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De crucero de lujo a “cárcel flotante”: el drama de una cuarentena a bordo

De crucero de lujo a "cárcel flotante": el drama de una cuarentena a bordo

Pasajeros del Diamond Princess, varado en Japón tras detectar 20 infectados del virus, se quejan de las estrictas condiciones y la calidad de la comida

En los primeros días del viaje en un crucero de lujo por sus bodas de oro, el británico David Abel y su mujer, Sally, degustaron manjares en abundancia y disfrutaron de los paisajes del este asiático. Pero el festejo se transformó en pesadilla. Como más de 3700 personas a bordo, quedaron en cuarentena a bordo del Diamond Princess desde el lunes pasado y por dos semanas.

Terminó encerrado en su camarote, comiendo un “sándwich de lechuga con algo de pollo” y observando cómo 20 personas infectadas de coronavirus abandonaron el barco para ser trasladadas a hospitales de la ciudad de Yokohama, en Japón, donde quedó anclada la nave.

“No será un crucero de lujo, sino más bien una cárcel flotante”, escribió Abel en Facebook. Él y su esposa quedaron atrapados en la nave junto con más de 2600 pasajeros de 36 nacionalidades -entre ellos, ocho argentinos- y 1045 tripulantes, a raíz de la medida sanitaria aplicada por las autoridades japonesas, que incluye la prohibición de salir de los camarotes. Ninguno de los argentinos resultó contagiado.

Algunos pasajeros, como también ciertos miembros de la tripulación, aún aguardan la inspección del personal médico, por presentar síntomas o haber entrado en contacto con personas infectadas.

Para el resto, la incertidumbre, las quejas y el aburrimiento fueron las preocupaciones principales en los primeros días de cuarentena. Las fotos y los videos que otros viajeros subieron a las redes sociales muestran la transformación del buque en una nave fantasma, con zonas de recepción, habitaciones y salones enteros abandonados. Muchos se quejaron de la falta de medicamentos, la calidad de la comida y la imposibilidad de ejercitarse o siquiera salir del camarote. Otros expresaron cierto optimismo al anunciar el arribo de provisiones al puerto, como también de varias ambulancias, y destacaron la amabilidad del personal a bordo.

En las últimas horas hubo algunas mejoras: las comidas fueron servidas con mayor regularidad y se amplió el ancho de banda de internet.

Uno de los turistas, de nacionalidad japonesa, utilizó su cuenta de Twitter para compartir su experiencia de encierro con fotos de las distintas comidas que le entrega la tripulación y algunos pasatiempos, como un paquete de cartas o un tablero de sudoku diario. También expresó su inquietud ante el riesgo de contagio.

“Escucho todo el tiempo a un extranjero toser con dolor en una habitación cercana”, escribió en un posteo, en el que se mostró preocupado al notar que la tripulación llevaba las comidas de un camarote a otro. “Puedo infectarme hoy o mañana”, concluyó en el mensaje.

Por su parte, Abel se considera afortunado por estar en un cuarto con balcón. “Siento pena por los que tienen camarotes interiores sin luz natural ni aire fresco. Para ellos van a ser dos semanas bastante desoladoras”.

Ansiedad

Yardley Wong, una pasajera que duerme con su hijo de seis años en un camarote sin ventana, dijo que esperaba “con ansias” salir a la cubierta a respirar, luego de que las autoridades japonesas dieran el visto bueno, con la condición del uso obligatorio del barbijo. Ella y su hijo estarán entre los primeros en hacerlo, ya que tendrán prioridad los pasajeros que ocupan ese tipo de habitación.

Aunque la cuarentena recién comenzó, los pasajeros perciben algunos de los detalles que sugieren que ya no son tratados como turistas que están de vacaciones. Las toallas escasean y el personal ya no cambia las sábanas a diario. “Ya no estamos en un crucero, esos días terminaron”, resumió Abel, a quien le preocupa la falta de información sobre el estado médico de los demás pasajeros. “No sabemos si hay personas a bordo que todavía tienen síntomas”, dijo.

El Diamond Princess no es el único crucero atrapado en la epidemia. El barco World Dream está varado en la terminal Kai Tak del Puerto de Hong Kong, luego de que se detectara la infección de ocho ciudadanos chinos que habían viajado recientemente en la nave, en la que se encuentran en cuarentena unas 3600 personas.

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