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Con la abstención, Alberto Fernández y Felipe Solá buscaron satisfacer al cristinismo

Euforia bolivariana: el nuevo mapa de la región le da más aire a Venezuela

Según publica Clarín El presidente y el canciller evitaron apoyar la condena de la OEA a las polémicas elecciones de Maduro. Pero tampoco rechazaron la dura posición del organismo regional.

Por: Natasha Niebieskikwiat

Una sensación de extraño retorno a la normalidad imperaba en la Cancillería este miércoles, tras el largo feriado de este último fin de semana.

El duro traspié del canciller Solá que lo dejó tambaleando por unas declaraciones que dio sobre la conversación entre Alberto Fernández y Joe Biden del lunes pasado parecían enfriarse cuando llegó la tormenta Venezuela.

Nuevamente ante la OEA, el Gobierno evitó condenar a Nicolás Maduro, en una maniobra, la abstención, con la que se buscó satisfacer al kirchnerismo duro.

Aunque el Gobierno sigue diciendo a los periodistas que no es así, se trata de una incómoda posición para el Presidente y su Canciller, quienes en el pasado tuvieron posiciones críticas al régimen.

Basta sólo recordar que en 2017, Alberto F. tuiteaba: “En Venezuela se ha quebrado la convivencia democrática y el Gobierno ha cometido abusos imperdonables sobre DDHH. El silencio es complicidad”. 

Hay que remarcar también que la administración Fernández hizo un esfuerzo inmenso para escaparle al “fuego amigo”. Periodistas y dirigentes K, y hasta Hebe de Bonafini, lo increparon a mediados de año por haber avalado el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que dio cuenta de los miles de vejámenes que comete el régimen venezolano. Habló de falta de libertad política, judicial y periodística en el país caribeño.

Tal como publicó Clarín la semana pasada, el Gobierno se debatía entre avalar las elecciones con el argumento de que los venezolanos que quieren votar debían hacerlo sin injerencia externa, o seguir las decisiones de los grupos internacionales que integra.

Al final optó por la primera versión pero a su manera: primero, un estricto silencio del Presidente y del Canciller. Luego, no se sumaron a la posición de los países del Grupo de Lima -Brasil, Chile, Colombia, entre otros- que individualmente rechazaron los comicios entre lunes y martes.

Por último: no adhirieron a la declaración del llamado Grupo de Contacto Internacional con Venezuela (GCI) -que integra por ejemplo la Unión Europea en su conjunto- que desconoció los comicios del 6D. Algo dificil de entender si se tiene en cuenta que adhirieron al GCI en agosto pasado escapando de “Los Lima” y ahora rechazan la posición conjunta del mismo porque temen -o no desean- condenar a Maduro.

Clarín sabe que el Gobierno intentó hasta último momento consensuar una posición con Luis Arce y Andrés Manuel López Obrador. Pero estos se cortaron solos. Bolivia y México votaron en contra de la resolución de la OEA que desconoció las elecciones de Maduro. El canciller Solá habló con sus pares.

Hay quienes dicen que los mexicanos incurrieron en alguna otra “traición” a la Argentina, de decir que iban a hacer lo que al final no hicieron como ocurrió durante la votación a presidente del BID. No está confirmado. 

Por otro lado, Solá se aseguró que el embajador la OEA, Carlos Raimundi, leyera el discurso que le enviaron escrito desde Buenos Aires, sin apartarse una coma. De militancia ultra k, actualmente Raimundi es un ferviente defensor del régimen chavista.

Este miércoles, al menos los argentinos tomaron relativa nota de que “la amiga” Bachelet dijo en Ginebra por la mañana que en las elecciones venezolanas del 6D hubo “presiones e intimidaciones” por parte del régimen. (Clarín)

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