dólares. Se trató de una recordada operación el día que vencían cerca de 700.000 millones de pesos en Lebacs, en uno de los famosos “supermartes”. Con los dólares que ingresaron, se armó una “pared” de 5.000 millones de dólares para aguantar la demanda de divisas, mientras se negociaba el primer acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Con todo, la negociación “mano a mano” entre el Gobierno y un fondo en particular no es lo usual. Los procesos de reestructuración suelen empezar por sondeos a todos los acreedores y luego, el Gobierno emite una oferta general (tal como la que hizo el gobierno argentino en 2005).

Además, como resaltó Nielsen en Miami, no hay miles de bonistas minoristas (los famosos jubilados italianos, alemanes o japoneses) pero sí hay dos grupos de inversores, al menos con la deuda en dólares: los que entraron al principio y pagaron los bonos a precios muy altos (casi a la par) y los que compraron después del derrumbe.

Aquí hay una grieta: los que entraron a precios de ganga desean una negociación rápida que les permita hacer una toma de ganancias, y son más proclives a aceptar quitas. Los otros, son menos flexibles y desde ya rehuyen a la quita de capital.

Los bonos emitidos bajo ley extranjera incorporaron cláusulas de acción colectiva (CAC). Esto quiere decir que la oferta del Gobierno debe ser aceptada por acreedores que reúnan un cierto porcentaje de bonos. Si por ejemplo se requiere el OK de un 66% de bonos, alcanzado ese porcentaje, el 34% no tiene derecho a pataleo y también debe aceptar la propuesta. Esto reduce sensiblemente el riesgo de las demandas judiciales de los fondos buitre.

La renegociación con los acreedores recién empieza. El camino es difícil y el resultado, incierto. (Clarín)

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