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Una realidad dramática: la pobreza sería de 54% sin las ayudas sociales y afectaría a casi 25 millones de argentinos

Pobreza Niños

Según publica Clarín Son datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, que estimó para 2020 que el 44,7% de los argentinos eran pobres.

Por: Ismael Bermúdez

Sin las ayudas monetarias, como el IFE, AUH y otras transferencias del Estado, los niveles de indigencia en 2020 en lugar de afectar al 10% de la población habrían alcanzado al 27% y el porcentaje de pobreza hubiese sido de casi el 54 % en lugar del 44,7%. Sobre una población total de 45,4 millones, habría casi 24,5 millones de personas pobres.

No obstante, “el carácter masivo de la asistencia social no resultó suficiente para prevenir que la situación socioeconómica continuara deteriorándose. Esto apunta a las limitaciones que afrontan las políticas sociales en la Argentina para revertir de manera duradera el deterioro de las condiciones de vida”.

Estos son los datos relevantes referidos a la incidencia de los Programas Sociales en el Estudio “Efectos de la Pandemia Covid-19 sobre el Bienestar en la Argentina Urbana” del Observatorio Social de la UCA.

El Estudio señala que en el “contexto de deterioro socio-económico prolongado, producto del estancamiento y retracción de la demanda de empleo y las remuneraciones al trabajo, hacia el año 2019, más de 3 de cada 10 hogares en la Argentina percibían algún tipo de programa social”.

En 2020, “dicho valor expresó otro salto significativo con la pandemia y la subsecuente crisis económica, se masificó entre los hogares en 2020 (47,3%) y alcanzó a más de la mitad de la población en ese mismo año (55,4%)”.

Entre la población pobre, la ayuda alcanzó al 79,7%. “La Asignación Universal Por Hijo, política permanente de ingresos a los hogares con menores de edad, y las entradas de dinero temporales, correspondientes al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) aportan el grueso de los programas sociales durante la última onda”, explica el Informe.

El Estudio advierte que “el carácter excepcional de varios programas de asistencia, cuya continuidad quedó atada a la evolución del contexto sanitario, implica que la tendencia alcista en la política asistencial podría revertirse en el corto plazo, aunque dentro de niveles muy significativos en tanto la demanda de empleo no se expanda de manera sostenida o la necesidad de reimponer restricciones a la movilidad afecte las fuentes de ingreso laboral de la población, particularmente vinculada al sector informal”.

Las series estadísticas muestran el sendero ascendente que toma la asistencia social en los hogares de clase trabajadora integrada y trabajadora marginal y también en la clase media:

* En 2019 alrededor del 42,7% y 59,1% de los hogares de trabajadores registrados y no registrados, respectivamente, percibían algún programa social. En 2020, aumentó tanto entre hogares de clase trabajadora integrada (59,6%) como marginal (77,3%).

* Por el aumento general de la asistencia social durante el contexto de aislamiento, casi 3 de cada 10 hogares de clases medias no profesionales (29%) fueron alcanzadas por algún programa. En el mismo sentido, aunque en mucha menor medida, se advierte un leve incremento de la asistencia social en hogares de clase media profesional (6,7%).

* Este escenario crítico es más acentuado en el interior del país que en la Ciudad de Buenos Aires, si bien los niveles de indigencia y pobreza son muy elevados en la zona Sur de CABA y en el Conurbano bonaerense.

Agustín Salvia director del Observatorio, le dijo a Clarín que “a nuestro juicio, el impacto más importante de las transferencias recibidas por los hogares se registró sobre la pobreza extrema y en materia alimentaria. En 2019, la tasa de indigencia, en vez de 8,4% habría sido de 16% sin las transferencias de ese momento. Durante 2020, con programas adicionales, la indigencia en vez de 9,8% habría sido de 27,7%”.

“En el mismo sentido -agrega-, para la población de la tarjeta Alimentar, la indigencia no habría sido de 12% sino superior al 20%. Esto sin contar la asistencia alimentaria directa: al menos 4 millones de personas recibieron refuerzos alimentarios a través de viandas o comedores, públicos o sociales”.

Salvia agregó que “sin embargo, a igual que antes, nada fue suficiente. Sin emergencia sanitaria, el problema alimentario era ya grave mucho antes de esta crisis. Esto está fundamentalmente asociado a que los hogares pobres requieren cada vez más asistencia pública en la medida que se pierden o se deterioran los trabajos informales y las remuneraciones van por detrás de la inflación que afecta a productos y servicios básicos”.

A manera de conclusión, el Estudio dice que “dentro de la perspectiva adoptada en esta investigación, se considera necesaria la ampliación de las políticas de transferencias de ingresos y asistencia alimentaria directa para la resolución de problemas coyunturales e inmediatos en los hogares de mayor vulnerabilidad. Sin embargo, es pertinente recordar que las mismas no resuelven problemas estructurales de largo plazo, para los cuales se requiere de otro tipo de intervenciones estatales sobre la estructura económica y el tejido social”. (Clarín)

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