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LA REVOLUCIÓN DEL BOLUDO

(Por Rubén Lasagno) – “Hay gente en el Frente de Todos que sueña con una revolución; no es mi idea“, dijo el presidente Alberto Fernández, saliendo al cruce de esa suerte de espíritu más revoltoso que revolucionario de un sector del movimiento que lo llevó a la presidencia y que hoy les molesta como una piedra en el zapato, empezando por su alter ego político y conductora en tándem, a la vista del grupo liderado por el amigo del Papa, quien se cree la reencarnación de los libertarios.

Nosotros sí soñamos con una revolución” respondió del otro lado Juan Grabois un “neo- Che” más aggiornado a los dineros públicos que al Garand M1 que cargaba el guerrillero de los ´60, solo que Grabois es marxista de Groucho, no de Carlos. En fin, lo cierto es que el “revolucionario” del FPV reconoció su diferencia con el gobierno que lo sostiene económicamente, como antes lo sostuvo el macrismo desde donde Carolina Stanley lubricaba la CTEP, un invento social del revolucionario K (más que nada) para recibir fondos a cambio de aflojar en las presiones en las calles; algo que mucho más simplemente se explica con la palabra: extorsión.

La única revolución que podría dar el kirchnerismo y Grabois en particular, es la moral. Una revolución moral de este gobierno y sus acólitos, sería un cambio revulsivo que todo el país se los agradecería. Ésta revolución implicaría que sean más honestos, menos corruptos, más solidarios, menos autoritarios, más capaces menos inútiles y sacarse de encima la fuerte tendencia a mentir, discriminar y alentar acciones de venganzas contra quienes no piensan como ellos.

Mientras ello no ocurra (y dudo que alguna vez lo veamos) los revolucionarios K sueñan con un país para ellos solos, sin interferencias ni control. En ese sentido, son revolucionarios, porque nadie en este país y en el continente solo Nicolás Maduro, pueden soñar con este tipo de revolución ladriprogresista sin caer en el ridículo, el fracaso y la marginación social e internacional; como le ocurre a Venezuela y ha comenzado a transitar la Argentina.

Otros revolucionarios son los procesados o presos por corruptos (robarle la plata a la gente desde la función pública) como Boudou, Jaime, Lázaro, Sala, D´Elía, López, De Vido, Baratta, la propia Cristina Fernández y decenas de chorros más, que piden la reivindicación por su aporte a la delincuencia común y pretenden el indulto, la conmutación de penas o que el Presidente le otorgue la amnistía.

La gran revolución de Grabois es la de incentivar a pseudos mapuches  en la zona cordillerana de Río Negro y Chubut, a cometer delitos de usurpación de tierras, viviendas y campos, toma de tierras en parques nacionales, edificios, incendio de puestos en estancias, crímenes contra campesinos y turistas. Sin embargo, aún siendo el ideólogo y el patrocinador de estas “revoluciones”, sigue libre.

Tras él y desde muy lejos, allá en los tiempos de la década ganada, vienen otros revolucionarios como Emilio Pérsico a quien el macrismo le dio fondos y control de una caja de 30 mil millones de pesos de la obra social de los piqueteros y Alberto Fernández no solo se los amplió, sino lo puso como funcionario nacional. También otros revolucionarios como, Fernando “Chino” Navarro, Esteban “Gringo” Castro, Daniel Menéndez, Edgardo Depetri, Miguel Gómez, Fernanda Miño y Rafael Klejzer dejaron la calle a cambio de un lugar en el organigrama de Santiago Cafieroy el bueno de Arroyo y uno podría pensar que más que revolución lo que pretendían era manejar el poder y las cajas y asegurarse un futuro

Estos mismos “revolucionarios” que como Grabois hoy tienen las manos llenas de plata para repartir, el día que el gobierno cambie de color, son los que bloquearán las calles, apedrearán el Congreso, avanzarán contra la Casa Rosada, atentarán contra la democracia y pondrán su sello “revolucionario” en la argentina impune, donde le dicen a la sociedad que sin ellos, en este país nadie puede gobernar, excepto el kirchnerismo.

Concluyendo, la clase de atorrantes, especuladores y manipuladores que han asaltado el poder, desde las calles, los movimientos sociales, la marginalidad política o desde atrás de las rejas, la cual no han podido evitar por la cantidad y calidad de pruebas que a muchos jueces no les permite hacerse los distraídos, no son revolucionarios ni están comprometido con un cambio que beneficie a la patria; son oportunistas que venían extorsionando a un gobierno laxo e indeciso como el de Mauricio Macri y subieron al podio del poder con la dupla Fernández-Fernández.

Con Grabois a la cabeza, es la revolución de los boludos que se creen renacentistas en la Argentina vapuleada por la clase política inepta y usurpan lugares de poder para asegurarse su futuro y el de su familia. Muchos de ellos o la gran mayoría de ellos, tendrían que estar presos, pero al país le falta la verdadera revolución que no se lleva a cabo: la judicial, donde los jueces dejen de ser cómplices de la política, miedosos de perder sus privilegios y apliquen las leyes con todo su rigor para castigar a los delincuentes económicos, sociales y políticos, que pretenden hacerle creer a la sociedad, que son revolucionarios. (Agencia OPI Santa Cruz)

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