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Tras una jornada infernal en Australia, crecen las críticas contra el premier

Tras una jornada infernal en Australia, crecen las críticas contra el premier

Scott Morrison recibió duros reproches por la gestión de la crisis tras otra catastrófica jornada de incendios forestales en el sur del país; ya son 24 los muertos

En medio de una lluvia de críticas al gobierno del primer ministro Scott Morrison, las autoridades australianas evaluaban ayer los “considerables daños” provocados por los incendios forestales un día después de una catastrófica jornada en la que el número de víctimas mortales se elevó a 24.

Cientos de propiedades fueron destruidas y un hombre murió mientras intentaba salvar la casa de un amigo, en el sudeste de Australia, donde se declaró el estado de emergencia. El cielo rojo que había caracterizado los últimos días se tornó negro y en algunas localidades llovieron cenizas. Según la primera ministra del estado de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, la situación es crítica. “Estamos en territorio desconocido -dijo Berejiklian-. No podemos pretender que hayamos vivido antes algo así. Varios municipios que nunca antes experimentaron una amenaza de incendio forestal corren el riesgo de quedar completamente destruidos”.

Los números son espeluznantes. La cantidad de hectáreas quemadas duplica la superficie de Bélgica y 100.000 personas fueron ya evacuadas de sus hogares en Nueva Gales del Sur, la región más poblada de Australia. El sábado, un suburbio de Sídney alcanzó una temperatura récord de 48,9 grados. En Camberra, la temperatura llegó a los 44 grados y la calidad del aire empeoró tanto que duplicó el índice de contaminación de Nueva Delhi, según datos de Air Visual, un sitio de la compañía IQAir que se especializa en tecnologías de purificación del aire.

En este contexto, los bomberos australianos se declararon en pie de guerra contra el primer ministro, Scott Morrison, por su manejo de la crisis de los incendios forestales, que ya cuenta entre sus muertos a tres bomberos. El comisionado de la brigada rural de bomberos de Nueva Gales del Sur, Shane Fitzsimmons, criticó ayer la decisión de Morrison de llamar a 3000 reservistas del Ejército para ayudar a los voluntarios. Fitzsimmons manifestó su decepción ante la falta de “cortesía profesional básica” que demostró el primer ministro al anunciar la convocatoria en los medios, sin antes informárselo a los propios bomberos.

Las palabras de Fitzsimmons se suman a otros dos episodios que muestran el descontento de los voluntarios. El sábado, el bombero Paul Parker acercó su camión a una cámara de televisión y lanzó improperios contra Morrison. En una posterior conversación con una agencia de noticias, dirigió una andanada de insultos contra el primer ministro y el resto del gobierno y aseguró que los funcionarios no tienen idea de lo que es la experiencia de los bomberos en el terreno. Parker agregó que arriesga su vida por sus vecinos, por el pueblo de Nelligen y por los australianos y no por “Scott Morrison ni por ningún imbécil del gobierno”. El jueves último hubo otro momento de tensión cuando un bombero se negó a estrechar la mano del primer ministro durante una visita a la localidad de Quaama, en Nueva Gales del Sur.

No es la primera vez que los australianos reprueban las acciones de su primer ministro. Morrison ya había sido criticado por su lentitud en la respuesta ante la crisis. El anuncio del reclutamiento de los reservistas y la promesa de destinar 14 millones de dólares a la compra de aviones que ayuden a combatir las llamas llegaron solo después de una de las peores jornadas desde septiembre, cuando comenzaron los incendios. En diciembre, Morrison debió disculparse por irse de vacaciones a Hawai mientras el país ardía. Semanas antes había sido fuertemente criticado por decir que no hacía falta pagarles a los bomberos porque ellos “querían estar ahí”. El premier también ha recibido reprobación por privilegiar la industria del carbón por sobre la lucha contra el calentamiento global. Australia suele sufrir incendios forestales en primavera y en verano. La diferencia es que este año los fuegos comenzaron antes y con mayor violencia, debido a las condiciones propiciadas por el cambio climático: temperaturas récord, una sequía prolongada y fuertes vientos.

Ayer el primer ministro restó importancia a las críticas recientes: “Se han señalado muchas culpas. Es momento de concentrarnos en la respuesta que se está efectuando. Echar culpas no ayuda a nadie en este momento”. (La Nación)

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