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Una masiva huelga desafía la reforma jubilatoria de Macron

Francia organizará un debate público antes de dar luz ver al acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea

La potente movilización que paralizó al país registró incidentes en la capital; el presidente busca suprimir 42 regímenes especiales por un sistema de puntaje para el retiro

Por: Luisa Corradini

Francia quedó ayer prácticamente paralizada por la huelga general más importante de los últimos años, que abrió serios interrogantes sobre el futuro del gobierno de Emmanuel Macron. Escuelas, transportes y empleados públicos, aeroportuarios, abogados, estudiantes, trabajadores de la salud, del sector privado e incluso bomberos pararon en todo el país contra el proyecto de reforma de la jubilación, principal promesa de campaña del presidente francés.

La masiva adhesión al paro -apoyado por cerca del 60% de la opinión pública, según el instituto BVA- es síntoma de un profundo descontento social y representa un nuevo y serio desafío para el jefe de Estado, que el año pasado consiguió calmar con éxito la violenta protesta de los chalecos amarillos.

Solo el 10% de los trenes circularon y la empresa nacional de ferrocarriles (SNCF) estimó en 55,6% el número de huelguistas. Por la tarde, todos los sindicatos del sector votaron a favor de la reconducción del movimiento para este viernes.

Tampoco habrá subterráneos hasta el 9 de diciembre en París, donde el tráfico estuvo ayer prácticamente paralizado.

La tasa de huelguistas en la función pública alcanzó, por su parte, el 21,2%, con proporciones más fuertes en dependencias estatales, que engloban la educación nacional (32,5%). Más de un tercio de las escuelas estuvieron cerradas. Según el Ministerio de Educación, el 51,15% de los maestros y profesores hicieron huelga.

En esta capital, los sitios más visitados por los turistas, como la Torre Eiffel, el Museo d’Orsay y el Palacio de Versalles, cerraron sus puertas, mientras las autoridades de numerosas ciudades solicitaron a los comercios instalados cerca del recorrido de las manifestaciones que hicieran lo mismo.

Prevista de larga data, la huelga no tuvo sin embargo las consecuencias dramáticas de otras veces. Previsores, los franceses consiguieron organizarse como pudieron: recurriendo al teletrabajo, compartiendo vehículos privados, circulando en bicicletas, patines o monopatines a pesar del frío glacial de los últimos días en algunas zonas del país.

Además de la masiva manifestación parisina, 806.000 personas salieron a la calle en 70 ciudades, según el Ministerio del Interior. Un millón y medio, según las centrales obreras.

“Es una movilización extremadamente fuerte”, se felicitó el secretario general del sindicato comunista (CGT), Philippe Martinez.

También en París la movilización fue multitudinaria. Unas 250.000 personas, según la CGT; 65.000, según la Prefectura de la capital, desfilaron pacíficamente desde la Gare de l’Est a la Place de la Nation. El imponente dispositivo del orden -unos 6000 policías y gendarmes- no consiguió, sin embargo, evitar numerosos desmanes de grupos de vándalos que destruyeron mobiliario urbano y vehículos en ciertos sectores de la ciudad. La policía realizó 87 detenciones provisorias y 60 personas quedaron a disposición de la Justicia.

Frente a la movilización general, Macron se declaró “calmo y determinado a llevar adelante su reforma. Mediante el diálogo y la consulta”, indicó el Palacio del Elíseo. La sede de la presidencia agregó que, a mediados de la semana próxima “el primer ministro, Edouard Philippe, develará la arquitectura de la reforma”.

“Todavía quedan márgenes de negociación”, aseguró la vocera del gobierno, Sibeth Ndiaye.

En grandes líneas, el proyecto presidencial intenta introducir una jubilación universal basada en puntos, que reemplazará el sistema actual. La jubilación recompensará cada día trabajado con puntos, que permitirán al final de la carrera calcular los beneficios jubilatorios.

En Francia, la edad oficial del retiro fue aumentada de 60 a 62 años en la última década, pero sigue siendo una de las más bajas de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Considerado un sistema “más justo” por el mandatario, Macron quiere, sobre todo, que desaparezcan los 42 regímenes especiales que existen tanto en el sector público como en el privado y que tienen sensibles diferencias entre sí en cuanto a la edad y los beneficios de la jubilación.

A pesar de sus esfuerzos por dar una imagen de serenidad, el presidente sabe que se halla ante el desafío más importante desde que asumió el poder, en 2017. En todo caso, su gobierno hará todo lo posible para evitar que se repitan los dramáticos episodios de 1995, cuando otro proyecto de reforma jubilatoria desencadenó una huelga general que paralizó el país durante tres semanas, obtuvo el apoyo masivo de la población y provocó la renuncia del entonces primer ministro.

El actual sistema

Todos los franceses reciben una jubilación del Estado, que promedia los ?1400 al mes netos. Pero el promedio no toma en cuenta importantes diferencias entre 42 sistemas distintos. Los empleados del sector privado se benefician del sistema general de pensiones (siete de cada diez personas). Muchas profesiones, no obstante, tienen planes separados. Los empleados públicos -cinco millones- también tienen un plan de pensiones propio.

El plan del gobierno

Macron quiere reemplazar el sistema actual por otro único, para que todos los trabajadores tengan los mismos derechos jubilatorios. Los sindicatos afirman que la mayoría de los trabajadores percibirán pensiones más bajas por un cambio en la fórmula para calcularlas, y los que tienen beneficios especiales temen perderlos. El gobierno señala que la edad para jubilarse seguirá siendo 62 años, pero el nuevo sistema tendrá incentivos para que la gente trabaje más allá de esa edad. (La Nación)

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