(Por: Rubén Lasagno) – Esta nota lejos está de ser una evocación de la historia del ex secretario presidencial asesinado el día 3 de julio en su casa de El Calafate, de quien hemos hablado mucho, de hecho OPI tiene redactada más de 25 notas en los últimos 8 años respecto de su riqueza, sus causas judiciales, sus propiedades y su asesinato final. Hoy me quiero posicionar desde un punto de vista más reflexivo, más humano y más personal, para pensar qué pasó por la cabeza a este ser humano, este hombre común de Santa Cruz, que un día vio cumplido el sueño magnificente de transformarse en un meteórico rico, sin siquiera sospechar la caída horrorosa que le deparaba el destino.
Nadie escapa a sus designios; es casi un axioma en la existencia de cada ser humano. Hoy estamos usufructuando una vida con matices, mañana morimos y dejamos de tenerlo todo para encaminar nuestro espíritu vaya a saber por dónde, si es que realmente existe algo, después de la muerte física.
Lo cierto es que en ese sendero de incertidumbre, nuestra vida transita entre gozos y tristezas, penas y alegrías, riquezas y pobrezas, grandezas y miserias. Es el ser del ser. Y ese ser es tan pequeño o tan grande como lo sea nuestro ego en vida y seguramente si nos preguntaran, pretenderíamos que lo siga siendo después de la muerte. Pero lo que pasa en esa última instancia, ya no estará en nuestras manos, sino en las de otros; ellos son nuestros seres queridos, nuestros amigos y por qué no, hasta de nuestros enemigos. Es aplicable acá la vieja sentencia que dice “cosecharás tu siembra”.
Lo único cierto es que si mientras estamos vivos somos “alguien”, cuando morimos desaparecemos del contexto general. A los pocos días ya nadie o muy pocos nos recuerdan y esa condición queda circunscripta, exclusivamente, a nuestro círculo más íntimo, a nuestros afectos y si hemos sido buenos en algo, tal vez en la memoria de aquellos que reconocen y no olvidan nuestro breve paso existencial. Es decir, que pasamos de ser un socio activo (en vida) a ser pequeños y selectivos recuerdos después de muertos, como aquellos que simbólicamente guardan en una urna, la cenizas de lo que alguna vez fue un ser.
En el caso de Fabián Gutiérrez me impactó personalmente ver la foto tomada en el acceso al cementerio de Río Gallegos donde sus familiares más cercanos tocaban con emoción y tristeza un humilde cajón de madera pintada, en cuyo interior iba el cuerpo inerte de quien lo quiso tener todo y al final, se quedó sin nada. Como tantos otros, como nos va a pasar a todos, pero sin duda, en contextos diferentes.
Este hombre que en su carrera meteórica hacia la riqueza y el buen vivir no tuvo pausa, jamás imaginó (como no lo imaginaríamos ninguno de nosotros) que esa ambición desmedida por el brillo del oro, sería la causa indeclinable de su caída en desgracia y que la magnitud de su crecimiento patrimonial y la ostentación permanente hacia su entorno, lo ataría indefectiblemente a un destino final promiscuo de sufrimiento, muerte y olvido.
Estas reflexiones son siempre realizadas con los hechos consumados o como popularmente se dice “con el diario del lunes”; después que todo ha pasado. Ninguno de nosotros podemos componer un cuadro de semejante asimetrías mientras estamos vivos, estamos bien y disfrutamos del poder, la riqueza y a veces de la impunidad de hacer lo que queremos, por imperio de circunstancias en muchos casos, extrañas a nosotros mismos. Es una condición humana creer que las cosas solo le pasan a los otros y mucho más, cuando la vida nos ofrece un camino allanado de problemas y casi limpio de obstáculos para el logro de las conquistas materiales. No saber cuándo parar, es parte de esa condición y la ambición desmedida que tenemos los hombres, suele ser una lápida a nuestra existencia muchos antes de llegar al cementerio.
Muchos que no han invertido salud para hacerse ricos espontáneos, sabiendo de antemano los peligros que acechan en el camino de quienes eligen vivir de cosas mal habidas y por los caminos de la marginalidad, nunca calcularon que en su vejez pasarían tan malos momentos perdiendo su libertad, pagando años en la cárcel, destruyendo sus familias, avergonzando a sus hijos, perdiéndolo todo (o casi todo) y quedándose sin dignidad, solo aferrados al argumento ficticio y recurrente de su inocencia nunca demostrada.
En estos últimos años hemos visto cómo “conspicuos” políticos, “hombres de negocios” y profesionales de todo tipo, han perdido en el camino de la corrupción cualquier signo de dignidad y debieron pasar por momentos a partir de los cuales, sus vidas nunca volverán a ser igual… ni parecidas. Es el precio a pagar por una elección de vida. Esto es también una condición humana de todos y cada uno; algunos la controlan más que otros y muchos terminan mal por no haberla controlado nunca.
