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Iván Duque no consigue frenar las protestas con sus concesiones y enfrenta otro paro

A pesar de algunos avances en el diálogo y el anuncio de beneficios tributarios, hoy habrá una nueva huelga nacional; reclamo de sindicatos y universitarios por la muerte de un manifestante

Por: Daniel Lozano

Colombia vivirá hoy una nueva jornada de huelga nacional, solo seis días después de la histórica manifestación del jueves pasado y en medio de la “gran conversación nacional” convocada por el presidente Iván Duque.

A pesar de los avances sobre la mesa del diálogo y de los primeros frutos, con ventajas tributarias para los más desfavorecidos, un factor impactó con tal fuerza en una sociedad descontenta que amenaza con resquebrajar la hoja de ruta propuesta por el gobierno: la muerte de Dilan Cruz, el joven de 18 años que recibió el impacto de una granada de gas lacrimógeno en la cabeza.

Los convocantes del primer paro nacional redoblaron su apuesta con este segundo llamado, en un intento de hacerse con los mandos de la calle tras ser ampliamente superados por el sentir popular. En su primer cara a cara con el gobierno, los líderes sindicales y estudiantiles exigieron un trato preferencial, al margen de los otros interlocutores del gobierno y de forma directa con Duque.

Uno de sus reclamos es precisamente la supresión del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), en el ojo del huracán desde que el sábado uno de sus agentes disparó contra Dilan, convertido en el símbolo de la protesta que sacude Colombia. Las inmediaciones del hospital albergaron desde entonces concentraciones y cacerolazos, que se repitieron en centros universitarios. Banderas a media asta ondeaban ayer en buena parte de ellos.

En Neiva, 100 encapuchados irrumpieron en la asamblea de estudiantes y atacaron a las fuerzas policiales, incluso detonaron un artefacto explosivo contra ellos. Un agente resultó gravemente herido y su pronóstico es reservado. Uno de los principales temores de la Inteligencia de las Fuerzas Armadas es la infiltración de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 20 universidades.

La gran paradoja que vive Colombia en las últimas horas es que un país que parecía acostumbrado a la violencia se rebeló contra ella para exigir responsabilidades como pocas veces antes. Naciones Unidas también realizó un llamado contra la impunidad. “El diálogo y el amor siempre serán nuestras mejores armas”, reaccionó la familia de Cruz tras su muerte, un mensaje contra la violencia en el que insiste desde sus primeras declaraciones.

Una de las principales demandas al Estado es que actué y termine con el asesinato de indígenas y de dirigentes sociales, víctimas de una guerra de otros: antiguas bandas paramilitares, los remanentes de las FARC, la guerrilla del ELN y las bandas mafiosas del narcotráfico.

“La muerte de Dilan marcó otro punto de giro y concentra hoy la discusión pública, desplazando la conversación iniciada por el presidente Duque”, dijo a LA NACION el politólogo Felipe Rey Salamanca. “Hay dos conversaciones nacionales: la formal, convocada desde el Ejecutivo y la informal, que sucede en los medios, las redes y las calles. Hoy la segunda está hablando de los excesos del Esmad y la desigualdad que refleja la vida de Dilan, un muchacho que no pudo ir a la universidad por falta de un crédito. Nos puso otra vez en evidencia. De manera que son dos conversaciones separadas, una programada y otra expuesta a los hechos políticos”, redondeó el politólogo.

En medio del debate nacional, las reformas ya comenzaron. La ley de crecimiento económico, que se negociaba desde hace semanas en el Parlamento, avanzó ayer a una velocidad inédita con decisiones tributarias de “enorme alcance social”, aseguró Duque. El presidente anunció que el IVA, que agobia desde hace años a los colombianos, será devuelto en un 100% a las familias más vulnerables, que según estimaciones del gobierno son una de cada cinco.

En una especie de Black Friday multiplicado, el Ejecutivo establecerá tres días sin IVA al año para la compra de ropa, calzado, útiles escolares y algunos productos tecnológicos, en un guiño para las clases populares ampliado a las clases medias. Deducciones para las empresas que contraten jóvenes y ventajas en el pago de la salud para quienes perciben el salario mínimo son las otras dos grandes medidas.

Pese a la flexibilidad que exhibe en estas primeras 48 horas de conversación inicial, el presidente colombiano trazó una línea roja muy clara: no quiere saber nada de un proceso constituyente, como le solicitó Daniel Quintero, alcalde electo de Medellín. “Una Constituyente pone al país en otra cosa, no creo que sea el camino. El país necesita profundizar las reformas sociales”, enfatizó Duque.

A buena parte de los votantes el solo concepto de Constituyente les suena enseguida a revolución bolivariana. Venezuela, al igual que los otros países revolucionarios, vivió un proceso constituyente al principio de la era Chávez y en la actualidad está inmerso en otro, que el gobierno de Nicolás Maduro maneja para aplastar a la disidencia.

Los rápidos avances, sin embargo, no conforman ni mucho menos a buena parte de la población, que mira con suspicacia un proceso que no sabe a dónde va. “Duque se apresuró en definir la metodología del diálogo. A veces las personas y los países, cuando los problemas son profundos como este, debemos hablar acerca de cómo vamos a hablar. Hoy las diferencias son sobre eso: quiénes se van a sentar, sobre qué temas, con cuáles metodologías”, sentenció Rey Salamanca, experto en diálogos y en mecanismos de participación ciudadana.

“Yo propuse una Asamblea de Ciudadanos, creo que es el mecanismo de deliberación indicado en este momento. Naturalmente, se puede compaginar con muchos otros”, concluyó el analista. (La Nación)

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