Por: Jaime Rosemberg
Pocas veces, y más allá de los matices, se los vio tan unificados en el discurso contra el gobierno de Alberto Fernández, que apuntó contra ambos -por distintas razones- de manera casi uniforme. También quedó claro, en base a sus movimientos públicos y privados, que ninguno de los dos está dispuesto a ceder protagonismo, en la búsqueda del liderazgo del conglomerado opositor.
Desde distintos espacios de acción, pero con una actividad política evidente, Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri dieron en los últimos días muestras de estar pensando en el futuro, sin choques frontales entre ellos, pero con proyectos distintos. Luego de compartir la reunión de Juntos por el Cambio, el lunes, en la que el expresidente elogió a al jefe de gobierno porteño por su postura en reclamo de los fondos de la ciudad, cada uno hizo su juego: Macri, a través de reuniones vía Zoom con dirigentes de Pro Mendoza y Entre Ríos más encuentros reservados con dirigentes y exfuncionarios; Rodríguez Larreta, confirmando su control de Pro porteño y en encuentros con senadores y diputados de su espacio, en los que reiteró su “vocación dialoguista” con la Casa Rosada, pero con límites precisos.
El allanamiento a la quinta Los Abrojos, donde vive Macri, ordenado el jueves por la Justicia, y la batalla de la ciudad ante la poda de fondos dispuesta desde la Casa Rosada sirvieron de contexto para ratificar que a ambos “no les queda otra que estar unidos si quieren que la oposición gane en 2021 y 2023”, como coinciden cerca de ambos dirigentes. No importa tanto que las estrategias personales sean, hoy por hoy, bastante diferentes. Macri dejó de criticar la “tibieza” de Rodríguez Larreta frente al Gobierno, y el jefe de gobierno porteño frena a quienes le piden “jubilar” al fundador del espacio. “Entre ellos están mejor, Y trabajan juntos hace veinte años”, coinciden desde ambos espacios, aunque sus caminos transiten diferentes andariveles.
Silencioso, y mientras avanzaba en la Corte Suprema contra el decreto que le quitó poco más de un punto de la coparticipación, Rodríguez Larreta diseñó el nuevo Pro porteño, y sus nuevas autoridades -con Diego Santilli como flamante presidente- tuvieron esta semana su primer encuentro virtual.
Larretistas de pura cepa como el apoderado partidario Claudio Romero, el funcionario porteño Facundo Carrillo y la también funcionaria Victoria Hassan (cercana al ministro de Ambiente, Eduardo Machiavelli) forman parte de la nueva conducción, con la solitaria presencia de Juan Pablo Arenaza, leal a la titular de Pro nacional, Patricia Bullrich, en los puestos de conducción del partido en su principal bastión. “Es un partido totalmente nuevo”, se entusiasmaron cerca del jefe de gobierno, quien minimizó la representación de otros sectores (desaparecieron los “restos” de la influencia de Gabriela Michetti, por caso) y se aseguró el control en un distrito cuyas candidaturas a diputado, el año próximo, aparecen como centrales en el diseño opositor.
“De centro”
Más allá de la embestida del Gobierno por los fondos, que continuará hoy en el Congreso, Rodríguez Larreta le confirmó a los diputados y senadores que su camino seguirá siendo “de centro” y que incluso hará lo imposible por “ampliar” su base de representación. “Cada uno tiene un rol importante. No podemos darnos el lujo de perder un solo diputado”, les dijo el miércoles.
En el sector dialoguista de JxC leyeron la frase como un apoyo implícito a Emilio Monzó, el extitular de la Cámara de Diputados quien en sendas entrevistas el domingo de la semana anterior había pedido que Macri no sea candidato y que se diera paso a nuevos dirigentes.
Una espada macrista en Diputados interpretó la misma apelación del jefe de gobierno porteño como un “mimo” a los “duros” del bloque, como Fernando Iglesias o Waldo Wolff, más dispuestos a la batalla frontal contra el Frente de Todos, mientras describía como “pésimo” el ánimo de la mayoría de los legisladores luego de los elogios de Monzó a Sergio Massa y sus críticas a los “halcones” de JxC.
“A Monzó lo va a tener que disciplinar Larreta”, razonaban dos dirigentes de cercanía indudable con el expresidente, luego de que distintos dirigentes le transmitieran al jefe de gobierno porteño su malestar con el extitular de la Cámara baja, quien también afirmó que Cambiemos “no estaba preparado para gobernar” en 2015. Por lo pronto, en su encuentro con los legisladores Rodríguez Larreta reconoció que habla “seguido” con Macri, al igual que con otros “pesos pesado” del espacio, como Miguel Pichetto y Elisa Carrió.
Macri, en tanto, tampoco se quedó quieto. Luego de su columna del domingo de la semana pasada en LA NACION, en la que alertó sobre el “ataque sistemático a la Constitución”, comenzó una serie de apariciones partidarias que coincide con su promesa de “seguir estando”, según afirmaron desde su entorno.
En su encuentro virtual con dirigentes mendocinos, Macri criticó al Gobierno y se mostró “preocupado por las instituciones” del país. No habló de Rodríguez Larreta, a quien dirigentes de su confianza creen que está “protegiendo, mientras se lleva las marcas”, comentarios en metáfora futbolística. Enojado con Monzó, de quien dice que “se cree más de lo que vale”, Macri dejó en claro que su intención es seguir mostrándose activo e influyendo, incluso en territorios de los “dialoguistas”.
En la semana también conversó con macristas entrerrianos, que en su mayoría respaldan el liderazgo de Rogelio Frigerio -parte del ala moderada- y sus intenciones de gobernar esa provincia. “Nos avisaron que iban a hablar con él, y dijimos que sí. No somos sectarios”, contaron con ironía cerca del exministro del Interior.
Macri y Rodríguez Larreta coinciden en que María Eugenia Vidal “debería” ser candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires el año que viene para “ordenar” un espacio con muchos postulantes, comenzando por Diego Santilli y Jorge Macri. “Falta mucho. Y ellos no se van a pelear nunca, se necesitan mutuamente”, describió un veterano dirigente de Pro, en relación al expresidente y su exjefe de gabinete en la ciudad, hoy con aspiraciones presidenciales. (La Nación)