Lo triste y que nos obliga a ser introspectivos, es ver cómo un hombre que creyó tenerlo todo, nunca tuvo nada. Seguramente, si Fabián hubiera podido tener el poder de ver por un minuto que a consecuencia de sus actos, su final sería atroz, en su sepelio sólo llorado por sus íntimos y acompañado por un puñado de amigos y su cuerpo depositado en un ataúd de madera pintada, no creo que se hubiera detenido en reclamar por un cofre de alta gama en madera de Ayous, más concordante con la vida de lujos y excesos que llevó; tal vez su acción hubiera sido un arrepentimiento sincero sobre lo que en realidad perdió todo el tiempo en el que creyó ser muy rico y en realidad fue un pobre ser humano asediado por sus propios fantasmas, esos mismos que creyó reales y fueron quienes lo mataron muy joven, en los albores de esa parte de la existencia donde el hombre comienza a disfrutar del último tercio de su vida y rescata la cosecha de su propia siembra. (Agencia OPI Santa Cruz)
se sencillo, los santacruceños que son amigos de los K Ks tienen plata, el resta se ca ga de hambre durante 20 dias al mes, JO Dan ce santacruceños aprendan a votar, o no?
La muerte de estas lacras no generan otra cosa que indiferencia . No murió una buena persona. La muerte no transforma a los seres humanos.
Murió un tipo que se enriqueció escandalosamente, un nuevo rico a costa del dinero que aportamos todos
Un delincuente común.
Lo terrible de su muerte a manos de asesinos no me conmueve en lo más mínimo.
Este corrupto era un soberbio insoportable, un tipo que se consideraba un dios, con plata que nunca la ganó trabajando.
No tenía ni estudios ni capacidad para el éxito.
Solo profundos lazos con lo más encarnado de la delincuencia popular.
Su familia tampoco me genera lástima.
Si madre , nunca se dio cuenta de lo veloz que fue el crecimiento patrimonial del delincuente de su hijo?
Nunca le llamó la atención como de una simple bicicleta pasó a tener hasta una embarcación?
No creo en esos llantos fingidos. No creo en esas familias con dolientes cuando vieron lo meteórico de su riqueza y seguramente la disfrutaron
Incluso en la muerte, esta basura tuvo el privilegio de ser despedido.
Solo 4 personas para todo el mundo
Es necesario ser una mierda, un hijo de puta, un mal nacido, un delincuente para que la ley mire para otro lado
Adiós para siempre delincuente común.
Lamento que hayas vivido en esta ciudad.
daniel cruces. es cierto lo que dice lamento que viva en esta ciudad. pero los que siguen viviendo son iguales que el y siguen teniendo protagonismo y a algunos los votan
Concuerdo en todo Daniel. Es hora de empezar a desmitificar eso de que te moris y pasas a ser una buena persona. Se fue un so re te.
Quiero reconocer y felicitar la excelente nota de Ruben Lasagno su mirada desde los principios y valores humanos sobre personajes que equivocan el camino dejan una señal positiva ,fuera del acto delictivo ,sus autores porque se ciñe a las verdaderas causas….para analizar y reflexionar con nuestros jóvenes.Gracias
Sencillamente impecable. No le agregaría nada más.
felicitaciones
ESO LE PASA A LOS QUE SE JUNTAN CON DELIINCUENTES Y TERMINAN COMO ELLOS.
LOLAMENTO POR ESTE MUCHACHOS PERO SE LO BUSCO
NADIE LE DESEA MAL A NADIE PERO CUANTO VOS TE TIRAN DE CABEZA A UN POZO SABES QUE TE VAS A MORIR
CUANDO LO MOSTRAS LAS RIQUEZAS COMO SI FUERA UN TROFEO…. ALGUIEN TE LA VA A DAR
“la ambición desmedida que tenemos los hombres, suele ser una lápida a nuestra existencia muchos antes de llegar al cementerio.” Excelente. Tenga Ud. mis más sincera admiración Sr. Lasagno.
tanto dinero y poder …para tener una vida de porqueria… todo se acaba..todos vamos al mismo lado..lo importante es la huella que dejamos es este mundo.. por tus acciones te reconoceran o te recordaran bien o mal.. es asi .. en vez de ayudar al projimo a poder vivir mejor..pero bue.. volvemos a lo que dice roberto bilotti en el comentario anterior.. “la ambicion desmedida y hacerse el pelotudo frente a la corrupcion ” lleva a eso.. y lamentablemene es una cultura arraigada en la politica argentina .. la corrupcion..adn de la politica argentina..
Impecable nota, que lleva a la reflexión de qué es lo importante en la vida de cualquier ser humano.
Excelente nota, Sr. Lasagno, rescato sus valores, que comparto ampliamente.
¿ Murió ? …que se joda. ¿ Cuantos muertos hay por la ruta robada Caleta-Comodoro ?…por hospitales sin atención, por jubilados que murieron esperando que le devuelvan lo que les robaron estas lacras , los dos bebes de Las Heras , cuando muere un delincuente, se la buscó , como sociedad no nos tiene que mover un pelo y ponerlo de mal ejemplo de como pueden termina, lamento al laburante que lo matan por un celular o un par de zapatillas, esta basura, bien muerto está.Como decimos en el barrio…¡¡¡QUE SE JODA !!!! , quien mal anda, mal acaba.
Ojalá todos estos “empresarios” terminaran de la misma manera.
La muerte no se le desea a nadie, pero a veces genera alegría…
Lastima que sea este solo ladrón del estado el que murió de esta manera, muchisimos más tendrían que terminar como esta basura.
Todo llega y para todos señores . lastima que en el camino de hacen tanto daño al que menos tiene .