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Caso Nisman: los errores de Viviana Fein, la fiscal que ahora admira Cristina Kirchner

Por: Héctor Gambini

Fue superada por la situación y muchos de sus errores aparecen explícitos en la serie de Netflix.

Cristina Kirchner contó este lunes, por las redes sociales, que vio tres veces la serie de Netflix El fiscal, la Presidenta y el Espía y que le impresionó ver allí el trabajo de la fiscal Viviana Fein​.

Opinó que antes de ver el documental pensaba que la fiscal “no había dado la talla”, pero después de ver la serie le dedicó un “chapeau” (sacarse el sombrero en señal de admiración).

Lo que sigue es una simple enumeración de hechos comprobados:

* Fein decidió que la “escena del crimen” a preservar debía ser únicamente el baño donde apareció muerto Nisman y no todo el departamento, ni sus accesos externos ni los lugares comunes del edificio. Significa que sólo se preservó el espacio físico del baño -enseguida veremos que ni siquiera eso- y no el dormitorio del fiscal (a la madrugada pusieron la pistola arriba de una de las mesitas de luz, por ejemplo), su lugar de trabajo, la cocina, el pallier, los ascensores, las escaleras ni el hall común, por donde se pasearon 60 personas sin control muchas de las cuales comieron y bebieron.

* Si a Nisman lo mataron, el asesino pudo bajar las escaleras de servicio (donde no hay cámaras) hasta la Planta Baja, y de allí irse tranquilamente por la puerta principal. Si en el trayecto se le hubiera caído el DNI, no lo hubiese visto nadie.  Además, mientras Fein comandaba los peritajes, durante la mañana del lunes 19 de enero, un vecino de la misma torre subió hasta su departamento con estibadores que le llevaban la enorme caja de una heladera. Dijo que nadie los paró ni les preguntó nada, y que todo el mundo andaba por la torre normalmente, subiendo y bajando, recibiendo invitados y haciendo su rutina completamente normal.

* El baño tampoco se salvó del desastre. Junto al arma que terminó con la vida de Nisman se descubrió que había un pelo que nunca fue levantado ni peritado.

* Netflix muestra a la fiscal pisando el charco de sangre en el baño con sus propias sandalias. Ella dice que antes de entrar había filmado todo. Si otro pelo hubiese quedado sumergido en el charco no hubiera salido en el video y habría podido quedar bajo su suela o la de cualquier otra persona que entrara al baño pensando que ya todo había sido preservado.

* En la misma serie que Cristina elogia -allí habla largamente su abogado, Alejandro Rúa, sin que los productores del documental aclaren que es el abogado de Cristina Kirchner, la acusada por el fiscal- Fein dice que tenía miedo de tomarle declaración testimonial a Stiuso. Y luego dice que el ex agente “no aportó nada significativo”. Quizá no lo aportó justamente porque ella tuvo miedo de preguntarle.

* En otra escena aparece Fein sosteniendo que en la mesa de trabajo de Nisman “no se movió una hoja” entre los documentos que revisaba el fiscal y que iba marcando con resaltadores. La simple comparación de la foto que el propio Nisman le envió al diputado Waldo Wolff con la que sacó luego la Prefectura convocada por Fein muestra diferencias claras: no sólo en la hoja que está encima de la pila principal sino también en la posición del marcador apoyado sobre ella. Es una observación simple que desmiente a Fein y los productores de la serie tampoco parecen haber advertido (Capítulo II, minutos 12:03 y 12:07).

* En otro de los tramos del documental, la fiscal afirma y remarca la importancia de que el día que Lagomarsino le llevó el arma a Nisman fue porque Nisman lo llamó primero. “Pudimos chequear que las dos llamadas fueron de Nisman a Lagomarsino; nunca de Lagomarsino a Nisman”, dice Fein. Luego se supo, por los entrecruzamientos de llamadas, que ocurrió al revés: Lagomarsino le envió a Nisman un WhatsApp antes, para provocar el encuentro donde luego le llevaría el arma. Netflix tampoco aclara que eso que vemos ya no es así. Que cambió. Que es exactamente lo contrario a como quedó editado.

* Si hubo un asesino y, tras salir del edificio, se fue a su departamento en otra de las torres Le Parc (son tres) tampoco se investigó mientras el caso estaba en manos de Fein.

* Berni, que se había encajado con el auto en su campo de Zárate cuando le avisaron que Nisman estaba muerto, llegó al lugar con los pies llenos de barro. Así caminó por todo el departamento de Nisman. Nadie le dijo nada.

* Mientras estuvo allí, Berni habló 5 veces con Cristina. La ex Presidenta elogia ahora a la fiscal que permitió que funcionarios de su Poder Ejecutivo estuvieran en la escena del crimen hasta que quisieron, algo completamente fuera de lugar.

