Por: Rafael Mathus Ruiz
Afuera de la Casa Blanca, las fuerzas federales dispersaron otra vez a manifestantes con gases lacrimógenos y balas de goma. Adentro, en el jardín de las rosas, Donald Trump se paró detrás del atril, declaró que era un presidente “de la ley y el orden”, abogó por desplegar todas las fuerzas de seguridad para “dominar las calles”, y amenazó con despachar al ejército si los gobernadores eran incapaces de parar la violencia. Después, cruzó el Parque Lafayette, donde apenas minutos antes la gente se había arrodillado en protesta, para sacarse una foto sosteniendo una biblia delante de una iglesia vandalizada.
“Tenemos el mejor país del mundo”, dijo Trump. “Y vamos a mantenerlo a salvo”, agregó.
Esa escena y el mensaje de Trump llegaron al atardecer del séptimo día de protestas en Estados Unidos por el asesinato de George Floyd a manos de cuatro policías en Minneapolis, y tras un fin de semana de furia y caos, con marchas, saqueos, destrozos y represión policial en varias ciudades del país, incluida la capital, Washington, que dejó a más de 50 millones de personas bajo órdenes de toque de queda, y llevó al mayor despliegue de tropas de la Guardia Nacional de la historia.
Las protestas empezaron en Minneapolis la semana pasada y las escenas de furia y violencia se extendieron a lo largo de Estados Unidos durante el fin de semana.
Después de dos noches de violencia en las calles durante el fin de semana, el país finalmente escuchó la palabra de Trump, recluido en la Casa Blanca. Pero lejos de intentar bajar la temperatura y calmar los ánimos, Trump abogó por la mano dura y llamó “terroristas” a los manifestantes. Horas antes de su discurso, Trump les había exigido a los gobernadores en una conferencia telefónica que sean “duros”, y que arresten más manifestantes para frenar las protestas.
“Es un movimiento, si no lo frenás, va empeorar cada vez más” , les dijo Trump a los mandatarios estatales, en una conferencia telefónica que fue filtrada a la prensa. “Tienen que arrestar gente, hay que rastrear gente, hay que ponerlos en la cárcel diez años y nunca volverán a ver estas cosas”, insistió el mandatario.
Horas después, reiteró el mismo pedido luego en su discurso, y amenazó con desplegar el ejército.
“Si una ciudad o estado se niega a tomar las medidas necesarias para defender la vida y la propiedad de sus residentes, entonces desplegaré el ejército de los Estados Unidos y resolveré el problema rápidamente por ellos “, amenazó el presidente.
“Una ley y orden. Y eso es lo que es, una ley. Tenemos una hermosa ley. Y una vez que se haya restaurado, y completamente restaurado, los ayudaremos, ayudaremos a sus negocios y ayudaremos a su familia”, cerró.
Antes de que Trump comenzara a hablar, en el Parque Lafayette, frente a la Casa Blanca, las fuerzas de seguridad federales empezaron a avanzar contra los manifestantes con gases lacrimógenos y balas de goma. Hasta que los policías abrieron las vallas que envolvían el parque y cargaron contra la gente, la protesta fue pacífica. Hubo cantos, gritos, y en varias ocasiones la gente se arrodilló. “¡Arrodíllense! ¡Arrodíllense!”, desafió la multitud a los policías. Ninguno lo hizo. La policía militar, el FBI y efectivos a caballo despejaron a la fuerza la zona, mientras Trump daba su mensaje.
Convulsionado, Estados Unidos se convirtió en un pandemonio en estos días. Ayer, tras los saqueos del domingo en Washington, la capital amaneció sitiada, y muchos comercios, edificios y hoteles de la ciudad tapiaron sus puertas y ventanas ante el riesgo de más destrozos, justo en la semana en la cual la ciudad levantó las restricciones implementadas por la pandemia del coronavirus. La alcaldesa, Muriel Bowser, decidió adelantar el toque de queda a las 7 de la tarde.
Mientras el país se desgarró y la violencia escaló, Trump permaneció en silencio. Muchos le reclamaron que hablara. Pero el presidente sólo se dedicó a tuitear o retuitear mensajes -algunos, incendiarios- desde la Casa Blanca, atacando a los demócratas, a su rival en las elecciones, Joe Biden, a la prensa -a la que acusó de fomentar “odio y anarquía”-, y amenazando a los manifestantes en Washington con frenarlos con “los perros más viciosos y armas más siniestras”, y culpando por los desmanes a grupos radicales de izquierda y a Antifa.
“Es increíble, ha sido tan espantoso durante toda su presidencia, divisivo, interesado solo en su gloria personal, pero todavía es terrible y puede caer más bajo. Creo que es horrorífico y es una vergüenza. Está obsesionado con su gloria personal y ni siquiera sabe cuál es su trabajo”, dijo Lauren, una profesora universitaria de 50 años que fue a la marcha en el Parque Lafayette, frente a la Casa Blanca, antes de que la policía actuara. “El silencio blanco es violencia”, decía su cartel.
Trump eludió dirigirse al país con un mensaje de unidad, una práctica habitual de los presidentes norteamericanos en tiempos de conmoción social. Por el contrario, muchos de sus mensajes en Twitter apuntaron contra sus rivales y a la izquierda, con la mira puesta en la elección presidencial. Y hoy, Trump arrojó un poco más combustible al fuego con un discurso áspero, y con un vendaval de advertencias a los gobernadores, a los que tildó de “débiles” y toreó en su conferencia telefónica porque, a su juicio, han sido demasiado suaves con las protestas.
“Tienen que dominar, si no dominan están perdiendo el tiempo. Los van a pasar por encima, van a parecer un montón de idiotas. Tienen que dominar”, les dijo.
Ya en esa llamada el presidente les dijo a los gobernadores que usaran a los militares al cargar contra la “izquierda radical”. Trump comparó a las protestas con el movimiento Occupy Wall Street, al que tildó de un “desastre” y elogió cómo los manifestantes en ese momento fueron desalojados a la fuerza por la policía de Nueva York, bajo orden del entonces alcalde, Michael Bloomberg.
“Fue la última vez que escuchamos sobre eso. Pero esta son las mismas personas, radicales, anarquistas, les guste o no”, dijo Trump en la llamada. “Es como una guerra, es una guerra en cierto sentido. Y la terminaremos rápido. Sean duros”, insistió.
Las palabras de Obama
Esta tarde, el expresidente y primer afroamericano en ejercer el Poder Ejecutivo de Estados Unidos, Barack Obama, expresó su apoyo a las manifestaciones en Twitter. “Las protestas representan una frustración genuina y legítima de varias décadas por la incapacidad de reformar prácticas policiales y el sistema penal de justicia en su conjunto”, sostuvo el exmandatario.
Y agregó que hay que “condenar a los pocos que recurren a la violencia” para protestar. “Si queremos producir un cambio real, la elección no debe ser entre las protestas y la política, deben ser las dos. Debemos movilizarnos para concientizar y debemos organizarnos y votar para garantizar que elegimos a los candidatos que actuarán sobre esas reformas”, agregó, en referencia al año electoral que atraviesa el país. (La Nación)