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Italia: la epidemia no se agrava ni cede, en medio de una inédita batalla política para afrontar la peor crisis global

Italia: la epidemia no se agrava ni cede, en medio de una inédita batalla política para afrontar la peor crisis global

Mientras sigue la lucha por contener el virus, en el país ya están pensando en cómo va a ser el día después de la pandemia.

Por: Julio Algañaraz

La epidemia no se agrava, pero dura, y se complica por los virus inesperados de la batalla económica para afrontar la peor crisis global que sufre Italia por la pandemia. A eso hay que sumarle una crisis política por el poder que viene a la rastra de las peleas, tanto las internas como las que se dan dentro de la Unión Europea​.

Este jueves, después de cuatro días que se vivieron con la esperanza de que la tendencia en baja comenzara a consolidarse, llegó un baldazo de agua fría: un aumento de 2543 contagiados en 24 horas (un incremento del 7,8%), que eleva el número de positivos de coronavirus a 62.013 (80.538, si se suman muertos y curados), con 712 muertos, que eleva el total a 8215.

Este es el panorama crudo: la epidemia mantiene la iniciativa, mientras que la batalla sanitaria se torna más heroica, pero también más desesperada, porque los que la combaten se están cansando, además de muriendo. Hasta ahora, murieron 43 médicos, y alrededor de 4200 profesionales sanitarios fueron contagiados. Con nuevos enfermos y más problemas, es difícil reemplazarlos.

En Lombardía, la región más industrial y rica de Italia, están seguros que lo que impulsa la embestida del coronavirus es la reserva de contagiados que no figuran en las estadísticas. Se estima que los contagiados por la enfermedad son diez veces más que los 62.013 que figuran en el boletín oficial de la Protección Civil.

En Codogno, en la Lombardía sur, en cuyo hospital nació la epidemia mortal el 21 de febrero, este jueves reapareció un contagiado después de dos semanas en las que parecía que la pestilencia se había extinguido.

En la provincia de Brescia se superaron los mil muertos; 1040 para ser precisos. En Bérgamo, la otra provincia mártir de la Lombardía, que está al tope en cuanto a víctimas fatales, el jueves hubo una ceremonia para celebrar el regreso de una parte de los muertos que el Ejercito había transportado hacia los crematorios en otras regiones, porque el de Bérgamo está hasta el tope.

Eran pequeñas urnas con las cenizas de 150 fallecidos. Habrá más ceremonias, prometió el alcalde Giorgio Gori. “Hasta el final, no sé cuando”, agregó.

Gori denunció que, desde el 1 de marzo hasta el último miércoles, “había 212 muertos que no han habían sido contabilizados”. Hizo los cálculos sobre la base de los 446 muertos en total, de los cuales 136 son atribuidos al coronavirus. Según el alcalde de Bérgamo, lo que ocurre es que la ciudad de 110 mil habitantes tiene un porcentaje mucho más grande de lo que se admite de contagiados. Tal vez llegan a 30 mil.

El debate acerca de los métodos seguidos para controlar los casos de contagio están en el centro de la escena. La región del Veneto hace controles en masa con el hisopado nasofaringeo, y sigue en detalle la historia de los contagios. El resultado es que el número de muertos y contagiados ha bajado espectacularmente.

En Lombardía y otras regiones, este control, que los italianos llaman “tampone”, se hace solo a los que muestran signos evidentes de la enfermedad, cuando ya es demasiado tarde.

En concreto, Lombardía registra casi 35 mil contagiados, con un aumento este jueves del 7,8%, y más de 4800 muertos.

Temor por nuevos brotes

La incertidumbre por la evolución de la epidemia en el norte hace que aumenten los temores de aparición de nuevos brotes de coronavirus en el centro sur.

En la provincia del Lazio, donde Roma es la capital, las medidas de prevención adoptadas bajo la guía del Instituto Spallanzani de Enfermedades Infecciosas, mantienen bien el control de la situación.

El jueves hubo un aumento de 195 contagiados, un tercio de los cuales viven en residencias para ancianos, un tema que preocupa cada vez más en todo el país. Los positivos detectados son 1835 y los muertos 106.

En Campania (Nápoles), Sicilia, Puglia, Cerdeña y Calabria, el aumento de enfermos se mantiene en los parámetros esperados, salvo Sicilia, donde el incremento a 170 contagiados elevó el porcentaje el 17,1%.

La batalla económica y política

La batalla que crece hasta alarmar a los protagonistas y a muchos italianos es económica y política. La gravedad de la epidemia hizo saltar los acuerdos para controlar los déficits y ponerlos en sintonía con los esquemas de estabilidad y austeridad.

Bajo la guía de Alemania, Holanda y otros países del norte de Europa han mantenido una firme hegemonía que imponen a los otros miembros de la Unión de 27 naciones.