* Estando en el departamento Berni, la fiscal y todas las autoridades presentes, un perito en Balística de la Policía Federal hizo esto: entró al baño, deslizó su dedo por la corredera de la pistola (borrando todo posible rastro), quitó las balas y las dejó, así nomás, sobre el bidet, junto con el arma. Como la pistola estaba manchada de sangre, manchó también el bidet. Todo quedó filmado en un procedimiento que se dio por bueno y que la fiscal justificó “por seguridad”, como si el arma estuviera siendo manipulada por un nene en lugar de un experto en balística (Capítulo II).

* Cuando debieron quitarle la ropa al cuerpo, cortaron el short y la remera de Nisman justo por donde discurrían las manchas de sangre. Una vez quitadas las prendas, fueron tiradas al piso, sobre otro charco de sangre.

* En el baño no se secuestraron ni la alfombra sobre la que estaban extendidos los pies del cadáver ni un paño verde que estaba sobre la mesada, también manchado con sangre. La alfombra se la llevaron 26 días después. El paño, más de tres meses después de aquella primera inspección. Era el paño verde que, según Lagomarsino, él le había entregado a Nisman envolviendo la pistola 22.

* Hubo tantas declaraciones mal tomadas que hizo falta citar a los testigos dos o más veces para preguntarles otra vez sobre las mismas cosas. Pasaron por esta situación desde la ex mujer de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, hasta la mamá del fiscal, Sara Garfunkel, la asistente de su fiscalía, Soledad Castro, y el ex agente de Inteligencia Antonio Stiuso.

* A Sara Garfunkel le dieron el juego de llaves que encontraron adentro del departamento. Eso impidió saber si había algún rastro de terceros sobre ellas o si faltaba alguna llave que alguien pudo haber usado para entrar o llevarse luego de cerrar la puerta desde afuera, tras el crimen. Lo único que impediría salir a un asesino sería la cerradura activada que tenía la llave puesta del lado de adentro. Pero esa cerradura estaba abierta: con la llave puesta pero sin girar. Por eso el cerrajero sólo empujó la llave y entró apenas le dio medio giro al pestillo. Es decir, no se podía entrar pero cualquiera pudo salir.

* Para los camaristas de la justicia ordinaria que estudiaron el caso antes de decidir su pase a la justicia federal, muchas declaraciones de la fiscal Fein en aquellos días demuestran que su interés estaba puesto en sólo dos cuestiones: cómo se había hecho el procedimiento en el departamento después del hallazgo del cuerpo (aunque ella estuvo ahí, preguntaba “si alguien había comido facturas”), y sobre el estado de ánimo que tenía Nisman.

* Tanto preguntaba sobre esto, que no le dio importancia al testimonio del médico de la prepaga que primero vio el cuerpo, y que le dijo que el cadáver cambió de posición entre que él lo vio y lo fotografió la Policía, un rato más tarde. Para ratificar eso, la fiscal volvió a llamar al médico (un profesional ecuatoriano llamado José Carrera Mendoza) recién ocho meses después.

* La fiscal Fein tardó más de cinco meses en darse cuenta que el departamento de Nisman tenía una línea telefónica fija.

* Y más de dos meses en llamar a declarar a Marta Chagas, la amiga de la madre de Nisman que participó del hallazgo del cuerpo.

* En el Capítulo I de la serie, Fein aclara que, para ella, Nisman era una víctima más, como cualquier otra. Dirigía la investigación sin tener en cuenta el contexto de la víctima, que era lo que hacía que no fuera una víctima normal. ¿En cuántos casos tuvo Fein en la escena del crimen al secretario de Seguridad de la Nación hablando por teléfono desde allí con la Presidenta y rodeado por las cúpulas de la Policía Federal y la Prefectura?

* En el Capítulo II, Fein dice: “En ese momento, una trabaja y no reflexiona”. Y, más tarde: “Para hablar de suicidio, la mente humana es impredecible. Para hablar de homicidio, que nadie lo descarta, hay que traer una prueba”.

* La fiscal Fein, que había dicho que iba a posponer su jubilación hasta “llegar a la verdad” en el caso, se jubiló. No llegó a la verdad, ni a un dictamen, ni a ningún lado. Sólo dejó un legado que a sus herederos les cuesta remontar.

* Y sostiene al final, con las llamadas comprobadas entre tantos funcionarios de inteligencia al mismo tiempo, justo el día en que Nisman estaba muerto y aún nadie lo sabía: “Me llama la atención que esta gente no había hablado jamás un domingo. ¿Por qué hablar tanto ese día? ¿Qué estaban esperando?”.

Quizá Cristina, como Presidenta y jefa directa de los servicios de Inteligencia en ese momento, sí pueda aportar esa prueba al expediente, que aún sigue en plena investigación.

Ya no como televidente, sino como funcionaria responsable. (Clarín)

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