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De Alejandro Vanoli a Guillermo Nielsen: las cuatro salidas que le dieron más caja y poder político a Cristina Kirchner

La Vicepresidente de la nación Cristina Kirchner - Foto: Telam

Según publica Clarín En los últimos nueve meses, un póker de funcionarios clave, que había designado Alberto Fernández, dejaron sus cargos y fueron, o serán, reemplazados por kirchneristas leales a la vicepresidenta.

Por: Bernardo Vázquez

Cuatro cambios de piezas en las primeras líneas de funcionarios tuvieron la gestión de Alberto Fernández durante el primer año, un mes y diez días de su mandato. Un póker hecho a medida de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que logró ubicar a cuatro referencias del ala más dura K dentro de posiciones estratégicas, de poder e influencia, y sobre todo con acceso a cajas millonarias.

El primer eyectado del Gobierno, a fines de abril del año pasado, fue Alejandro Vanoli, entonces director ejecutivo de la ANSeS. La foto que sacó al ex presidente del Banco Central del ente previsional fue la larga fila de jubilados que concurrieron a los bancos a cobrar sus haberes a principios de ese mes, en pleno aumento de casos de Covid-19 y en la fase más estricta de la cuarentena que Impulsó Fernández.

Las tensiones con Vanoli en esos primeros meses venían siendo constantes, pero ese episodio fue el desencadenante de su salida. Lo reemplazó, de inmediato, María Fernanda Raverta, integrante de La Cámpora, y quien venía ser ministra de Desarrollo de la Comunidad en la provincia de Buenos Aires, con Axel Kicillof como gobernador.

Raverta promovió durante 2020 el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), un bono de $ 10.000 que, en tres entregas, se destinó a los sectores más vulnerables afectados por la pandemia, una inversión que le demandó al Estado $ 265.000 millones. A su cargo, y con el pago de jubilaciones y asignaciones familiares como principales erogaciones, tiene el presupuesto más abultado de la administración: casi $ 4 billones en 2021.

La segunda renuncia de peso en la presidencia de Fernández fue la de Sergio Lanziani, un funcionario que había llegado con la venia del Presidente a la Secretaría de Energía. Sin poder de fuego interno y con funciones acotadas para una cartera que en el macrismo tuvo rango de ministerio, Lanziani casi que sufrió los ocho meses de su gestión, cuestionada desde el minuto cero.

Lo reemplazó el rionegrino Darío Martínez, hasta entonces delfín del kirchnerismo en Diputados, con conocimientos del sector por su origen patagónico y por presidir la comisión de Energía en la Cámara baja. Con su llegada, y el traslado de todas las operaciones de la secretaría al yacimiento neuquino Vaca Muerta, también hubo cambio de ministerio a cargo del área, que pasó de Desarrollo Productivo, con Matías Kulfas como responsable, a Economía, con Martín Guzmán al frente . Energía tendrá en 2021 un presupuesto de $ 1.736 millones.

El sector energético es una obsesión para Cristina, desde sus años como presidenta, cuando lideró, entre otros proyectos, la expropiación de YPF. No es casual que el kirchnerismo también tenga ascendencia sobre Federico Bernal, interventor del Enargas desde marzo del año pasado.

El tercer cambio de piezas se dio en noviembre, con la primera salida de una ministra de la estructura. Se trató de María Eugenia Bielsa, una de las funcionarias más protegidas por Alberto Fernández, quien dejó Desarrollo Territorial y Hábitat en manos de Jorge Ferraresi, entonces intendente de Avellaneda y principal referente del bloque duro de intendentes que acompañan al kirchnerismo y responden directamente a Cristina.

La modificación se dio, precisamente, días después de que la vicepresidenta se quejara, carta, de aquellos “funcionarios que no funcionan”. Bielsa, que ya estaba en la mira desde antes por la poca actividad de su ministerio que le achacaban desde el kirchnerismo, dejó el puesto casi de inmediato.

En un año electoral, en el que se espera un fuerte incremento del gasto relativo a la obra pública, el ministerio que encabeza Ferraresi dispondrá de una caja de $ 119.000 millones.

El último movimiento todavía no se concretó, pero se descuenta que sucederá en las próximas horas. La salida de Guillermo Nielsen de YPF se venía anticipando desde mediados del año pasado, principalmente una raíz del crecimiento en la estructura interna que había logrado La Cámpora. Además, la asunción de Sergio Affronti como CEO de la compañía, en abril del año pasado, fue leída internamente como una jugada de la ex presidenta, que le restó influencia a Nielsen.

Nielsen, funcionario clave en la etapa de Roberto Lavagna como ministro de Economía, de 2003 a 2005, y de vínculo estrecho con Sergio Massa, se fue quedando sin crédito político, en el contexto de un año crítico por la pandemia y en el que viene renegociando una deuda de US $ 6.300 millones.

Su reemplazante, si bien no fue oficializado por la compañía, será Pablo González, diputado nacional y ex vicegobernador de Santa Cruz, un “pingüino” puro, de llegada directa con Cristina y especialmente con Máximo Kirchner, su jefe en la Cámara baja. Se hará cargo de una de las cajas más trascendentes: YPF, firma en la que el Estado posee un 51% de las acciones desde la expropiación de 2012, proyectó inversiones el año pasado por U $ S 2800 millones.

Si bien en el oficialismo plantean que son decisiones de la coalición de poder, en el ajedrez político se leen como cuatro cambios de piezas que le habilitaron a Cristina el acceso a organismos clave y cajas estratégicas del Estado. Desde el 10 de diciembre ya tenía garantizada lealtad en el PAMI, con Luana Volnovich al frente, un alfil como Eduardo “Wado de Pedro” en el Ministerio del Interior, y una ministra alineada como Elizabeth Gómez Alcorta en Mujeres, Diversidad y Géneros. En poco más de un año, duplicó sus aliados en Casa Rosada y dejó en claro que su influencia trasciende el Senado. (Clarín)

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