Todos están de acuerdo en que que, para combatir la epidemia y sostener la actividad productiva, no queda otro remedio más que inyectar recursos en déficit en las economías. Italia ya anunció proyectos para mantener abiertas las fábricas con ocho millones de trabajadores, y afrontar una recuperación general por unos 50 mil millones de euros. Es mucho, pero no alcanza.

Esos fondos imprescindibles no los tiene a disposición la UE de la austeridad, que le permitió a Alemania superar la crisis de 2008 y registrar records de exportaciones, mientras los países más débiles se sometían a terapias continuas de frugalidad.

Italia es el segundo país manufacturero de Europa pero tiene el nivel de vida de 2008, cuando se inició la ultima crisis financiera y bancaria desatada por Estados Unidos. Es el país de la UE que menos crece.

El Banco Central Europeo anunció que comenzará a disparar con la bazooka que inventó el italiano Mario Draghi como presidente del BCE para sostener financieramente la situación. Christine Lagarde, la actual presidente de la BCE y ex directora del Fondo Monetario Internacional, prepara compras de títulos públicos de los socios de la UE por 750 mil millones de euros.

Una suma de fábula, pero insuficiente. El coronavirus no solo produce hambre de aire en los pulmones de sus víctimas. También una sed por recursos extraordinarios nunca antes vistos en la historia de la Unión Europea.

Pero es mucho más lo que necesitan los países menos dotados de recursos financieros para, primero afrontar la embestida de la epidemia, y después hacer renacer la actividad productiva y la vida social, seguramente muy castigada.

Una solución que genera divisiones

La solución que pretende Italia y un grupo de otros siete países, entre los que están Francia y España, consiste en aprobar el nacimiento de los llamados Corona Bonds, bonos de deuda pública que contarían con el respaldo de la Unión Europea.

Este jueves, uno de los temas más cruciales en la historia de la UE se debatió en una discusión calificada como “del fin del mundo” por uno de los protagonistas. La sesión terminó en un fracaso disfrazado de postergación.

La premier alemana Angela Merkel fue la protagonista central, enojada como siempre con los que sostienen la idea de crear los eurobonos, de los cuales el Corona Bond es su versión más dramática.

Apoyada por Holanda y Austria, pero también por otros países ricos y conservadores, insistió en que se hiciera uso de los fondos del Mecanismo Europeo de Estabilidad, que le permitiría a Italia contar con un magro consuelo de 36.000 millones de euros.

Dado que en tiempos de coronavirus no es posible hacer reuniones presenciales, los 27 líderes debatieron viéndose las caras a través de una pantalla, en modalidad videoconferencia. En el documento final, la única medida concreta fue darle dos semanas de tiempo al Eurogrupo para que aportara nuevas recetas a la crisis sin precedentes.

El ex presidente de la Banca Central Europea, Mario Draghi, que salvó a Italia y otros países por varios años disparando la bazooka de las compras multimillonarias de bonos del tesoro de países europeos endeudados hasta el cuello, aportó su punto de vista en un artículo en el inglés Financial Times.

“Estamos en guerra con contra el coronavirus y debemos actuar”, escribió el hombre al que muchos italianos quieren ver sentado en el sillón de jefe del gobierno, que hoy ocupa Giuseppe Conte.

“Las acciones del gobierno para impedir el colapso de las estructuras sanitarias han sido valientes y necesarias, y merecen todo nuestro apoyo”, escribió.

“Pero estas acciones están acompañas de un costo económico elevadísimo e inevitable. Si muchos temen perder la vida, muchos más deberán afrontar la pérdida de los medios de sustento”.

Tras mostrar un cuadro oscurísimo del futuro, Draghi propone afrontar el desafío de la recesión, que puede transformarse en una larga depresión “que causará una infinidad de bancarrotas con daños irreversibles”.

Draghi propone un plan para tutelar la ocupación de los trabajadores: dar a todos un rédito de base. Sostiene la necesidad de postergar impuestos, proteger la capacidad productiva, y sustentar la liquidez para salvar a las empresas. Draghi presenta un detallado plan financiero, y en Italia muchos saben que él es el único que puede hacerlo con éxito.

Pero la intervención de Mario Draghi como salvador de la patria fue recibida con recelo, o directamente rechazada por los políticos del gobierno y aceptado porque no hay otro remedio por la oposición de derecha cuyo líder tiene otro nombre: Matteo Salvini.

Cambia, todo cambia, cantaba Mercedes Sosa. Desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial, que la dejó arruinada y destruida, Italia nunca había vivido una situación semejante. Todo debe cambiar, pero, ¿hacia donde? Mario Draghi parece ser el hombre del destino. (Clarín)

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